Home

Piketes informativos entran en Mapsa e informan a los trabajadores.

Autor: Borroka garaia da!

A mediados de los 70 nació LAB. Pero es erróneo decir que nació el sindicato LAB. Pues LAB en sus inicios no fue un sindicato tradicional sino un movimiento de masas asambleario. No sería hasta 1977 cuando en asamblea nacional se decidió pasar de movimiento asambleario de masas a sindicato. Al año siguiente también nacería la unidad popular para dar respuesta político-institucional a todo lo que se estaba fraguando de la reforma franquista. Este cambio de caracterización de LAB básicamente sería también una respuesta a la nueva coyuntura que se estaba abriendo en el ámbito socio-laboral.

Tanto el sindicalismo como la lucha institucional comparten potencialidades y beneficios pero también comparten limitaciones y peligros. Obviar la lucha institucional o sindical puede llevar a un movimiento a su irrelevancia debido a cómo está constituido el sistema. Al mismo tiempo debido a esa constitución sistémica, el institucionalismo y el sindicalismo tradicional se quedan paticortos para precisamente cambiar ese sistema.

Las democracias burguesas tienen un sistema sofisticado de asimilación de movimientos revolucionarios. Incluso las más autoritarias de entre ellas y que están levantadas en bases muy reaccionarias como la española, que hacen amplio uso de esquemas clásicos fascistas muy violentos y que apenas llegan al rango homologable de democracia burguesa.

La distribución y gestión del poder es uno de ellos. Dejando inaccesibles los verdaderos centros de poder y mando, especialmente el económico que es el central, los oprimidos se disputan entre ellos la gestión del sistema a la sombra delegada de sindicatos o partidos. En esa pelea se desfogan y ahogan comúnmente la mayoría de movimientos.

Los que no lo hacen, se encuentran con otros problemas. El sistema ofrece varios caminos para ello. Crea toda una estructura especialmente diseñada para que el poder popular no se pueda levantar y para invisibilizar a la disidencia con el objetivo de producir procesos de marginación pronunciados. De esta manera, el acceso a los medios de comunicación es un lujo de una élite selecta, la no participación en las instituciones del sistema silencia y margina, y un largo etcera. Es decir, el sistema está diseñado de tal manera que el oprimido generalmente se ve en la necesidad de hacer uso del propio sistema ante el peligro que detecta de quedarse fuera de juego. Aunque claro está, es su juego, el del sistema. Es su terreno y son sus normas.

Por otro lado tenemos a la fuerza ciega del capital. Objetiva, autista e irrefrenable. Es por ello que la defensa de derechos mínimos de la clase trabajadora en plena crisis estructural no solo no ha conseguido ningún resultado, sino que no lo conseguirá. Y se irán apilando cada vez más todo tipo de retrocesos hasta que el capital arranque su ciclo de toma de plusvalía en las condiciones favorables que requiere. Por lo tanto nos encontramos en una situación en la que si no se producen cambios radicales políticos y económicos por fuera de la lógica del capitalismo y del entramado burgués no hay espacio para la recuperación de derechos ni mucho menos para reclamar nuevos avances. El capitalismo es una dictadura de clase. Y el institucionalismo y el sindicalismo en realidad son sus herramientas permitidas porque precisamente son muy inoperativas para producir por si solas cambios radicales políticos y económicos por fuera de la lógica del capitalismo y del entramado burgués al que pertenecen y en el cual participan.

De esta manera, hemos podido constatar en las últimas décadas que el sistema inmunológico del capitalismo ilegaliza o amenaza de ilegalización a propuestas institucionales radicales de cambio de sistema y que cada vez más limita el poder fáctico del sindicalismo.

Esta conjunción de factores; las limitaciones intrínsecas del sindicalismo, la fuerza ciega del capital y la represión encubierta o plenamente abierta, han dado como resultado que el sindicalismo haya entrado desde hace tiempo en una espiral descendente con picos ascendentes que se evaporan en la rutina del resistencialismo con escasas o pocas opciones de poder revertir la situación y uno tras otro se han ido perdiendo derechos y se han ido ganando retrocesos nuevos.

Pese a que en Euskal Herria afortunadamente la mayoría sindical no ha cumplido una labor de acompañamiento del capital ni haya cedido a sus trampas, el sindicalismo en Euskal Herria no se ha podido abstraer al recorrido histórico del capitalismo debido al resistencialismo neto. No se ha trabajado una alternativa estratégica frente al capitalismo y la lucha se ha circunscrito a mejorar el sistema y que la clase trabajadora esté lo mejor posible dentro del capitalismo.

