Autor: Borroka garaia da!
Ya pudiera ser verdad eso que dicen. Que el PP quiere reformar la constitución española para recentralizarla más aún. Y es que uno de los mayores problemas de Euskal Herria paradójicamente es que no está lo suficientemente centralizada. ¿Pero qué estas diciendo? ya puedo oír por ahí. Pues así es, echemos cuentas.
El régimen del 78 siguiendo la tradición franquista aseguraba que ninguna nación pudiera ejercer el derecho de autodeterminación bajo la amenaza directa de las leyes y el ejercito. Pero esa no es toda la historia. También después ponía “parte del ejercito” en manos de la gestión de las “nacionalidades periféricas” a modo de policía autonómica española. Las autonomías no fueron más que el “café para todos” para que precisamente todos tomaran café y no otras cosas. Como toda reforma, solo llegó ante la amenaza de revolución. Las autonomías españolas en realidad fueron simplemente el movimiento político estratégico frente a ETA y el “peligro separatista” para de esta manera tener controlado al independentismo, asimilarlo y esperar que se diluya.
Por supuesto, simplemente con eso no era suficiente. Se necesitaba algo más. Se necesitaba a una burguesía “periférica”contenta y gestionando las migajas “entregadas”. Tanto en Nafarroa Garaia como en la Euskal Herria occidental ya sabemos quienes fueron los elegidos para tal labor. Y la compra de “la lealtad” simplemente ponía en el contrato: Ganancia económica. Conciertos económicos y cupos para tener a ese nacionalismo fiscal y navarrismo foral entretenidos.
El caso es que realmente todo quedó atado y bien atado. No simplemente por la reforma franquista, sino porque los intereses de clase del PNV y UPN, son los mismos que los de las sucursales del PSOE y PP en tierras vascas. Por eso no hay españolista por muy radical que sea en Euskal Herria que se oponga a los cupos y conciertos económicos y a la gestión autonómica.
¿Qué ocurriría si una recentralización española suprimiera esos conciertos y cupos, si la gestión autonómica se viera reducida drásticamente, si desaparecería la policía autonómica?. Ocurriría que la burguesía local que no nacional perdería posiciones en el equilibrio inter-burgués a nivel de estado, el ejercito corporativo y clientelista que han ido forjando se reduciría al instante y en definitiva perderían poder. No existiendo el marco ni las perspectivas de gestionarlo en el cual han ido medrando y enriqueciéndose, su “lealtad” a españa desaparecería. Dicho a grosso modo, PNV y UPN simplemente están comprados por el estado español y si el estado español no compra, PNV y UPN no tendrían donde venderse. Y eso políticamente, más teniendo en cuenta la crisis capitalista, significaría que un bloque no despreciable de la pequeña burguesía vasca se pondría activamente del lado de la clase trabajadora independentista a favor de una ruptura democrática.
Pese a que muchas veces se habla del “Ebro para abajo” desde una supuesta superioridad que apenas esconde la inseguridad. Del Ebro para arriba no se ha demostrado mayor inteligencia y parece que aún no hemos entendido que como decía un comentarista del blog: En las colonias donde la burguesía y pequeña burguesia se ven diezmadas por la metrópoli, éstas se pueden poner al servicio de la clase trabajadora para la independencia. Lo que ocurre es que en Euskal Herria la burguesia no se ve diezmada (todo lo contrario) porque el estado español asegura los privilegios de la burguesia vasca entre otras. Por eso PNV y UPN son autonomistas, la independencia podría causarles mal económico a sus intereses de clase.
Es por ello que ese fantasma de “reforma” de la constitución en sentido centralizadora no va a ocurrir. De producirse una reforma drástica, está será como siempre ante el peligro de ruptura. A nivel social ya está encauzada y bajo control la protesta en el estado y una posible ruptura al haber sido vehiculizada con fuerza centrífuga hacia las instituciones y el único peligro que hoy existe está en Catalunya por lo que de darse una reforma, será en sentido autonómico para comprar a la burguesía catalana y eliminar de esta manera el rupturismo en las “clases medias” ya que saben que con la clase trabajadora rupturista tanto en Euskal Herria como en Catalunya no hay trapicheo que valga.
