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Nunca es fácil anticiparse al futuro, al fin y al cabo se trata de una entelequia. Pero si me dicen hace veinte años que el futuro era ésto, no me lo hubiera creído. Simplemente me hubiera echado a reír.

La banalización de la política ha alcanzado grados inimaginables en los tiempos, ya lejanos, en los que muchos soñábamos con cambiar, en profundidad, el estatus quo dominante. Cuando aún era posible hablar de comunismo o de anarquismo en nuestras plazas y tabernas, como algo más que puras teorías, como proyectos realizables aquí y ahora.

Algunos asistimos estupefactos al prodigio de la escenificación constante de unos y de otros. Al contraste de proyectos diferenciados en la anécdota, a la exposición de programas que se distinguen mejor por el color que los adorna, que por el propio contenido. A una carrera por la búsqueda constante de la centralidad, la única virtud política realmente existente.

Se producen pactos y arreglos, enmiendas transacionales y ejercicios de transversalidad que probablemente sean muy necesarios en esta coyuntura. Pero que al mismo tiempo desconciertan a casi todos. Estoy dispuesto a aceptar que se dan diferencias en política fiscal, faltaría más, pero no hace tanto tiempo que algunos nos ocupábamos hablando de socialismo, de lucha de clases, de un profundo cambio social. ¿Dónde queda aquello?

La permanente apología del diálogo y el concierto ha desnudado de ideología a los políticos. Basta ver la trayectoria gris de Iñigo Urkullu, un verdadero experto en evitar las estridencias, en lanzar discursos en voz queda, que no molesten a casi nadie. El objetivo es tejer lazos, generar complicidades, en una estrategia de apaciguamiento, de disimulo, que acabe por borrar cualquier arista, cualquier palabra malsonante, cualquier disputa.

El ciudadano de a pie contempla el desfile diario de mensajes triviales, retóricos, que emiten los actores políticos del país. Mensajes que enmascaran avances reales ante los problemas, que difuminan la toma de conciencia que posibilite verdaderos cambios de actitud. Nos encontramos, más que nunca, ante un generalizado adormecimiento social, inexplicable si tenemos en cuenta la grave crisis económica y social que soportamos. Ni siquiera los continuos cierre de empresas, las altas tasas de desempleo o el crecimiento de la pobreza consiguen romper con el guion de la política insustancial, mediática, cortoplacista, que tenemos enfrente.

Decía Ortzi en una reciente entrevista que este país se sustenta en cuatro patas, a saber: derecha española (PP), centro izquierda español (PSOE), centro vasco (PNV) e izquierda abertzale (EH Bildu). Al gran politólogo se le ha escapado la quinta pata, una pata cada vez más gruesa, la de quienes se sitúan al margen, en una u otra orilla del tablero político, decepcionados de tanto reparto de cromos, de tanta insustancialidad, de tanta pose.

No debería ser tiempo de repetir fórmulas gastadas, sino de socializar a lo largo y ancho del país un sentimiento de náusea colectiva, de rechazo radical a las políticas viejunas, obsoletas, intrascendentes, que no nos llevan a ningún sitio.

3 thoughts on “Política banal

  1. Muy cierto. Es raro recordar como se discutía sin ambigüedades sobre las formas, las etapas de una inevitable y necesaria superación del “autóritas” en que se respalda el libre mercado y la propiedad privada, cuando apenas lxs más conscientes atisbávamos lo que hoy es voz pópuli; las leyes del mercado agreden al 99’90% de la sociedad y la justicia no tiene las herramientas para evitarlo por qué, quienes deben dotarla de ellas, forman parte del problema.

    • ..Voy a citar para extenderme un poco.

      “El anarquismo, tímidamente, se va abriendo camino en la sociedad capitalista, aunque le falta aún mucho para convertirse en una seria alternativa. Que en el pasado la sociedad humana se haya organizado bajo principios anarquistas, no significa que la sociedad actual pueda volver a organizarse de la misma manera. Aunque tampoco significa que no sea posible. La forma de organización estatal es realmente reciente en la historia de la humanidad. Ésta se ha regido durante mucho más tiempo por el comunismo anarquista. Pero, indudablemente, la sociedad ha cambiado mucho en los últimos siglos.

