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Los Comités de Defensa del Referéndum -o de la República- ponen sobre la mesa el potencial organizativo y combativo de los movimientos populares y asamblearios. Descubrimos las experiencias del Berguedà, Cerdanyola del Vallès, Sabadell y el Baix Montseny

Evitando apropiaciones indebidas y diferenciando los contextos sociales y políticos que han atravesado y atraviesan la historia catalana, el reciente surgimiento de los Comités en Defensa del Referéndum (CDR) puede encontrar un espejo en un antecedente histórico y geográfico. Hablamos de los comités revolucionarios de barrio, surgidos en respuesta al golpe de estado fascista-militar del año 1936, como una extensión de los ya existentes grupos de afinidad y los comités de defensa de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). A pesar de reconocer algunos paralelismos, Marc Dalmau, cooperativista y librero del barrio de Sants de Barcelona, ​​insiste en las diferencias entre ambos momentos históricos: “La principal se encuentra en la dimensión material. En ese momento estaba en juego la supervivencia, se venía de años muy duros de la dictadura de Primo de Rivera y la gente ya tenía experiencia organizativa y de redes de apoyo mutuo “. Una experiencia que principalmente provenía de los grupos de acción organizados ante el pistolerismo patronal (1917-1923) y reformulados como grupos de afinidad y cuadros de (auto) defensa, según recoge el historiador Agustín Guillamón en su libro Los Comités de Defensa de la CNT en Barcelona (1933-38).

Los comités anarquistas entonces operaban, en un primer momento, de manera clandestina, a menudo conformados por guerrillas de pocas personas suficientemente experimentadas que se organizaban ante las numerosas amenazas y enemigos -policías, sacerdotes, fascistas y políticos burgueses- de la potente CNT de entonces (20.000 militantes sólo en Barcelona). Se trataba de brazos armados del sindicato, financiados por cuotas de sus militantes, que tenían el doble objetivo de representar el poder obrero armado y de abastecer a la población de suministros mediante comedores populares, mercados y manteniendo escuelas, hospitales y ateneos.

Según la recopilación de Guillamón, el detalle y la precisión con que estaban configurados los comités a escala regional-nacional y gremial-sectorial les permitió hacer frente e incluso batir, en julio de 1936, “el armatoste militar y policial del Estado “que se alzó en Cataluña. Dalmau añade que, aunque todavía en fase embrionaria, el centenar de CDR actuales -en los que en barrios de Barcelona- “en cierto modo también han hecho cristalizar unas redes de autoorganización que ya existían previamente”. El librero concluye apuntando que “el conflicto actual no está tan escalado como entonces”, aunque añade que el momento determinante será aquel en que se cruce la barrera de lo simbólico y de lo material: “El conflicto por la soberanía corre el riesgo de caer en la espectacularidad y de acabar siendo tan sólo un producto mediático que defienda símbolos vacíos y posturas identitarias “. Por ello, “los CDR son de las pocas oportunidades que nos quedan para desbordar el régimen y el marco hegemónico neoliberal planteado”, concluye.

Cada municipio, un modelo de defensa

La tarde del martes 26 de septiembre, casi una semana después de que la Guardia Civil ocupara las oficinas del Departamento de Economía de la Generalitat e intentara entrar por la fuerza en la sede de la CUP, las vecinas de muchos pueblos de todo de Cataluña bajaron a las plazas de sus municipios para organizarse en asamblea y decidir juntas como tejer una estrategia conjunta para defender las urnas el 1 de octubre, al mismo tiempo hacer frente a la posible represión de los cuerpos policiales. Era el nacimiento y la extensión de los CDR fuera de las grandes capitales y ciudades del país. Arantzazu Sans, vecina de Sant Antoni de Vilamajor, nos explica que “después de lo que pasó el día 20 de septiembre muchas vecinas pensamos que nos teníamos que organizar” y considera “increíble” la reacción de este pequeño y tranquilo pueblo del Baix Montseny. El comité de su municipio se reunió con otras vecinas del pueblo de al lado, Sant Pere de Vilamajor, para “sumar fuerzas y llegar a más lugares”, y en la segunda asamblea -dos días después- ya eran 80 personas organizadas “para defender las urnas “.

