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Artículo de colaboración para Borroka Garaia da!. Autor: Josemari Lorenzo Espinosa

Acaba de morir Lander Gallastegi. Me lo acaban de decir. Y es una de esas noticias negras, a la que tardaremos mucho en acostumbrarnos. Conocí a Lander en 1991, cuando escribía sobre su aita. El se encargaba de cuidar y ordenar los libros, textos y documentos o ideas, que habían quedado de Eli Gallastegi. Puedo decir que muchas, muchísimas, cosas que del nacionalismo, de los años veinte y treinta, del pensamiento de Arana, de la obra de “Gudari”, que ahora conozco se las debo a Lander. Sin sus datos y reflexiones, sin sus observaciones, que a veces eran las de su aita, no me hubiera enterado de muchas cosas. O sea, que hubiera sabido del nacionalismo y de su historia, lo poco y mal que cuentan los libros de los vencedores. Y de algunos de los vencidos.

Lander fue, con sus hermanos en especial Iker, un privilegiado testigo de una parte sustancial de nuestra historia. De esa historia, que simboliza Eli Gallastegi, y que es la historia de los justos y de los patriotas. Y que, tal vez por eso, es también la historia de los perdedores. Nosotros, yo, también nos hubiéramos perdido esa historia, sino hubiera sido por Lander. Y otros, como él.

Guardaba, o mejor atesoraba porque tesoros son, los testimonios de su aita, como solo los buenos guardan el legado de los mejores. Los papeles y recuerdos de “Gudari”, para ponerlos en movimiento cuando era necesario. Testimonios que no dormían. Luces y brasas que están vivos en otras generaciones: en Lander, en sus hijos (tres de ellos presos políticos de los ocupantes), en sus hermanos, amigos, compatriotas. También escribía artículos, de cuando en cuando. Y todos con el mismo guión de la independencia y la justicia, de la reivindicación vasca. No resultaba difícil, cuando hablabas con Lander, estar oyendo al mismo Eli Gallastegi, su padre. Del que tantas cosas me decía y gracias a las que tanto aprendí.

Hoy es el maldito día de las alabanzas y estas líneas, desgraciadamente son póstumas. Son esas palabras que debía haber dicho, o escrito, mucho antes. Quizá habérselas dicho a él. Pero, lamentablemente, siempre se dejan para el último día. Para el día peor. En que solo queda el consuelo de haberle conocido y de no olvidarle nunca.

+ Precursores de la izquierda abertzale: Eli Gallastegi y Aberri
+ Crónica falsa de una retirada

1 thoughts on “La muerte de un patriota

  1. Desde muy lejos en la geografía pero cerca en los sentimientos, mando un sentido saludo a la familia de Lander.
    Aunque no llegué a conocerle tan bien como Josemari, algo me ayudó en mis trabajos de historia sobre los hechos protagonizados por su padre Eli y por el movimiento Jagi-jagi, nunca suficientemente valorados.
    Eduardo Renobales

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