Al final es siempre la misma historia en todas partes, dar con una fórmula que quiebre a la burguesía interna que es en realidad la que mantiene los lazos de opresión con el estado, la que en última instancia bloquea la independencia. Esto es un estudio que aún no se ha hecho en Ëuskal Herria con la suficiente profundidad y el estado no va a repetir las torpezas por exceso de confianza realizadas en Catalunya de nuevo en Catalunya y mucho menos en una nación que a poco que haya torpezas estatales se puede montar buena como bien saben.
La fórmula en realidad no debería ser un misterio: Pueblo trabajador vasco y su interés nacional y de clase objetivo como eje central para la ruptura mediante un proceso subjetivo de estructuración y empoderamiento. Nadie más puede convocarse para el estado independiente vasco. Sacar las conclusiones estratégicas pertinentes de todo ello es también algo que no se ha hecho en Ëuskal Herria con la suficiente profundidad. El tren a Maltxaga desde Txiberta pasando por Lizarra- Garazi ya partió y muchos nunca llevaron el billete del trayecto, llevaban otros billetes que los extienden en bancos. ¿Qué tenemos que extender a la clase trabajadora vasca para que se suba al tren hacia la libertad?. De entrada un tren y unos raíles adecuados con un destino compartido de justicia.
Podemos o la falacia del muñeco de paja
De espantapajaros y hombres
Existe una falacia muy útil para falsear los debates políticos: crear un muñeco de paja fácil de golpear. El método es fácil: se coge la versión más simple y reduccionista de las ideas del otro, atribuyéndole posicionamientos ridículos que nadie serio podría apoyar. Pues bien, esa es la falacia que viene empleando sistemáticamente Pablo Iglesias contra las posiciones revolucionarias, hasta el punto de originar en el “sentido común” de su militancia una poderosa imagen: la de ese grotesco “comunista” incapaz de comprender la “nueva política”, interpretado por el humorista Facu Díaz para La Tuerka. Pero eso no es todo, pues, con él, el grueso de sus seguidores se han sumado a este método, al parecer infalible.
Tal es la casuística argumental que se repite constantemente. Afortunadamente, por nuestra parte nadie podrá decirnos en vivo que “no estamos en las luchas”, que estamos “aislados de la gente”, que somos “ciber-militantes” u otros argumentos-comodín de similar estilo. En nuestra localidad todo el mundo conoce cuál es nuestro papel en la generación de auto-organización tanto a nivel barrial, como a nivel de centro de trabajo, como a nivel de organización política. Sin embargo, internet se convierte en el último “reducto galo” de quienes prefieren enfrentar los argumentos políticos con calumnias, personalizaciones e insidias.
A juzgar por lo que -bien adoctrinados por su líder-muchos vierten allí cada día, no había ningún comunista en las plazas del 15 M, ni en las carreteras del 22 M. Y, por lo visto, tampoco ha habido comunistas parando desahucios, ni organizando piquetes de huelga, ni impulsando la resistencia estudiantil al Plan Bolonia, ni plantando cara a la represión policial. No: los comunistas estaban todos escribiendo “frikadas” por internet o peleándose sobre si a Stalin le quedaba mejor el bigote largo o corto. Muy antisociales ellos, solo les interesaba el folklore soviético y no había manera de verles el pelo en las luchas reales del pueblo. Eso sí que es “crear un relato”, como diría Íñigo Errejón.
Pero la realidad es que la “línea de masas” no se la inventó Pablo Iglesias, sino que ha sido siempre la táctica del movimiento comunista al menos desde las Tesis de abril, si no antes. La realidad es que los comunistas, y destacadamente los que no pasaron por el aro de la Transición, han tenido un papel clave en cada una de estas luchas. La realidad es que, de hecho, han sido la fracción más decidida, la que empujaba hacia adelante. ¿Quién que las haya vivido puede negarlo?
Aquí intentaremos, en consecuencia, no caer en lo que estamos criticando. Hasta en eso, en el estilo de debate, seremos diferentes a ellos. No caricaturizaremos las posiciones de Podemos. No tomaremos su versión más simple o las barbaridades de fanáticos amparados en el ciber-anonimato. Analizaremos sus posicionamientos con rigor y explicaremos por qué no los compartimos. Comencemos.
Una metamorfosis kafkiana
En primer lugar, ya nadie puede negar la transformación de Podemos. Ni siquiera nosotros, que, en realidad, rechazamos el proyecto desde un principio. No era difícil adivinar que, detrás de tanto discurso “incendiario”, la realidad organizativa del movimiento era mucho menos transformadora que sus frases. No había más que observar la “supremacia universitaria” en sus órganos, es decir, la realidad de clase en la que se gestaba el partido. Como tampoco era difícil adivinar, en otras latitudes, que Syriza no cumpliría ni siquiera una parte de su programa. Con una diferencia: Syriza ha decidido sacrificar su programa tras ganar las elecciones; Podemos, más astuto, ha decidido sacrificarlo antes.