      No puede asegurarse ni descartarse nada hasta que se pruebe. Pero lo que está claro, es que la burguesía (o la minoría dominante de turno) hará todo lo posible para que el anarquismo no tenga ninguna opción. Si es que es posible que alguna vez triunfe una revolución anarquista, esto sólo será posible cuando exista un movimiento anarquista suficientemente organizado que prepare pacientemente el terreno y que sea capaz de coordinarse para luchar de forma unida contra el enemigo, como con cualquier otro tipo de revolución. Y queda por ver, e incluso al anarquismo le queda por teorizar, cómo es posible sustituir la maquinaria del Estado burgués actual (suponiendo que la burguesía no pudiera impedir la implantación de una sociedad anarquista). Porque esperar que simplemente una ciudad se declare autónoma e invite a otras ciudades a seguir su ejemplo, como ocurrió en la Comuna de París o en los levantamientos de España en 1873, es una estrategia muy pobre, ilusa e infantil, que demostró su inviabilidad por los resultados finales de dichas experiencias históricas. No es de extrañar que dichos intentos fueran reprimidos rápidamente por la burguesía. Tampoco se puede luchar de forma improvisada y espontánea contra un enemigo altamente organizado.

      No es serio plantear que puede alcanzarse la anarquía de forma espontánea y libre. Esto suena muy bonito pero no suena realista. Presupone que la gente puede actuar libre y espontáneamente, que no hay un enemigo que intentará impedir por todos los medios que la gente cambie. Se olvida de que el individuo no tiene libertad absoluta o infinita para elegir su destino, infravalora las condiciones reales y actuales en las que se mueve dentro de la sociedad, condiciones que limitan su libertad (aunque no llegan a anularla). Si bien es cierto que dentro del anarquismo se plantean ciertas estrategias encaminadas a difundir la idea, a propagar sus principios por la sociedad, a concienciar a los ciudadanos (en la medida de sus limitadas posibilidades), también es cierto que dichas estrategias dan demasiado protagonismo al individuo. El anarquismo, por su propia filosofía, da preponderancia absoluta a la libertad por encima de todo. Y así, sin quererlo, cae en su propia trampa.

      Al afirmar que el individuo y la sociedad deben elegir su propio camino, no se molesta demasiado en mostrarlo, en su afán por no condicionar, no se preocupa suficientemente en orientar, en dar planes o tácticas de transición a la anarquía, no se esfuerza suficientemente en concretar. De esta manera el resultado práctico es que la anarquía se convierte ineludiblemente en una utopía demasiado inalcanzable. Al contrario que el marxismo que casi niega el libre albedrío (según algunas interpretaciones del mismo), el anarquismo lo sobrevalora. Mientras que en el primero la sociedad tiene casi su futuro predeterminado (según algunas interpretaciones excesivamente mecánicas, deterministas, del marxismo), en el segundo lo tiene casi totalmente indeterminado. Simplificando un poco, en el marxismo se plantea una única opción y en el anarquismo no se muestran las opciones. En este aspecto ambas corrientes están en las antípodas. Una de las ideas que intento transmitir en este trabajo, es que el principal problema de ambas ideologías es que han llevado al extremo algunos de sus postulados, es que la virtud está en el equilibrio. El anarquismo para dejar de ser una utopía inalcanzable, tiene que pasar de las palabras a las acciones, tiene que empezar a aplicar sus principios en distintas partes de la sociedad (como ya está haciendo aunque demasiado tímidamente aún), pero sobre todo tiene que plantear estrategias serias para convertirse en una amenaza real y concreta al sistema actual. Sin estrategia revolucionaria tampoco hay revolución. La revolución para que triunfe debe permitir el acceso al poder del pueblo (y ahora mismo el anarquismo tiene descuidada esta parte del proceso revolucionario) y debe tener una teoría para cambiar la sociedad una vez alcanzado el poder (esta parte es la que más desarrollada tiene el anarquismo). No sirve de nada decir qué se haría una vez alcanzado el poder si no se dice cómo alcanzarlo. Entendiendo el poder, no en el sentido literal de la palabra (el anarquismo lucha contra todo tipo de gobierno autoritario, o poder basado en la coerción), sino
      como el establecimiento de una sociedad anarquista. Tan importante es describir en qué consistiría la anarquía como especificar cómo alcanzarla partiendo de la situación actual. Tan importante es describir cómo podría funcionar una sociedad alternativa como indicar la manera de implantarla.

