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Autor: Borroka garaia da!

Mañana hay una movilización convocada por diferentes sindicatos en defensa de la industria vasca y a favor de una política industrial real. Como denuncian los propios sindicatos mes tras mes empresas de Euskal Herria se cierran porque las decisiones respecto a su futuro se toman en fondos de inversión o empresas trasnacionales que tienen como máximo objetivo el beneficio de sus accionistas. Las multinacionales y los fondos de inversión se están haciendo con cada vez más empresas vascas cuyos beneficios se acumulan en manos de gestores y accionistas que los utilizan para buscar ventajas competitivas en otros países con inferiores costes de producción.

No existe ningún plan estratégico de cara a la industria vasca que no sea el mero lucro de las facciones del capital y mantener el objetivo de la sobreexplotación interna de la clase trabajadora vasca y la expansión transnacional de capitales. Aquí podemos llegar a ver, y no en ninguna otra parte, donde se pueden entender casi todos los posicionamientos políticos en apariencia inconexos y no relacionados que explican los posicionamientos de todos los partidos políticos vascos.

En cualquier caso, lo que resulta evidente es que no existen opciones para diseñar una política industrial por dos motivos: El pueblo vasco no tiene herramientas soberanas para diseñarla, y aunque las tuviera, fundamentalmente tampoco podría diseñarla si la clase trabajadora vasca no tiene el poder y el control de precisamente los medios de producción. Debido a esto, la industria vasca está plenamente vendida y lo único que le queda a la clase trabajadora vasca es protestar y el resistencialismo. El marco autónomo de relaciones laborales vascas es una auténtica quimera que no va a ocurrir hasta lograr la independencia, pero esta independencia no va a ocurrir si la clase trabajadora vasca está desestructurada, vendida, anestesiada y suplicante.

El capitalismo avanza hacia fórmulas de explotación y opresión cada vez más brutales y criminales. Y esto va a significar y está significando ya, la completa desestructuración de la clase trabajadora y por lo tanto del proyecto nacional vasco de no ponerle remedio. Ya no va a bastar con una respuesta sindical ni social pese a ser necesarias en alto grado. Tampoco va a bastar con medidas institucionales (de no lo olvidemos, instituciones burguesas, dependientes y no soberanas), ni con movilizaciones pese a ser requeridas por igual.

O entran en escena definitivamente las herramientas de la acción directa, el poder obrero y popular o se apagarán las opciones de revertir la situación. El movimiento obrero en gran medida es muy dependiente de las instituciones. Ha sido un proceso largo de dependencia en el que han influido muchos factores pero una dependencia que hay que cortarla. El movimiento obrero vasco es capaz de no ser dependiente de nadie y empezar a ser un poder por sí mismo y no solo un interpelador, una mera máquina reivindicativa o el último clavo ardiendo en el puesto de trabajo.

¿Cómo desplegar ese poder de la clase trabajadora vasca?. Pasando de ser un movimiento reactivo, que siempre está reaccionando a algo y haciendo peticiones a ser un movimiento ofensivo que construye otra realidad  y rompe la anterior sin esperar a nada ni a nadie.

Se puede “empezar” por cosas pequeñas. Si como afirman todos los sindicatos, mes tras mes empresas de Euskal Herria se cierran, ¿Por qué el movimiento obrero, el popular, el juvenil y el de parados mano a mano no los recuperan?

Ejemplos donde inspirarse en el mundo de recuperación y ocupación de fábricas y empresas en términos de autogestión y poder obrero no faltan, ejemplos en Euskal Herria de ocupación de edificios en términos culturales y de poder juvenil tampoco. ¿Por qué no empezar por ahí y que la rabia creativa asamblearia llene  las calles y los centros de trabajo para empezar a disputar la verdadera hegemonía?

1 thoughts on “A la calle o “a la calle”

  1. Dices, “En cualquier caso, lo que resulta evidente es que no existen opciones para diseñar una política industrial por dos motivos: El pueblo vasco no tiene herramientas soberanas para diseñarla, y aunque las tuviera, fundamentalmente tampoco podría diseñarla si la clase trabajadora vasca no tiene el poder y el control de precisamente los medios de producción.”… y estoy de acuerdo.

    Ampliando, no solamente es necesario un control soberano de la política industrial -sectorial de la estructura productiva-, sino de la política económica en general. Aun cuando fuera posible que de las políticas sindicales se derivara forzar procesos de recuperación económica y autogestión industriales (creo que sí hay interés por parte de ELA, CNT.. ¿LAB? ¿ESK? .. dudo mucho que CCOO y UGT pese a tener capacidad para ello), seguramente sería necesaria una intervención sectorial y de política económica más amplia para con la actividad concreta de cada una de las ramas de actividad, así cómo un control de la política fiscal (financiación, sobretodo) y monetaria soberanas (financiación, tipos de cambio, etc) y política económica de orientación de la demanda.

    El actual contexto en estas industrias obliga a la competencia en mercados internacionales que imponen precios (costes) injustos (bajos) desde una perspectiva social (dumping social, con o sin amenaza de movilidad de capital), generando excedentes para productores y clientes. Para productores -máxime si como AcerlorMittal forman grupos empresariales internacionales con mucha capacidad de incidir en el “mercado” por su peso específico en él por ser el principal productor- y para los clientes, cuyas rentas y beneficios (de ambos) se escabullen verticalmente por la ingenieria contable-económica y acaban en propiedades varias y paraisos fiscales. Dichos excedentes podrían repercurtir en mejores condiciones de vida para más población y no para las élites. Controlar eso requiere de control sindical y sociopolítico, así cómo de tener capacidad de incidir en la demanda de esa producción que acaba determinando el nivel global de producción, renta y empleo. La otra perspectiva de incidencia en la política industrial y económica deviene de la probable necesidad si se dieran pasos en la dirección anterior, de reconvertir algunas de estas industrias y su capacidad instalada para precisamente reorientar hacia una demanda interna de producción, para Euskal Herria y también para otros países del entorno, reorientando paulatinamente la actividad productiva para un modelo de desarrollo económico autocentrado minimizando el impacto negativo en renta y empleo en la transición. En cualquier caso, todo pasa por tener control sobre los medios físicos de producción e intrumentos de política económica e industrial, o al menos con capacidad sindical de incidir fuertemente en ellos. No tengo ninguna duda que si ELA, CCOO (al menos por capacidad a todos los niveles), LAB y los demás pusieran a trabajar con ello a sus técnicos, cuadros sindicales, militancia y afiliados en las empresas para plantear alternativas de este tipo, algo interesante saldría seguro.

    Aterrizando un poco más el tema, hay que añadir que estar dentro de la UE limita e imposibilita tener una política industrial autónoma -prohibición de nacionalizaciones y creación de empresas públicas/comunitarias-, limitación de la posibilidad de accionariado público en grandes empresas (1/3 aprox), limitación importante para las ayudas y financiación de las empresas, etc. Si le sumamos la incapacidad de tener una política fiscal y monetaria propia para la financiación de este tipo de procesos, creo que nos encontramos con un claro bloqueo práctico, más allá de consideraciones o preferencias políticas.

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