Así, muchos ahora se lamentan por su ingenuidad y sienten melancolía al recordar que Podemos defendió en su programa para las elecciones europeas la auditoría de la deuda, la nacionalización del sector eléctrico y la banca, la renta básica universal, la prohibición del despido en empresas con beneficios, la jubilación a los 60 años, el cierre de los colegios concertados y de las ETT´s, etc. Todo esto ha ido desapareciendo del programa político de Podemos a medida que lo dictaban las encuestas del CIS.
Hace solo unos días, en sonadas declaraciones, Pablo Iglesias reducía el papel de Podemos a ejercer influencia sobre el PSOE, acometer una reforma fiscal y, a lo sumo, frenar el proceso de privatización de la sanidad y la educación. ¿Dónde quedó el “sí se puede”? ¿Realmente es esto tan diferente de lo que propone Pedro Sánchez? ¿Tanto como para que la gente vote a la copia en lugar de al original? ¿Y si al final Pedro Sánchez solo ha copiado a Podemos en sus camisas, pero en la político la cosa está siendo justo al revés?
Como han venido defendiendo los editoriales de la revista de Red Roja, si ya fue ridículo separar al sistema económico de la “casta”, más ridículo aún está siendo el intento de separar a la “casta” del PSOE. Así, si inicialmente no se defendía ningún pacto con el PSOE y, más tarde, solo se defendían pactos si se firmaban “bajo la hegemonía” de Podemos, finalmente se están suscribiendo pactos aun en minoría y en todas partes. La lógica bipartidista que hundió a IU (resucitar al PSOE haciendo frente común con él contra el PP) tenía que acabar por imponerse en medio de tanto pensamiento débil y políticamente correcto.
Del “exprópiese” latinoamericano al “grávese” noreuropeo
El miedo atenaza a un Iglesias que ha hecho más promesas de las que podría cumplir y al que, por supuesto, le conviene más quedar segundo que primero. Y más tras lo sucedido en Grecia. Pero incluso ya antes de eso el “gran hermano” de Podemos afirmaba, en “El otro estado de la nación”, que “necesitamos a los ricos”. Es la crónica de un cambio de paradigma anunciado. Por lo visto, necesitamos a los ricos; pero, eso sí, “pidámosles responsabilidad”.
No sorprende que los referentes ya no sean los “exprópiese” de una Venezuela que, no por casualidad, ya ni siquiera se defiende frente a graves agresiones del imperialismo. Sino más bien esa socialdemocracia europea que se las ha apañado para crear una “aristocracia obrera” sin expropiar a los capitalistas. ¿Cómo? “Necesitando a los ricos” a los que se les subían los impuestos.
Mejor no pararse mucho a pensar en por qué los “ricos” venezolanos no han estado tan “colaboradores” y dispuestos a ceder “responsablemente” ese dinero gravado como los del norte de Europa. Y mejor no pararse a pensar en por qué el chavismo se llevó “bastante” peor con el poder imperialista que los gobiernos del norte de Europa. ¿Quizá porque los europeos obtenían beneficios inmensos explotando la mano de obra mal pagada y sin derechos del llamado Tercer Mundo? Mejor entonces no pensar en la complicidad que supone pasar del “exprópiese” venezolano al “grávese” noreuropeo; ni pensar en que necesitamos no necesitar a los ricos para seguir siendo internacionalistas. Por si fuera poco, ahora Iglesias, al más puro estilo de Carrillo amenazando con una guerra en la Transición, parece querernos decir que fuera de la UE solo hay fascismo, barbarie y guerra mundial. Quién le ha visto y quién le ve. Por cierto, donde dije salida de la OTAN digo que nuestro círculo de las fuerzas armadas tiene gente a favor y gente en contra de la salida. ¿Si no nos ponemos de acuerdo, no hay cambio y, de entrada, seguimos dentro?