      Mientras el anarquismo no se preocupe de esta segunda cuestión o no plantee estrategias serias, será sólo un bello sueño irrealizable, sólo existirá en los libros o en todo caso en ciertas “islas” de la sociedad, no será una verdadera alternativa global a la sociedad actual. Mientras sólo se preocupe de decir que la sociedad ideal se alcanzará en algún momento “por arte de magia” entonces sólo será el “opio” de aquellos que necesiten tener fe en que otro mundo es posible, en que en un futuro lejano la sociedad será capaz, no se sabe cómo, de reconducirse. En definitiva, mientras el anarquismo no se preocupe de cómo llevar a la práctica sus postulados, sólo será una “religión”, no alcanzará el estatus de teoría revolucionaria. Simplemente será el sustituto del socialismo utópico. El anarquismo para convertirse en una alternativa real debe adoptar un enfoque científico. Si es que es posible llegar a una situación en la que no se necesite el Estado, esto sólo podrá ocurrir progresivamente, no puede ocurrir de la noche a la mañana, se necesitará una transición hacia la sociedad utópica sin clases y sin Estado (si es que alguna vez se llega a ella). Es necesario describir cómo debe hacerse dicha transición, es necesario desarrollar teorías que indiquen cómo alcanzar la anarquía, cómo llevarla a la práctica partiendo de la realidad actual, partiendo del mundo tal como es hoy, no tal como nos gustaría que fuera. La estrategia de la huelga general como arma de parálisis del Estado burgués, sustentada en el anarcosindicalismo como movimiento de organización de los trabajadores, es una primera piedra importante para construir una estrategia global revolucionaria. No hay más que recordar el éxito inicial conseguido en la España de 1936. Sin embargo, como la historia ha demostrado, no es suficiente. Habrá que combinar la huelga general o la acción directa, con otros métodos complementarios. Le sigue faltando al movimiento anarquista una teoría general de estrategia revolucionaria. Queda aún mucho trabajo teórico y práctico por hacer”.

    • Puede que lo que a continuacion voy a transcribir no corresponda directamente con el sentido y contenido del articulo inicial, bajo la superficie puede que tenga algo mas de relacion.

      Para que no se confundan conmigo, vaya por delante que por mi parte debo de declarar que no soy adicto a la lucha armada, y tengo bastante claro que el capitalismo no se tumba con balas o explosivo, por una razon muy logica, las relaciones sociales de produccion no son tangibles no son materiales, son relaciones entre los seres humanos aunque muy reales por cierto, y en consecuencia no se puede ametrallar a un fantasma, porque en todo momento seguira intacto, hara falta otra medicina. Con el Estado ocurre otro tanto, son relaciones de dominacion, en lo que primero se debiera de idear es como hacer que los dominados dejen de aceptar tal condicion, o por lo menos que la visualicen. Si hay alguna lucha armada posible en mi universo, esta es secundaria, dependiente, y empleando un simil, mas cercana a la labor de un neuro-cirujano por su precision, su exigente limitacion de uso, en calidad estricta de ultimo recurso y un conjunto de condicionalidades para fijar su oportunidad, de tiempo, de lugar y de forma, que la reducen por regla general a algo minimo, mas bien esporadico y con visos de no llegar a efectuarse, aqui incluiria aquello del principio de disuasion (la posibilidad de su uso como elemento de poder). En fin, pienso que las guerras -y una revolucion no es mas que una guerra social- las ganan los estados mayores, es decir la estrategia, y no el numero de actos, el numero de balas, y lo mas tragico aun, el numero de muertos. Si todos estos ultimos numeros son cuantiosos, en ultima instancia lo que habran de estar señalando es la precariedad o la equivocacion de esa misma ‘estrategia’.