Cuarenta kilómetros más al sur, en el municipio de Cerdanyola del Vallès, los hechos se repetían el martes 26 de septiembre, cuando una treintena de ciudadanas se reunieron de manera totalmente espontánea en una sala del ateneo municipal para coordinar la actuación popular de cara tanto al referéndum de autodeterminación como la huelga general planteada para el 3 de octubre. Según afirma Ruben Losada, un sindicalista integrado en este CDR del Vallès Occidental, el objetivo es crear un espacio de base “que se organice por sí mismo y que pueda ir más allá de los hipotéticos frenos que pudieran surgir de la actual dirección del proceso “. De este primer encuentro sale la propuesta consensuada de convocar una asamblea abierta a todo el pueblo el viernes siguiente para coordinar las acciones de cara al día de la votación. A esta segunda convocatoria asisten cerca de un centenar de personas, que se acaban coordinando a través de grupos de Whatsapp y de Telegram, tanto a nivel municipal como de barrio.

En la capital del Berguedà la aparición del CDR fue posterior al 1-O. Durante una asamblea abierta celebrada el 2 de octubre para analizar lo sucedido en el referéndum se propuso la creación de una coordinadora de CDR de Berguedà con el objetivo de facilitar la organización de futuras acciones y movilizaciones en la comarca. Bernat Esteve, miembro de la coordinadora, explica que “cuando al tocar la puerta de los pueblos que se habían movilizado para defender las urnas el 1-O nos dimos cuenta que en Gironella ya Casserres ya se estaban organizando en comités, a diferencia de Berga, donde hasta entonces la protección de las urnas había recaído principalmente en manos de las asociaciones locales, el ANC y Òmnium “. En otros pueblos como Vilada, Puebla y Guardiola también se han empezado a organizar en esta línea, y ahora ya participan “en la red de información comarcal que hemos creado”, añade Esteban.

En Cerdanyola, Berga y los dos municipios del Baix Montseny, los comités se encargaron de organizar actividades desde la noche anterior al referéndum, y así defender los colegios electorales. Según Adrià Vilches, miembro del CDR de Sant Antoni de Vilamajor, “aparte de la gente que participaba en el comité, muchas vecinas del pueblo llevaron comida y bebida durante todo el día a las personas que protegían la escuela. Espontáneamente, se creó algo muy bonito ese día. Se hizo pueblo “, afirma. “Teníamos cubiertos los seis puntos de acceso al pueblo, y nos íbamos comunicando minuto a minuto de lo que iba pasando”, comenta Sans, que explica que “al principio la gente tenía miedo de bloquear carreteras, pero cuando llegaron los avisos que quizá venía la policía española muchas personas se animaron y llevaron tractores, e incluso un camión, para bloquear los accesos al pueblo y no dejarlos pasar “. Finalmente, la jornada de votación se desarrolló con total normalidad en los dos municipios del Baix Montseny, al igual que en Cerdanyola, donde la defensa popular de los puntos de votación hizo posible que más de un 40% del electorado se acercara a cualquier colegio o entidad electoral para emitir su voto en libertad.

Un aspecto relevante de lo que ocurre en los pueblos es que, como que hay un único punto de votación, “se junta gente muy diferente y se produce un choque de legitimidades entre la manera como se quiere actuar desde el Ayuntamiento y lo que se quiere hacer desde los comités “, explica Vilches, que considera que” mucha gente está acostumbrada a que le digan desde arriba lo que debe hacer y no se siente cómoda participando en la toma de decisiones “. Por ello considera que este movimiento de organización es “realmente transformador”, y que muchas vecinas por primera vez han funcionado de manera asamblearia y autogestionada: “En los CDR queremos trabajar desde la autoorganización: bajar a la calle y participar. No queremos esperar a que el ANC o el Ayuntamiento nos digan qué tenemos que hacer. Queremos ser responsables de nuestras decisiones como vecinas. Reunirnos en la plaza y entre todas decidir los próximos pasos. “

En Cerdanyola la falta de un espacio popular previo tan transversal, donde se reunieron visiones políticas y sociales muy diferentes, creó discrepancias entre sus miembros. Según Ester López -militante feminista y miembro del CDR del municipio- muchos miembros del comité señalaron, especialmente con relación al ANC y Òmnium, que tienen una jerarquía “demasiado vertical” y “poco transparente”. “Este conflicto crea muchas contradicciones dentro del CDR, pero se trata de saber hacerlas encajar y superarlas con éxito”, sentencia.