Esto era funcional mientras el sueño del consumismo se abría paso en la clase trabajadora y mientras que se creía que el estado de bienestar era algo así como un capitalismo justo y defensor del trabajador como nos vendía la socialdemocracia y algunos incansables  como Koldo Saratxaga siguen haciendo. Pero el estado de bienestar no fue más que un espejismo fruto de la cesión del capital ante el “problema revolucionario” tras la segunda guerra mundial, sin cambiar en nada las estructuras político-socio-económicas. Hoy, esa etapa ya quemada por el capital, especialmente en el sur de Europa es irreversible porque precisamente no se tocaron las estructuras político-socio-económicas. La socialdemocracia vuelve a decirnos que sin tocarlas se puede volver al fantasioso estado de bienestar. Pero el capital no tiene nada que ceder ya sino que está arrebatando más y más, y mucho menos cedería mientras esa socialdemocracia haga de apagafuegos del “problema revolucionario”.

Ante esta situación en la que el sindicalismo se vería con muchas dificultades y en la que algunos incluso se atreverían a decir que es inservible o que aporta tensionamiento innecesario con sus huelgas y sus obrerazos, otros pretenderían insertar aún mas en las lógicas del capital al sindicalismo mediante el “gemba Kaizen”, es decir, mejoramiento continuo en el lugar de trabajo (que ademas lo suelen combinar en las empresas con los sistemas estandarizados de control de calidad, -ISO, etc.-, además de los programas de “optimización”, “just in time”, “error cero”). La explicación de todo esto proviene de la nueva fase del capitalismo que se inició en los sesenta (finalización de los 30 dorados), lo expone Marx en El Capital, en la comprensión teórica profunda.. que no es otra cosa que el agotamiento al final en la contradicción intensidad de trabajo-duración de jornada; que al final explota; y que se le conoce como toyotismo en términos genéricos.

El aspecto macabro: El capital aliena, esto significa inicialmente “que separa” (esto es lo que significa alienar ); además domina (es decir, subsume, domina al trabajo, y lo recrea); en una fase formal en su inicio; y luego de modo real (recrea, es decir que modifica al trabajo vivo a su modo y forma). En el toyotismo estamos ante una subsunción más profunda, la segmentación de la “individualidad” del trabajador, queda anulada su “intimo privado”, para convertirse en célula de un cuerpo superior integrado en una unidad cercana y constante, llamado círculo o equipo, bajo un lider (por eso el trabajo en equipo, y precisamente como en ingeniería de diseño al modelo toyota, se le defina precisamente como “modelo celular”). …lo macabro es el numero de suicidios que produce, es el capital penetrando en el cuerpo. Trabajadores compartiendo “responsabilidades” con empresarios para una mayor optimización en la extracción de la plusvalía, mediante técnicas de intensificación del trabajo (por algo, las personas son “lo mas importante”, pues claro, es a quienes hay que ordeñar plusvalía, la savia del capitalismo). Esta es la apuesta de la mediana y partes de la pequeña burguesía vasca, con sus promesas de estado de bienestar. Subsumir en un interclasismo barato al pueblo trabajador vasco y “entre empresarios y trabajadores” en alegre biribilketa dar solución a las problemáticas.

O vamos hacia adelante o vamos hacia atrás. Y ante esta situación de incertidumbre y de cantos de sirena que quieren reducir el sindicalismo incluso por debajo de las propias limitaciones intrínsecas que tiene, solo cabe ir hacia adelante.

Y en este caso para ir hacia adelante hay que mirar hacia atrás para ganar perspectiva. Hay que irse al nacimiento de LAB, a ese contexto. Hay que irse después a la transformación de LAB en un sindicato. Hay que ver la trayectoria, lo que se ha perdido en el camino y lo que se ha ganado. Se ha ganado una referencia importantísima entre la clase trabajadora vasca, miles y miles de trabajadores han vistos sus derechos defendidos. LAB junto al resto del sindicalismo vasco no alineado con el capital se ha convertido en la primera barricada de defensa en los puestos de trabajo. Una herramienta de autodefensa insustituible. Pero por otra parte se han creado compartimentos estancos; los parados y paradas, la juventud, la mujer trabajadora no remunerada, etc…

Es decir, el paso de movimiento asambleario de masas a sindicato tradicional ha producido un corte en la clase trabajadora (que no es solo la que tiene trabajo). Por otra parte y pese a que el sindicalismo vasco ha tenido iniciativa política y propuestas, el no impulso de una alternativa estratégica mediante una praxis concreta contra-hegemónica al capitalismo ha enquistado al sindicalismo en la política de lo posible dentro de lo que hay y no de su cambio por otra cosa.