      Toda la perorata anterior la he soltado, para que se entienda que no quiero comparar ni sugerir ni señalar coincidencias. En EH la situacion es muy sensible y no se puede jugar con fuego, seria algo muy irresponsable. Los procesos son distintos (el FLNC paralizo su actividad abierta en 1996),en el tiempo y el contexto social en el que se estan desarrollando.

      Vamos para alla. Un pequeño recuento de hechos.

      En junio del 2012 una rama del FLNC (Frente de Liberacion Nacional de Corcega) se escindio, es conocida como ‘Movimiento 22 de Octubre’, El martes pasado, 3 de diciembre del 2013, emitio un comunicado anunciado su decision de volver a la lucha armada, en razon de que Francia no respetaba los derechos nacionales corsos. Este jueves, 5 de diciembre, se producen dos ataques a cuarteles de la gendarmeria francesa en Corcega, en el primero, en Ajacio, un automovil aparcado en el interior del edificio explotaba; en el segundo, en Bastia, es atacado el cuartel con un lanza-granadas desde un coche en movimiento. En ninguno de ambos atentados se han producido victimas. Nadie ha revindicado estos ataques, aunque deducen que puedan ser obra de dicho Movimiento. Parece ser que a finales del 2012 tambien se produjo una campaña de ataques con bombas contra intereses turisticos atribuidos al FLNC.

      ¿Cual es el ambiente en la isla de Corcega?. Frente a sesudos analisis de situacion, me he encontrado con este articulo que refleja una vision muy cercana a lo que piensan los corsos de a pie, los de casa, sobre el curso de los acontecimientos.

      ———————————————–

      Los corsos utilizan bombas para proteger su isla.
      por John Miller.
      Dic. 5, 2013
      Fuente: http://www.vice.com/es_mx/read/los-corsos-utilizan-bombas-para-proteger-su-isla

      Si nunca has ido a Córcega, deberías considerar visitarla. La isla, en la costa italiana, es uno de los lugares más bellos del mundo; cubierta de montañas nevadas, pequeños pueblos pintorescos y playas lujosas. En ciertos meses, se puede esquiar por la mañana y luego ir a nadar a una de las playas; es un paraíso. Sin embargo, el punto fuerte de Córcega es ser oficialmente la capital de los asesinatos en Europa.

      El año pasado, fui ahí para explorar la violencia en la isla. Una semana antes de llegar al aeropuerto Napoleón Bonaparte, dos corsos —un abogado llamado Antoine Sollarco y Jacques Nasser, presidente de la cámara de comercio— fueron asesinados. Llegué ahí para saber más del caso (y al mismo tiempo grabar una película del proceso). Los asesinatos ya no sorprenden a los corsos; desde 2008 han sido testigos de más de 110 asesinatos. “A principios de semana pensamos: Qué raro que no ha ocurrido un asesinato”, me dijo Gilles Millet, un periodista local. “Esta sociedad está cubierta de muerte. Le marcas a un amigo para salir y te dice: Hoy no puedo. Tengo que ir a un funeral. Aquí la muerte es parte de la vida diaria”.

      Le pregunté a Gilles acerca de los responsables de las muertes de Sollacaro y Nassser. “Todos saben quién cometió los asesinatos, pero con Sollacaro y Nasser no se sabe”, respondió. “A pesar de que todo mundo sepa acerca de quién cometió los asesinatos, en 2008 sólo ha habido cuatro juicios de los 110 asesinatos. Hay una cultura de silencio. Nadie habla, les da miedo”.

      La mafia corsa es una fuerza poderosa en la isla, y las riñas y problemas entre las pandillas y las familias son algo común. Algunas familias han estado peleándose por décadas, y no se puede descartar la posibilidad que Sollacaro o Nasser fueran victimas de algo así. Sin embargo, hay otro sospechoso en los asesinatos: los nacionalistas.

