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Autor: Borroka garaia da!

Que las cárceles y el secuestro de los presos y presas políticas vascas pasen a ser un problema para los estados. Ese es el punto exacto requerido para condicionar las políticas criminales penitenciarias y sus objetivos. Que Euskal Herria pase a ser un problema no gestionable para los estados también es el punto exacto requerido para abordar el proceso de liberación de este pueblo.

Hoy el colectivo de presos y presas políticas vascas se encuentra en ayuno y se están llevando a cabo numerosas concentraciones frente a las mismas puertas de las cárceles españolas. Unas puertas por las que han pasado miles y miles de vascos y vascas en la historia reciente de este país. Y nada indica que no lo vayan a seguir haciendo.  Mientras Euskal Herria no asegure su libertad de la injerencia de los estados, esas puertas permanecerán abiertas solo en un sentido, en el que la represión considere oportuno en cada momento.

Por lo que las cárceles y sus medidas coaccionadoras, más allá de sus muros, simbolizan la realidad de que Euskal Herria sigue siendo un pueblo negado y maniatado por dos estados con el único objetivo de mantener a la clase trabajadora vasca en sus marcos de explotación para beneficio también de las clases dominantes vascas, aliadas estratégicas de las españolas.

¿Cómo hacer que las cárceles, el secuestro de los presos y presas políticas vascas y los objetivos políticos que se marcan en torno a todo ello pasen a ser un problema para los estados?. En la respuestas a esta pregunta se encuentran las claves para pasar a una ofensiva decidida para que los propios estados y todo aquello que hace mantener la actual situación carcelaria pasen a la defensiva y sean ellos los erosionados hasta que quiebre su voluntad criminal.

Ante esa pregunta, las respuestas no esconden demasiado misterio. Que la unidad de fuerzas haga fuerzas. La fuerza popular es en primera y última instancia la clave para cortar los nudos. Unas fuerzas diversificadas a diferentes niveles que sepan convulsionar la normalidad de las políticas criminales penitenciarias y sus estrategias y que todo ello vaya acumulando en coste político para los carceleros de pueblos y disidencia política.

Por lo que a la socialización de la verdadera cara del crimen de guerra que suponen las prácticas penitenciarias españolas y francesas, junto a la movilización y acumulación de diversas y plurales voluntades para su finalización, se hace obligatorio y necesario añadir la lucha popular activa y desobediente que como una lima vaya serrando los barrotes y entre todos los factores llevar la problemática carcelaria a la primera plana de la agenda política vasca en actitud ofensiva para en primera instancia llevar a cabo la excarcelación inmediata, (ayer ya es tarde) de presos y presas enfermas en grave estado de salud y la finalización de la dispersión en el camino hacia la total desaparición de la figura del preso y presa política vasca porque los estados hayan perdido toda capacidad de crearlos. Es decir, a través de una amnistía y resolución  del conflicto, un contexto donde Euskal Herria pase a ser un problema no gestionable ya para los estados en los baremos de opresión.

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