En el caso de Euskal Herria hay que añadir problemáticas concretas internas del movimiento de liberación que tampoco ayudan en esa tarea. La inexistencia de una estrategia de luchas de clases compacta con objetivos estratégicos definidos, lo cual ha hecho reducir al sindicato “ a cosas de los trabajadores” cuando es cosa de todo el movimiento por igual. Es decir el paso de lo estratégico a lo sectorial sin ningún sentido.

Lo cual nos lleva a una realidad dura de aceptar. No existe ninguna alternativa superadora del capitalismo de cara a Euskal Herria por parte de la izquierda abertzale. No al menos una que tenga una praxis derivada.

Las consecuencias de que no se haya avanzado en ese análisis estratégico de estado vasco socialista es que la unidad popular, mas allá del lema de estado socialista y la mención a instaurar una economía planificada tomando como principio la socialización de los medios de producción en un proceso de lucha de clases, no tiene absolutamente nada desarrollado en ese sentido y la opción hegemónica a día de hoy en ciertas estructuras y en el academicismo es la de lograr un capitalismo menos feroz, ya sea a través de un “socialismo identitario”, que no supera el capitalismo, o en el peor de los casos apostando sin ambages por la socialdemocracia pura y dura (o cosas peores como el toyotismo).

Es decir, a nivel estratégico la izquierda abertzale ha sufrido una erosión continuada desde hace muchos años que ha hecho pasar del socialismo a la “socioeconomía”. Y hablo a nivel estratégico donde el balance es desastroso. Hay errores para que así sea pero también situaciones objetivas muy difíciles de superar relacionadas con el conflicto. Sin embargo a nivel de “crear condiciones”, del día a día, el balance es bastante positivo. A través del movimiento popular se ha logrado levantar un espacio anti-sistémico inaudito para su entorno y una labor ingente durante muchos años de construcción nacional y social. Todo ello, la lucha de la izquierda abertzale y el movimiento popular, ha creado unos mimbres que hace que Euskal Herria sea la nación mas avanzada de cara a dar pasos hacia el socialismo de su entorno europeo.

Claro que una cosa es tener los mimbres, y otra muy diferente es avanzar. El no impulso de una teoría socialista vasca de carácter revolucionario que partiendo de la experiencia de la lucha generada en décadas y la propia historia, cultura e idiosincracia vasca vaya dibujando el plano de la democracia socialista para Euskal Herria y que falte un diseño estratégico global de la lucha de clases derivado de ello es una rémora casi insalvable que incide en todo ello haciéndonos instalar en limitaciones como el sectorialismo,o subsidiarismo de luchas que en realidad son estratégicas y dejando por tanto el camino libre a toda clase de teorías posmodernas o modas ideológicas que se las lleva el viento.

Por todo ello, dejar en manos exclusivas del sindicalismo algo que en realidad debe de ser una apuesta global hace que cualquier tipo de reinvención del sindicalismo esté sentenciada de antemano. Pues la reinvención se tiene que dar a nivel global de la izquierda, y especialmente de la abertzale. Un cambio de paradigma donde el sindicalismo desde su autonomía tenga su función y virtud.

En ese cambio de paradigma de la izquierda en mi opinión supone un abandono del tacticismo, una recuperación de lo estratégico, el surgimiento de núcleos contra hegemónicos de control obrero mediante la puesta en marcha de procesos de acción directa, una firme alianza con los “sectores estancos” antes mencionados (ahí reside la verdadera unidad de fuerzas que puede romper la baraja, no la unidad con el empresariado aunque se diga “abertzale”), el despliegue de la conflictividad social como rotura de la paz social interclasista para un reforzamiento del poder de clase.. todo ello en el marco de un proceso unilateral hacia la democracia socialista vasca. Hacia el estado socialista vasco independiente.

Es fundamental que la clase trabajadora pase a la ofensiva y empiece a construir en otros parámetros no dependientes del capital mediante cambios radicales y acción directa. Esto es totalmente similar a la construcción nacional vasca. La defensa de los “derechos autonómicos” e intentar parar la centralización española, y una vez conseguido eso intentar conseguir nuevas transferencias sería entendido como un suicidio independentista, es un suicidio socialista solo “la reivindicación de derechos sociales” que obviamente son parte sustancial de un proceso social de cambio, pero es parte de , no el proceso en sí mismo, si no tenemos ese proceso aquí y ahora, un proceso revolucionario con una alternativa y brújula hacia dónde ir y qué cambios estructurales son necesarios, sería lo mismo que en un proceso de liberación nacional desconocer la autodeterminación y la independencia. Como somos muchos y muchas las que creemos que la independencia y el socialismo son las dos caras de la misma moneda. Que se empiece a traducir en una praxis concreta:  A la construcción nacional vasca hay que unir una construcción social vasca. Una vía vasca al socialismo sin esperar nada. Y en ella, el sindicalismo tiene una función muy importante y destacada que llevar a cabo.

