Si me engañas una vez, tuya es la culpa…

Autor: Borroka garaia da!

…si me engañas dos, es mía. Así decía el filósofo griego Anaxágoras seguramente porque alguna vez se confió demasiado y se la metieron doblada.

Hacia el 2003 la izquierda abertzale aún se encontraba inmersa en una profunda crisis. Tras la ruptura del proceso de Lizarra-Garazi, la escisión de Aralar y uno de los peores resultados electorales de la historia del MLNV, una sensación de ansiedad se iba imponiendo.

El estado aprovechó esa coyuntura y moral baja para dar pasos en la estrategia ilegalizadora y represiva con el objetivo de quebrar definitivamente a la izquierda abertzale. El PNV de manera complementaria mediante el plan Ibarretxe intentaba triangular de tal manera que sacase a la izquierda abertzale completamente de la ecuación. Un plan fantasma para el que no tenían ninguna intención de confrontar y diseñado explícitamente para que no fuera apoyado por el MLNV o le creara más grietas, para ello habían insertado en él consignas anti-ETA.

De esta manera, en los cálculos jeltzales se buscaba retomar fuertemente el centro político que había peligrado hace escasos años, sustituir a la izquierda abertzale por Aralar en interlocución a su izquierda, mantener un discurso soberanista teórico pero sin horizonte práctico y seguir gestionando con tranquilidad el poder autonómico español.

El plan ibarretxe que en teoría buscaba un nuevo estatus y proclamar el derecho a decidir acabó siendo papel mojado. No simplemente porque el estado se lo cepilló de buenas a primeras sino porque en realidad los objetivos del laboratorio del PNV no pasaban por llevar ese plan adelante. El apoyo crítico de la izquierda abertzale puso en evidencia dos cosas: Que el plan ibarretxe era pura retórica propagandística para un partido como el PNV, incapaz de enfrentarse al estado español y que ese estado hace cualquier cosa necesaria para que no decida la sociedad vasca.

Ha pasado una década desde que ese plan fuera presentado en el parlamento vascongadillo español y dos décadas desde que ese mismo parlamento aprobara la autodeterminación. Y aún ponen caras serias muchos parlamentarios “abertzales” como si se decidiera ahí entre esas paredes el destino de nuestra nación. Panolis.

Ayer 31 de Julio, día en el santoral católico de San Ignacio de Loyola, ( un traidor y mercenario que en realidad se llamaba Iñigo y combatió con el ejercito monárquico castellano contra sus propios hermanos y el Reino de Navarra ), el PNV en boca de Ortuzar afirmó que el próximo mes se activará una ponencia en Gasteiz por un nuevo estatus para que el derecho de la ciudadanía a decidir libremente su futuro se instale. De traca.

¿Ha cambiado el estado español en esta década algo como para indicar que vaya a aceptar ahora el derecho a decidir (que es la forma naif de decir autodeterminación) ?. Por supuesto que no.

Si no dejaron pasar hace una década la propuesta de nuevo estatus ¿Qué tiene planteado el PNV esta vez para que no ocurra lo mismo?. Nada.

Dice Ortuzar que «aquí la izquierda abertzale sigue instalada en su discurso tradicional de que el final de ETA vendrá de una negociación con los gobiernos francés y español. ¿Acaso no perciben que esperar a que Madrid mueva ficha deja todo en manos de Rajoy? ¿No se dan cuenta de que pensar en negociaciones o en diálogos, que hoy por hoy no llegarán, da al Gobierno español la tutela de la situación?».

Dejando de lado que yo no he oído nunca que el final de ETA vendrá de una negociación  (nunca ETA ha hablado de disolución), cabría preguntarse que impide al PNV, siguiendo su propia lógica, no darse cuenta que promover un nuevo estatus o el derecho a decidir dentro de la legalidad española es dejar la tutela de la situación al estado español así como la capacidad de decidir. A no ser claro que se trate de un nuevo pacto de sumisión. Algo muy jeltzale.

¿Cuántas décadas más hacen falta para poner en efectivo un plan que realmente ponga encima de la mesa una hoja de ruta hacia el ejercicio de la autodeterminación y esté dispuesta a saltarse todos los impedimentos?.

Si lo dejamos en manos exclusivamente de partidos que se vayan repartiendo  sillas ( y “butacones” para algunos) porque podemos esperar sentados.

Si me engañas una vez, tuya es la culpa… si me engañas dos, es mía. O al menos eso deberían pensar aquellos 600.000 de Ibarretxe, o los que queden.

Ortuzar, disfrazado de soberanista escocés en carnavales y de soberanista vasco el resto del año.