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Autor: Borroka garaia da!

El concierto más punki de la historia se llevó a cabo en Gasteiz. Fue concretamente el segundo concierto del grupo Cicatriz, el cual era de la misma localidad. La famosa Lola, que todo el mundo la criticaba porque bebía y porque gritaba , aunque a ella le daba igual, en realidad no es solo un personaje de una canción de los Cica sino una persona real. El caso es que Lola, llamó al líder y cantante de los Cica, Natxo Etxebarrieta, el cual no tenía ese apellido por casualidad, ya que era el sobrino de Txabi y le comentó a ver si podían ir a tocar a un bar. A lo cual aceptaron.

Así que cogieron todos los bártulos y se presentaron y metieron junto a medio centenar de personas que iban hasta arriba en el bar San Marcos al grito de ¡Oye que venimos de parte de la Lola que tenemos que tocar aquí!. El camarero se quedó algo sorprendido o mas bien flipado pero la marabunta le pasó por encima, empezó el concierto, el público se bebió todo el bar sin pagar nada, y ya de paso de la emoción del momento lo destrozaron todo. Botellas estrellándose en las paredes, la gente cayéndose, cortaduras y desgarros por todas partes.

El tema es que al día siguiente Natxo llamó a Lola a ver porqué se había quedado sola y no había aparecido por el concierto. A lo cual ésta le replicó que fue al contrario, que fueron ellos los que no aparecieron en todo el día por el San Roque ya que ella estuvo todo el tiempo. ¿Pero cómo que el San Roque, pero si me dijiste el San Marcos?. No, no, te dije el San Roque.

Sirva esta anécdota para introducir el tema de las formas de lucha , su oportunidad, estética y lo idóneo de ellas según el contexto. Este debate ha vuelto a salir a relucir parcialmente otra vez a raíz de los eventos de las recientes movilizaciones de Gure esku dago, pero es algo que se arrastra de un tiempo a esta parte y cíclicamente siempre ha existido.

Me centraré primero en un detalle de algo concreto de lo que llamaría modalidades de participación. Las manifestaciones nacionales. Pese a que he acudido a muchas de ellas a lo largo de los años tengo que decir que a nivel personal no me gustan y que en muchas ocasiones me llegan a agobiar. Sea por el ritmo lento al andar, sea por la aglomeración de gente, el caso es que tiendo a ir hacia la acera, direccionando sigilosa y disimuladamente a los compis con los que vaya, y una vez en la acera meto la quinta marcha hasta adelantar la pancarta con vistas a ahorrarme la chapa final y tomar posiciones destacadas en la pole position de los bares o de donde se tercie. Esto es una opinión personal más basada en gustos y comodidades. A pesar de ello, no se me ocurriría decir que las manifestaciones nacionales no sirvan ya que dan pie por ejemplo a que muchas familias, niños y niñas y la viejilla guardia puedan participar y acudir a un entorno más o menos tranquilo y sin sobresaltos. Es decir, ha existido siempre un espacio concreto de participación y movilización, que se le conoce como manifestación nacional que ha propiciado una participación que en otros contextos es mucho más difícil que se de. A lo que si le unimos que siempre la masa cuantitativa tiene cierto valor, me resultaría ridículo decir que no hay que hacer más manifestaciones nacionales simplemente porque me agobien. En definitiva, lo que me gusta a mí no es igual a lo que le gusta a todo el mundo. O no tiene porque serlo, pero eso no da legitimidad política para rechazarlo.

Entrando ahora en lo que llamaría estética, ciertamente han existido diversas críticas a cierta imagen “pacifista” o “hippy” en diversas modalidades de participación, que si los globitos, que si las pelucas, que si los colores. Pero este es un caso similar a lo antes comentado, por ejemplo en actos de desobediencia o resistencia, la estética siempre cubrirá un segundo plano ya que lo central es la vehiculización de la desobediencia. Y en base a un contenido estético, guste o no guste tampoco se tiene legitimidad política para rechazarlo.

En realidad aquí tendríamos tres factores; formas, estética y fondo. El fondo es la vehiculización política que se quiere conseguir, la estética sería como se envuelve y las formas son las diversas herramientas que se hacen uso.

Y es en esos tres factores donde aparece el peligro de dogmatismo. Puede ser un dogmatismo estético tanto en un sentido como en otro, el cual es perfectamente gestionable ya que no tiene porqué existir una sola estética, un solo envoltorio. La estética nunca va a ser del gusto de todos y todas, es por ello que una misma vehiculización política se puede presentar de muchas maneras diferentes , y de hecho es bueno hacerlo así para dar oportunidades diversas de participación.

Puede ser un dogmatismo de formas de lucha en las que solo se aprueban unas y se rechazan las demás el cual también puede llegar a ser gestionable si independientemente de defenderlas o no, no se rechazan activamente, que hay una diferencia muy notable entre una cosa y otra. Rechazar tanto a pasado, como presente o futuro ciertas formas de lucha, aunque se entienda que en un contexto determinado no resulten eficaces (algo que siempre es muy discutible) es uno de los dogmatismos más peligrosos porque en realidad supera a todo el debate legítimo sobre formas de lucha y políticamente crea una ortodoxia que impregna a todo el accionar político en base a una Fe y siendo un factor importante para ir anulando la inteligencia colectiva parando al mismo tiempo la dialéctica.

Y finalmente estaría el fondo, la vehiculización política que se quiere conseguir, los objetivos, que a veces afecta tanto a la estética como a las formas y verdaderamente el dogmatismo llega a surgir cuando en esa base se producen tensiones aunque pasen desapercibidas o el debate sobre estética y formas lo oculten.