Autoorganización después del 1-O

La historia de los CDR no acaba con el referéndum, y muestra de ello es que después del 1 de octubre las asambleas de los comités de pueblos y ciudades se coordinaron para efectuar acciones durante la jornada de huelga general convocada para el martes siguiente: miles de cerdanyolenses se asociaron con vecinas de Ripollet para cortar la autopista C-58 durante tres cuartos de hora, un día en que Cerdanyola del Vallès vivió una de las manifestaciones más multitudinarias de su historia. Por su parte, Vilches y Sans explican que los miembros del comité del Baix Montseny se sumaron a la llamada organizada desde el CDR de Cardedeu para cortar la AP-7 la mañana del 3 de octubre, que consiguió detener el tráfico por completo en los dos sentidos de la marcha durante media hora.

“Como los acontecimientos están siendo tan inmediatos no tenemos tiempo para digerir todo lo que está pasando y nos falta un debate profundo para analizar todo lo que está sucediendo”, explica Sans, que nos detalla que desde el CDR están organizando unas jornadas de debate para trabajar la parte emocional después de estos días tan intensos: “hay muchas personas que después de la violencia y la tensión que están presenciando lo que más necesitan es apoyo psicológico y anímico. Creemos que es importante que desde los comités también se trabaje esto “, afirma. Y como retos futuros, ambas coinciden en señalar que los comités deberían saber llegar también a la población migrante del pueblo y en la gente que vota ‘no’: “Ahora queremos iniciar una comisión para intentar acercarnos a estos sectores. Si queremos hacer un nuevo país para todos, estas personas también formarán parte; por tanto, es necesario que trabajamos todas juntas “, concluyen desde el Baix Montseny. Desde el Vallès Occidental, López cierra la conversación: “Se trata de mantener la movilización popular en clave municipal, tejer nuevas maneras de hacer política y seguir construyendo una estructura social de base que permita a los ciudadanos apoderarse tanto de la política como de sus propias vidas “.

Coordinación y futuro en el encuentro de Sabadell

El 14 de octubre, los CDR de toda Cataluña compartieron experiencias y debatieron sobre las potencialidades de coordinarse a escala supramunicipal. Helena Vázquez, portavoz del CDR nacional surgido del encuentro de Sabadell, se muestra satisfecha: “Superamos las expectativas, 91 asambleas y 200 personas. Entendemos que fuimos clave para defender los colegios y para hacer efectivo el derecho de autodeterminación, la gente ahora pide continuar la movilización “, afirma. Múltiples voces expresaron la necesidad de la autonomía de los CDR y de su composición local para que puedan decidir sin injerencias. Se abordó el malestar y la desmotivación generada después del 1 de octubre pero se mantuvo la consigna firme de defender la voluntad popular, hacer frente a la represión y exigir la retirada de las “fuerzas de ocupación”.

“Recuperaremos las calles ante futuros golpes represivos o de suspensiones de la autonomía. Tenemos la obligación de repetir movilizaciones masivas y pacíficas, pero firmes “, añade. Entre otras vías, decidieron seguir apostando por movilizaciones que incluyan acampadas indefinidas, manifestaciones e incluso huelgas de hambre rotatorias delante de edificios públicos.

A una escala más amplia, se debatieron alternativas económicas y de consumo que puedan bloquear las estrategias del Estado español. Como retos inmediatos, el encuentro remarcó la necesidad de organizar una red de apoyo a poblaciones donde todavía no hay CDR, incluir personas migradas y / o que no vengan de colectivos sociales y trabajar en el proceso constituyente. Una de las herramientas que sale del encuentro es un mapa interactivo organizativo colgado en la red y que se irá ampliando día a día.

1 thoughts on “Defensa popular del 1-O y la República

  1. Creo que en Cuba, después del intento de desembarco en Playa Girón o Bahía Cochinos, poco después de la revolución, de tropas financiadas y armadas por los USA, se organizaron también unos CDR (comités de defensa de la revolución).
    A finales de los noventa, treinta años después, seguían existiendo en los barrios populares este tipo de autoorganización. Los llamados cederistas.
    Lo que no se es cómo son ahora: si autónomos o dependientes del Estado. Si están burocratizados y controlados. O tienen suficiente capacidad de autoorganización etc.
    Supongo que en un primer momento, el propio Estado cubano patrocinaría esta opción popular, para defenderse de nuevos intentos desde Miami.
    Tampoco sabemos si este modelo puede compararse, enseñar algo a la experiencia catalana etc.
    Tal vez haya algún exiliado vasco en Cuba, que pueda estar leyendo esto y nos pueda decir algo mas.

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