Austeridad o salida del euro: esa es la cuestión
La crítica sin concesiones -lo sabía Marx- es necesaria. Pero también lo es hacer propuestas alternativas. Lo que venimos proponiendo desde hace años podría resumirse así: es imposible no aplicar políticas de austeridad pagando miles de millones de euro cada año en concepto de deuda externa. Por lo que se impone romper con el Reich de la UE y el euro para no tener que pagarla y no verse forzado a suscribir nuevos créditos. Para lo cual es imprescindible nacionalizar la banca, evitando la fuga de capitales que ello acarrearía.
Sin repudiar una ilegítima deuda que ha pasado del 60 al 100% del PIB durante la crisis, sin romper con la UE y el euro, sin expropiar la banca privada solo hay un camino: la austeridad. Y por si no fuera suficiente la lógica, el puro empirismo lo exclama también a gritos, tras la claudicación del gobierno griego de “izquierda radical”. Claudicación tras la cual Podemos actúa como si el objetivo fuera “explicar” sesudamente las condiciones (en este caso, la pertenencia a la UE y el euro) que forzaron tan “comprensible” claudicación, en lugar de… cambiar dichas condiciones. Qué lejos queda para algunos la última tesis sobre Feuerbach.
No estamos diciendo, como se ha sugerido falazmente, que explicar a la población que las alternativas son solo dos -o ajuste neoliberal completo, o romper con la UE y el euro- sea fácil. Obviamente que algo sea necesario no significa que sea fácil. Lo que estamos diciendo es que, una vez asumido que romper con las instituciones europeas es una condición sine qua nonpara no verse obligado a ejecutar políticas de austeridad, entonces el único debate procedente es el relativo a cómo vamos a crear conciencia de dicha condición entre las masas populares.
Nos dirán, por supuesto (y como si tuviera una gran importancia), que Iglesias sabe perfectamente que dentro del euro no hay alternativa a la austeridad. Pero entonces solo quedan dos opciones: o piensa aplicar austeridad si gobierna algún día, o piensa romper con el euro. En ambos casos estaría engañando a la población. Vayamos al segundo caso: ¿piensa romper con el euro, aunque diga lo contrario? ¿Es ética esa forma de hacer política? No importa. Seamos pragmáticos y aceptemos por un momento como válido semejante proceder.
Supongamos pues que, en un alarde de electoralismo, subordinando todo al cómputo de votos (como cuando se saca una papeleta electoral con la carita de Pablo Iglesias) y haciendo abstracción de que, a medio-largo plazo, toda concesión de este tipo engendra serios problemas, Pablo Iglesias decide ocultarle a la población su plan para salir del euro. ¡Todo vale para ganar! ¡No seamos rehenes de las “formas democráticas”! Y supongamos ahora que Iglesias llega a presidente. ¿Cómo comunicará entonces a su pueblo que, tras años prometiendo seguir en el euro, va a hacer justo lo contrario? ¿Cómo mentalizar y preparar al pueblo para una ruptura tan dura como esa, sin hacer la menor propaganda concienciadora previa en ese sentido? Pero, ¿alguien se cree realmente que llegaremos siquiera a ese caso? ¿No fue decapitado Varoufakis, presuntamente por un mero conato en esa dirección? ¿No declaró Iglesias tras su decapitación -y tras pisotear la voluntad popular expresada en referendum- que apoyaba el proceder del gobierno griego?
Los cimientos del edificio
Observamos, por otra parte, a las gentes de IU muy desanimadas. Miraban con preocupación barómetros, encuestas y pronósticos, calculadora en mano, pensando a cuál de sus líneas políticas debían renunciar para sumar más votos o para lograr alguna cartera en un eventual gobierno podémico. Las direcciones no querían ni oír hablar de coalicionarse en minoría y perder sus posiciones conquistadas; las bases dudaban entre enarbolar “el color morado” de la bandera republicana como arma arrojadiza para despreciar a Podemos o exigirle a su dirección un pacto “para ganar las elecciones”. Por último, renunciando a casi todo, se han sacado de la manga “Ahora en común”, y pese a ello el portazo de Pablo Iglesias (que, en cambio, no duda en tentar a Alberto Garzón) persiste. Un portazo a la misma IU que no hace mucho le daba de comer y que ahora, de pronto, no llega ni a “pitufo gruñón”. ¿Y el pitufo vanidoso, quién es aquí?
