“El aula de 4 años fue de excursión a la comisaría de la Ertzaintza”

Autor: Borroka garaia da!

“El aula de 4 años fue de excursión a la comisariía de la Ertzaintza”. Eso se podía leer la semana pasada en una web de un colegio infantil y centro de estudios. Concretamente en una de las zonas más castigadas y pobres de Euskal Herria. No es el único ni mucho menos. A lo largo de los últimos años se está incrementando exponencialmente la presencia en las aulas de centros de estudio y de la infancia vasca de los diferentes cuerpos policiales y militares que operan en Euskal Herria, así como la presencia de menores invitados a dependencias policiales. El objetivo de estas prácticas resulta más que obvio. Ya desde la más tierna infancia quieren llevar a los niños y niñas vascas hacia la sumisión a “figuras de autoridad” que por otro lado son las encargadas de aplicar el monopolio de la violencia de estado que ocupa a Euskal Herria y mantener a la sociedad vasca divida en clases y no del colegio precisamente.

 

No serían muy distintos proyectos como herenegun o similares. Y es que la experiencia de intento de lavado de cerebro y manipulación a la infancia y juventud vasca es histórica en los colegios desde el franquismo pasando por “gesto por la paz” y llegando a las incontables medidas represoras que actualmente están en efectivo en un sistema educativo-mercado que no tiene bastante con mantener en un guetto segregados a los hijos e hijas de la clase más baja del pueblo trabajador vasco sino que avanzan a paso acelerado en un modelo capitalista que como único objetivo tiene desechar piezas o la integración sumisa y precaria del alumnado en el competivismo y la explotación, que se agrava por momentos, de la normalidad irracional de la opresión nacional, social y de género cotidiana.

La mayoría del estudiantado es una fracción numerosa de la clase trabajadora vasca. Produce valor diferido al ser parados encubiertos, almacenados y preparados como fuerza de trabajo futura o para ser desechados y conformar de esta manera el “ejército de reserva del capital”. Reciben una formación diseñada para ello que les dota de un valor de cambio en el mercado. La característica común es que no tienen capacidad de decisión y están cuidadosamente invisibilizados con lo que se da alas a la barata criminalización o difamación. Los centros de estudios de esta manera son fábricas de piezas del sistema que necesitan un engrasado determinado. He ahí la necesidad de que la policía de la burguesía se haga presente, de planes de ideologización tempranos incluso en la infancia, o que sea la burguesía vasca la que gracias a la imposición del sistema educativo español o francés vigente haga caja.

Por eso existe entre otras muchas cosas el sindicalismo estudiantil y sus grupos de autodefensa. Odiados y no menos temidos por las diversas fracciones de la burguesía. Sobre todo cuando ese sindicalismo está en alza y es capaz de intervenir audazmente de forma efectiva para desnivelar la balanza en favor de los intereses del alumnado que son el del conjunto de la clase trabajadora. Lo vimos en la ikastola Arizmendi. Lo hemos visto también en Orixe y en más lugares. Y hoy mismo lo estamos viendo también en Eunate con la respuesta ejemplar hacía la dirección de un centro escolar que no ha tenido mejor idea que llenarlo de cámaras de videovigilancia como si el estudiantado fueran unos delincuentes y no precisamente lo sean los que dan de comer mediante el robo a la clase trabajadora a diversas direcciones empresariales, incluidas en ellas muchas de la “enseñanza”.