Una de las consecuencias casi inevitables presentes y futuras de la crisis sistémica es que el espacio para la reforma, incluso para la reforma no reformista, va a estar cada vez más reducido haciendo muy difícil que se pueda llevar a cabo políticas que superen el humanitarismo. Que es algo casi pre-político. El sujeto para llevarlo a cabo puede ser en algunos casos la remasterización de la socialdemocracia que tras algunos vaivenes estará condenada, en sus manos o en la de otros, a abrir un nuevo ciclo neo-neoliberal de no producirse una ruptura.

En este contexto es de vital importancia que la acción directa a través de la autoorganización y autogestión de un salto a todos los niveles y en todos los frentes. Y esto significa también que si a nivel institucional no se promueve la deconstrucción del poder sistémico en beneficio del poder popular, obrero y la auto-organización no quede apenas espacio para el movimiento.

En resumidas cuentas, reforzar la resistencia frente a los ataques y conservar lo bueno adquirido mientras que se retoma lo perdido en el camino y se vehiculiza todo ello hacia una alternativa de construcción de lo nuevo fuera de colaboracionismos y parámetros del capital. En como se pueda complementar bien estas dos facetas residirá el éxito. O sino queda la otra opción, acompañar al capital, y creer que junto al empresariado y la patronal se solucionarán los problemas de la clase trabajadora vasca cooperativamente.

La gente drogada de consumismo se acostumbró al paradigma capitalista de  “bienestar” pese a que nunca lo fuera realmente pero eso se acaba. El resultado es un destrozo social que no puede sino explotar eventualmente. Pero hay que trabajar mucho en recrear la conciencia de clase deshecha. Los intentos de la socialdemocracia serían apagar esa oportunidad y reencuadrar en el marco existente lo que tenga tendencia a abandonarlo. Hay que entender que la crisis es radical y el análisis y la praxis también deben serlo. Ya no se puede ser socialdemócrata ni soñar con el estado de bienestar dentro del capitalismo. Demostrar en la práctica  que no luchamos meramente contra los recortes o por la beneficiencia sino por un orden nacional y social nuevo surgido de una ruptura. Y pese a que el camino puede ser complicado, no caminarlo será lo único que puede hacer que perdamos.

1 thoughts on “A 40 años del nacimiento de LAB

  1. No puedo estar mas de acuerdo en lo que has escrito sobre el modo en que el estado profundo disecciona los movimientos no ya contestatarios (alguien sigue aun usando esta palabra?) pero tambien los “cuestionarios” promoviendo la mesura, la templanza, la paciencia, el consumismo, el futbol.

    El estado ademas propone unas reglas de juego fuera de las cuales cualquier otra respuesta es invisibilizada y si no es invisible es criminalizada (lo vamos a ver en las elecciones al parlamento foral de Navarra ahora que es mas evidente que nunca que la IA amenaza el gobierno de UPN). Para que nos hagamos una idea el estado propone una partida en un tablero de 128 casillas en el que puedes jugar solo en 64 de ellas, tienes que jugar a las damas, mientras el tiene sus fichas para jugar a las damas pero tambien las del ajedrez y te dice ademas que si utilizas tus fichas del ajedrez te cruje por terrorista.

    Por otro lado efectivamente la dialectica trabajo capital no se soluciona con unos sindicatos enfrascados en tiras y aflojas sobre las condiciones de vida de los trabajdores pero es que tampoco es cierto que no se hayan producido mejoras, lo que tampoco se puede negar es que a rebufo de la crisis el capital de nuevo ha aprovechado para meter mano a esas condiciones.

    Finalmente y en torno a la gente drogada por el consumismo. Es cierto?. No sucede que cuando se habla con cualquiera de la inmensa mayoria de la clase trabajadora vasca (por cierto este concepto desaparecido en las encuestas publicas a favor del mucho mas comodo criterio economico asi nos ahorramos en confrontar clase trabajadora con clase alta y tenemos una insipida clasificacion de clases economicas segun los ingresos) esta de acuerdo mayoritariamente en que son/somos explotados?. No estan de acuerdo en lo basico?. Entonces por que no reaccionan los trabajadores ante una opresion que todos coinciden en afirmar?. Esa es la pregunta.

UTZI ERANTZUN BAT - DEJA UN RESPUESTA