El caso es que unos y otros dejan en segundo plano, cuando no olvidan directamente, el lugar desde donde se generan realmente los cambios históricos. Todos ellos sacrifican el poder popular o lo convierten en un mero eslogan para arañar votos. Sin embargo, en estos días de electoralismo exacerbado debemos recordar con orgullo lo siguiente: todos las conquistas y reformas sociales han venido siempre del miedo a los revolucionarios, a sus acciones y al poder popular acumulado, y no de una repentina humanización de la burguesía frente a la ética plañidera de los reformistas, tejida en torno a conceptos abstractos como la ilusión, la dignidad o incluso los “verdaderos valores europeos”. Y nosotros que creíamos que profesores con tanto libro a sus espaldas sabrían que los valores europeos han sido siempre el colonialismo, la rapiña y la opresión.
Siga el teatro de su “unidad” televisada y por arriba. Nosotros sabemos que cifrarlo todo a lo electoral, abandonando la construcción en la calle, es un error fatal que parte, además, de una malinterpretación de la historia. Porque, como hemos dicho, fue la presión popular organizada la que forzó todas las conquistas sociales de la historia. No bastó con votar a una opción u otra. Es más: a menudo gobiernos prometedores se vieron impotentes y defraudaron a sus votantes. Y si intentaban lo contrario (no hace falta irse a Allende, teniendo tan cerca la experiencia del Frente Popular) le daban un golpe de Estado y todo terminaba deprisa, con mucha sangre y sin que el miedo “cambiara de bando”.
¿Por qué en Venezuela fue diferente y el golpe fracasó? Porque el pueblo estaba organizado, había auto-organización popular. El pueblo no olvidó a ese militar loco que se alzó en armas en 1992 para defenderlo frente al gobierno asesino de Carlos Andrés Pérez. El poder popular, la auto-organización al margen de las instituciones es la base. Sin olvidar que también hará falta que el arma de la crítica sea apoyado por… la crítica de las armas.
Juego sin tronos
No vamos a insultar a los compañeros. Hay buenos amigos dando vueltas en unos círculos concebidos, por desgracia, como mera maquinaria electoral. Y tenemos demasiados ejemplos concretos de cómo algunos ya no tienen tiempo de participar en las iniciativas que promovemos a nivel de barrio, de apoyar nuestras movilizaciones obreras en los sectores más precarizados, y no digamos ya de intervenir en actividades en torno a temáticas más elevadas como el antiimperialismo. Cada cual establecerá sus prioridades.
Algo no podía faltar, y con el primer reparto de cargos institucionales se ha iniciado ya la comedia del “transformismo político”. En estos días estamos viendo todo tipo de fenómenos paranormales. Pero la verdad está ahí fuera, cuando algún personaje anarcoide, en el pasado “rotundamente contrario” a negociar siquiera con “la institución” para reubicar a familias desahuciadas, termina aceptando cargos institucionales de los de banderita en la mesa. Fue Lenin quien dijo que del oportunismo “ultraizquierdista” al oportunismo de derecha hay solo un paso.
Nosotros seguiremos construyendo a nivel de base y esperamos en nuestras trincheras a cualquiera que, incluso estando en Podemos, se considere “diferente” a tanto profesional de la política institucional. Y señalaremos, además, que las listas electorales de una verdadera unidad popular no deberían confeccionarse a través de “castings” de intelectuales, sino desde las movilizaciones populares en curso. Es una pena, pues, tanto “consejo ciudadano” tecnocrático y universitario que no incluye a cuadros de las luchas obreras. Por no hablar de las disputas internas, donde solo presume de “horizontal” el vertical previamente derrotado, y donde unos y otros no dudan en cambiar de bando por motivos totalmente ajenos a la lucha de clases y más explicables por la ambición personal. Lástima que incluso algunas figuras históricas de luchas en las que hemos participado, incluso gente cargada de “dignas utopías” haya terminado enfangada (e incluso instrumentalizada) en ese “juego de tronos” repetido como farsa.
Así pues, todo parece indicar que quienes estamos en los barrios y en los tajos moriríamos esperando… si esperáramos. No es el caso. En cualquier casi, es justo avisar de que si el día de mañana Podemos formara gobierno, lo trataríamos como a cualquier otro gobierno y le exigiríamos que cumpla y aplique cambios cuanto menos “percibibles” en un módico plazo de tiempo. Si por desgracia no fuera así (ya se sabe, “Bruselas no nos deja margen de maniobra” y otros argumentos ya enarbolados por Zapatero o Tsipras), la izquierda extraparlamentaria promoverá manifestaciones contra el gobierno. ¿Veremos, si llegara ese día, a los del antiguo “secretariado unificado” en las manifestaciones? ¿O no serán esta vez tan exigentes como lo fueron históricamente con la URSS, Cuba, Nicaragua y etc.?