      La isla ha cambiado de poder varias veces a través de los siglos; los genoveses, los franceses, los británicos y los corsos. Ahora, los franceses están a cargo y la gente no está contenta con eso. Como resultado, se creó en los setenta, el Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC).

      En 1998, el grupo asesinó a un alto funcionario del gobierno de Francia en la isla, Claude Erignac. Desde entonces, debido a riñas internas y operaciones exitosas de las fuerzas de seguridad de Francia, la FLNC redujo sus operaciones. Ahora, sólo se limitan a bombardear casas de vacaciones de extranjeros adinerados. Dicen que bombardear es parte de su iniciativa para proteger su isla y deslindarla de convertirse en un destino turístico.

      “Cada vez que hay problemas que no pueden ser resueltos con los recursos existentes, la gente tiene derecho de ser violenta”, explicó Paul François Scarbonchi ex alcalde de Cuttoli.

      —¿Entonces no condenas la violencia?— le pregunté.

      —No—. Dijo. —Cuando la gente se siente atrapada, no hay otra manera de ser escuchado.

      Fue muy difícil para mí pensar en otro lugar del mundo que tuviera un alcalde que permitiera bombardeos en su ciudad.

      Salimos de la oficina del alcalde. Poco después, vi a un hombre viejo asomándose por la ventana y fumándose un cigarro. Nos invitó a pasar. Una vez ahí aproveché para preguntarle qué pensaba del uso de bombas para destruir casas.

      —Uy, aquí nosotros estamos haciendo un buen trabajo con eso— respondió.

      —¿Qué? ¿Usted también bombardea?

      —No, yo no —dijo. —Cuando digo nosotros, me refiero a los corsos—. Durante todo mi tiempo en la isla, no me topé a nadie que se opusiera a los bombardeos.

      El día siguiente, tuve una junta con Vincente Cucchi, una de las ambientalistas más importantes de Córcega.

      —Tienes que admitir que el movimiento nacionalista ha hecho un bueno trabajo en proteger su ciudad y la costa —dijo. —Las constructoras tienen miedo de construir porque sus edificios serán bombardeados.

      —¿Entonces no condenas la violencia?

      —No, aquí no la condenamos. La violencia es parte de la vida diaria. Es parte de la vida corsa. Es parte de nosotros. Tenemos que reconocer que la violencia tiene un impacto positivo en el ambiente.

      La mayoría de corsos están de acuerdo con Vincente. No quieren que su isla esté invadida por hoteles y residencias vacacionales que sólo extranjeros adinerados puedan adquirir. No quieren que compañías lleguen a derribar arboles para construir edificios. Quieren que la isla se quede como está, como siempre ha estado.

      Hay otro lado de la moneda. Se me contó una historia acerca de un rapero corso-argelino que posteó en Youtube un video de su canción. El video mostraba una bandera de Argelia. La siguiente semana, volaron su carro con una bomba. Mezquitas musulmanas también han sido atacadas con bombas, simplemente por ser cuartos de oración. Una vez más, es difícil dar con los responsables del acto.

      En un café en el pueblo de Ajaccio me encontré con un oficial de la policía. “Un bar árabe fue atacado con bombas. No estoy justificando lo que sucedió, pero esos bares son un poco escandalosos, y cosas ‘raras’ suceden ahí”, me dijo, haciendo hincapié en “raro”. También dijo: “Cuando el gobierno no nos da los recursos suficientes, los corsos toman la justicia por sus propias manos”.

      Nunca supe quién mató a Sollacaro y Nasser. En realidad, nunca se sabrá quien los asesinó. Pero sí tengo que admitir que me enamoré de Córcega, pero no de su chovinismo. Hay un gran orgullo de los ciudadanos por su tierra. Pero a pesar de su rechazo a los extranjeros, son personas muy cálidas con los foráneos. Es un lugar donde un hombre viejo te invitará pasar a su casa. Mi único consejo es: no seas irrespetuoso con ellos ni su cultura, puede ser que vuelen tu coche.

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