Por lo que a modo de resumen podría decir que si bien el fondo político requiere una sintonía adecuada y estar bien ajustado a las necesidades que se requieren, tanto la estética como las formas tienen que ser un debate totalmente abierto y permanente además de tener un amplio abanico que deje abierta muy diferentes posibilidades para maximizar energías, asegurar participación y mantener ofertas variadas tanto en nivel de implicación como de participación. En el momento en que formas, estética y fondo sean una verdad única no discutible el propio desarrollo político tenderá al colapso y el enemigo tendrá todas las posibilidades para a través de sus propias formas, estéticas y fondo neutralizar lo que se le oponga. Y esto se hace evidente cuando sin sentido la obsesión de que son necesarios nuevos moldes de acción político-social, nuevas e innovadoras formas de lucha, una renovación de discursos etc.. es utilizado para al mismo tiempo castrar un debate abierto y crear un discurso único.

He empezado con Cicatriz pero acabo con las Spice Girls. Las chicas de este grupo pop destacaban por sus identidades muy marcadas y diferenciadas que las hacían reconocibles, ya que cada una tenía un estilo particular y concreto, siendo apodadas internacionalmente como Emma: Baby Spice (La Infantil), Mel B: Scary Spice (La Salvaje), Geri: Ginger Spice (La Pelirroja), Victoria: Posh Spice (La Elegante) y Melanie C: Sporty Spice (La Deportista).

El caso es que esta táctica y operación estudiada de marketing y comunicación hizo automáticamente que por una u otra razón, sectores amplios de la juventud e infancia se identificaran con una u otra, acumulando desde diferentes perspectivas y actitudes una gran masa de seguidores y fans. Este enfoque ya había sido y siguió siendo exportado a muchos niveles que superan el ámbito de la música y en la mayoría de las ocasiones suele tener un éxito más que apreciable.

No es bueno empeñarse obsesivamente en algo. La diversidad, también en las formas de intervención, táctica y estrategia es un valor indispensable. Todo puede llegar a tener su espacio y su momento. Impulsémoslo todo con la mente abierta, mejorando donde haya que mejorar y no cerrándonos a nada ni intentando que se comulgue con ruedas de molino

3 thoughts on “Lola, los Cica y las Spice Girls

  1. Enuncias BGD unos problemas radicales en lo que toca a EH y su lucha.
    Sospecharia uno que la estética es o deberia ser uno de los temas centrales de esta lucha. Y por estética no me refiero solo a que Idigoras usara un jersey rosa con el que siempre le recordaremos, tampoco los cortes de pelo de los noventa, las barbas de los setenta o los pendientes de los ochenta que también fue importante como elemento aglutinador (y a la vez distanciador) me refiero a la estética como percepción de esa lucha.
    Recapitulemos un poco, mas o menos hasta que el PSOE llega al poder en 1982 la estética de la llamada cuestión vasca estaba clara en la calle. Andaban a sus cosas la gente de ETA y a su vez tenias un monton de gente desarmada manifestándose que era apalizada por sistema por unos ultraviolentos policías. Tenias a chavales en vaqueros y camisa, si acaso con un pañuelo de cuadro cubriéndoles la cara frente a unos tipos con botas militares, correajes, cascos de acero y armados con escopetas y porras. Los primeros corrian cuando podían delante de los segundos, los segundos eran los feos, los de grandes bigotes y raros acentos. Por entonces lo teníamos todo: Pelea por la libertad, estatus de perdedores, perseguidos, captura y fuga (Sarri Sarri) y muchos tiros. A los otros les quedaba el plan ZEN y tras las emboscadas de 1980 salir en patrullas en enormes blindados marrones o verdes que les distanciaba aun mas de los nativos.
    Tuvo que pasar algun tiempo hasta que en algun despacho o universidad de Madrid se les ocurrio la idea de que la diversión no podía correr solo a cuenta de una parte y decidieron que era ya la hora de enfrentar a los vascos en la calle. Estaba claro que las FSE nunca serian populares, el franquismo y postfranquismo estaban muy recientes y las encuestas arrojaban datos muy raros sobre quien no querria la ciudadanía tener como vecinos asi que sino querían vecinos militares solo quedaban para la lucha española… los vecinos!. Y se les saco a la calle, y se les enfrento con la gente de la IA y se aprovecho (ya que electoral y socialmente son minoría) su estatus de perdedores y se les dijo que eran perseguidos, se organizaron en multiples asociaciones y, tal y como afirmo Savater, lo pasaron fenomenal, pasaron de victimarios a victimizados. Dijeron, démosles a ellos la carga de los perseguidores. Nos cambiaron el marco y casi ni nos dimos cuenta y nos distanciamos de los nativos.
    El resultado de todo esto fue una desorientación tal, un conflicto tan absolutamente autoreferencial que era inexplicable en la estética de su lucha salvo que se hubiera vivido o mamado desde el principio.
    A algunos años vista de todo aquello nos parece que aquella estética en algunos casos era un poco ingenua y maxime cuando la estética de lucha unionista se hundio hace ya cuatro años convertida en un vociferante coro de asociaciones de victimas utilizadas y radicalizadas con no se sabe que fines. En breve todo esto pasara a los libros de historia y lo que ahora llaman “el relato” se ajustara, la memoria filtrara y creara nuevos mitos que alimentaran a las futuras generaciones. Y entre tanto no habrá nuevos jóvenes que se organicen en pequeños grupos a los que llamaran como los montes o ríos de sus pueblos o como sus amigos caidos.

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