Pudimos y podremos
Dos hechos ya señalados y acaecidos en los últimos meses invitan -incluso a muchos de los que se ilusionaron con el surgimiento de Podemos- a replantearse la situación política. El primero fue la metamorfosis de Podemos desde las elecciones europeas hasta ahora, sometiéndose paulatinamente a los -como diría Juan Andrade- “castigos y premios” de los medios de comunicación, haciendo guiños constantes a esa “casta” empresarial (que, por lo visto, ya no es tan “casta”, como tampoco lo es ni siquiera el rey o la propia guardia civil con tal de sumar votos) e incluso tranquilizando al embajador de los EE UU. El segundo, el hecho de que Tsipras no dudara ni un segundo cuando la realidad política le obligó a elegir entre romper con la soga euro-alemana (jugando la carta rusa, la china u otra) o incumplir sus promesas electorales en una situación de emergencia social como pocas.
Es evidente que se ha perdido el norte. El objetivo supremo no es ganar las elecciones. El objetivo supremo es cambiar la vida de la gente. Si para ello hay que ganar las elecciones o intentarlo, se ganan o se intenta. Pero si ganar las elecciones en un contexto en que la política viene dictada de Bruselas es inútil o incluso desprestigia a la izquierda, y por tanto es necesario perder las elecciones esta vez, pero lanzando un mensaje claro de rechazo a la UE y el euro, se pierden lanzándolo. Salvo meteorito inesperado, el mundo no se acabará en 2015. Nuestra estrategia no puede ser tan corta de miras. No nos dejemos acomplejar: ¿qué ha conseguido la socialdemocracia históricamente? En lo que respecta a la transformación de la realidad, nuestro movimiento comunista es el gran maestre. Pudimos y podremos.
El tiempo demostrará muchas cosas. Dicen que Pablo Iglesias es como Felipe González. No es cierto. González tuvo el viento a favor; Iglesias lo tendrá en contra si gobierna. El inicio del gobierno de Felipe González tuvo la suerte de coincidir con el fin del franquismo y la construcción del Estado asistencial, por lo que pudo atribuirse ese mérito; Pablo Iglesias tiene la desgracia de aspirar al gobierno en una época de crisis sin igual, en la que se vería obligado a gestionar recortes… o a romper hasta las últimas consecuencias (algo que, de entrada, ya ha descartado). Una sola cosa está clara: si los mismos que firmaron la primera transición firman una segunda, los mismos que resistieron a la primera resistirán nuevamente. Porque, más allá de tergiversaciones, pretextos, muñecos de paja y gags televisivos, la alternativa actual no es entre reforma o revolución, sino entre socialismo o barbarie.
http://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/opinion/3583-podemos-o-la-falacia-del-muneco-de-pajaa
Una muestra de lo que hay :
Ados nago, burgesia locala autonomista da horrekin irabazi majoak dauzkalako, eta autonomia galtzen duenean, orduan bai, beste zeozer eskatuko du. Baina ezin gara geratu hau noiz gertatuko zain.
Dena den, nire uste apalean, gure arazoa beste bat da, gure arazoa da euskal langileriaren (hau da burgesenak ez diren) milaka bozka alderdi autonomista horretara doazela. Ez garela gai euskal jendarteari ikustarazteko PNVren izaera burges-despota hori. Oraindik ere Euskal Herriko kaleetan entzun daiteke jendea esaten PNV ez dela eskumako alderdia, bere herriaren onuragatik begiratzen duen alderdi abertzalea dela.
Kaixo denoi:
Begira, Comunista abertzale, esta una visión sobre posicionamiento respecto a la socialdemocracia alternativa a la de los neorreformistas:
[ El colapso de la socialdemocracia y el neorreformismo europeos en Grecia. (3)] La contradicción emergente entre el proletariado y los Estatus Intermedios
http://www.irteen.net/el-colapso-de-la-socialdemocracia-y-el-neorreformismo-europeos-en-grecia-3-la-contradiccion-emergente-entre-el-proletariado-y-los-estatus-intermedios/
Beno, gero arte
Aupa Agurrak:
Suelo seguir atentamente irtteen.net, es una de mis web favoritas.
La verdad es que yo tambien agradezco mucho los debates en BGD y las aportaciones realizadas por ti, Petri y Zé.