Home

2

Jesús García, militante de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora /Resumen Latinoamericano

Nadie quería o esperaba que Hugo Chávez desapareciera físicamente de manera tan abrupta en medio del desarrollo de un proyecto político histórico no solo para Venezuela, sino también para el continente americano, para el mundo. Ha sido el golpe más duro para el chavismo. Cuatro años se cumplieron este 2017 de aquel fatídico momento. Cinco años se cumplen este 20 de octubre del último consejo de ministros liderado por el comandante Chávez. Reunión del tren ministerial del cual muchos tan solo rememoran el sentido crítico y/o autocritico de Chávez para con su propio gobierno; sin embargo, recordar el “golpe de timón” de esa manera es reducirle la inmensa carga programática, estratégica y táctica que lleva intrínseca cada orientación dada allí por el principal líder de la Revolución Bolivariana.

Es totalmente comprensible que, desde el Estado constituido burgués, sea la corrupción, la burocracia, el clientelismo y el reformismo quienes obstaculicen el surgimiento del nuevo Estado. Es comprensible, pues, que se banalice el golpe de timón, que no se le dé a la comuna la importancia que tiene dentro del panorama político revolucionario venezolano.

Es lógico, también, que la “bala del clientelismo” impacte de manera directa el concepto de democracia participativa y protagónica que significan las dinámicas comunales. De hecho, a todas, luces es su contraparte. El clientelismo en medio de la crisis resuelve de manera pragmática, impositiva y manipuladora problemáticas que el mismo Chávez planteaba que se discutieran y solventaran a través de nuevos métodos colectivos y eminentemente participativos para el pueblo organizado.

El automatismo de las acciones que implementa el gobierno para palear la “guerra económica” (Claps y Carnet de la Patria) y las falencias del propio Estado, llevan cada vez más a procurar un retroceso en el protagonismo participativo y decisor del común de la gente en la política. Y es que una victoria clave de Chávez, para plantear una revolución, fue justamente lograr la politización, concientización y participación protagónica del pueblo en escenarios de construcción territorial en todo el país. La poca realización de asambleas de ciudadanas y ciudadanos debido a que la comunidad se ha venido acostumbrando a tan solo pagar su bolsa o caja Clap contentiva de alimentos y esperarla en casa (sin procesos de contraloría popular siquiera), ha venido acostumbrando a la gente a no bregar por objetivos comunes. Más bien pareciera muchas veces que la sola expectativa creada con el “carnet de la Patria” de recibir casi que una vida resuelta a través de esta herramienta crece en la población, abandonando así espacios de soluciones a problemas de diferente índole, que ahora mismo el Estado pareciera incapaz de resolver sin la ayuda de las comunidades organizadas.

El retroceso que esto significa es simplemente patear la mesa con todas las ideas de Chávez puestas allí. Adelantar tal pragmatismo sin fundamento revolucionario más allá del propio combate de la guerra, no es más que una excusa mediocre e interesada de factores internos en el gobierno y a la vez en el Psuv para la implementación de posturas socialdemócratas que les atornillen aún más en sus puestos de poder.

Ahora bien, he allí la realidad de un Estado burgués que fue creado para ser justamente eso, un obstáculo para el nuevo Estado comunal. Es el Estado burgués el enemigo que Chávez demandó derrumbar para crear lo nuevo. Diversas figuras se han conformado desde entonces para darle cuerpo al Estado comunal, desde los propios consejos comunales como base, comunas, ciudades comunales, corredores comunales, parlamentos comunales y hasta todas las figuras impulsadas en estos últimos 5 años como el Parlamento Nacional Comunal, Congreso de la Patria capitulo Comunas, y el Consejo Presidencial de las Comunas. Todas estas figuras también merecen la exhaustiva revisión y apalancamiento, desde sí mismas, porque no será el Psuv quien lo haga, no debe ser el Estado constituido quien deba plantearlo. Debe tratarse de un hecho de coherencia política de todo el músculo humano que hace de carne y hueso estas estructuras. Es necesaria la unidad, la autocrítica más dura y propositiva adentro de estos espacios, que en muchos lugares se han quedado solo en el lamento ante la pérdida de espacios en la trama política revolucionaria.

La guerra se libra sobre todo en el ámbito económico, eso es bien sabido para todas y todos. Vale, entonces, preguntarse ¿dónde están los grandes esfuerzos por parte del movimiento comunero venezolano para entrar en esa disputa a favor del pueblo, siendo protagonista desde su propia estructura? En el marco alimentario estoy seguro de que muchas son las comunas las que están librando una gran batalla productiva, pero desde las posturas macro, ¿dónde está el plan a llevar a cabo para hacer de las comunas espacios enormemente productivos que rompan con las cadenas de intermediarios que juegan con la inflación de manera criminal?

Para buena parte de las comunas productivas es sabido que el tema transporte de insumos y alimentos a las capitales es un gran problema logístico, pero vale preguntarse ¿qué es de la vida de la Gran Comunal de Transporte? ¿Qué pasó con los camiones? ¿En qué situación se encuentran y qué labor desempeñan estas unidades que fueron justamente asignadas a las comunas para combatir el problema logístico del transporte de diferentes bienes, servicios y alimentos? Son también conocidas las mafias que imperan en las alcabalas dispuestas por los organismos de seguridad del estado (sobre todo las de la GNB). Es allí, en esas intersecciones, donde a las comunas productoras se les trata con desprecio y saña cuando transportan alimentos con “guías o permisologías comunales”. En palabras más concretas, les toca “pagar peaje o vacuna” y dejarles una buena tajada de la producción a esta banda de corruptos que han generado un nefasto método contra el propio pueblo. Entonces, ante ese escenario las interrogantes surgen: ¿es que el Consejo Presidencial de las Comunas no sabe que esto ocurre? ¿Es que acaso las y los parlamentarios(as) nacionales no sufren de la inflación inducida? ¿O acaso no tienen una voz legítima o la capacidad para alzar su voz y acción ante estos constantes desagravios en las alcabalas?

Estos cuestionamientos son solo parte de una gran cantidad de acciones que deben estar enmarcadas dentro de nuevas formas de trabajo, nuevos métodos que demanda el momento histórico, verdaderas formas revolucionarias de hacer las cosas ante una crisis ideológica, política, económica que presenta nuestra patria. No puede seguir el movimiento comunero siendo un títere servil a “movimientos políticos” que fungen como fundaciones del gobierno y, a nombre del poder comunal, generan una pantomima de movilización del poder comunal, como si fuese únicamente necesaria la actualización de vocerías de consejos comunales lo neurálgico ahora mismo, o la sempiterna movilización a espacios de discusión que ya se han vuelto estériles y poco efectivos para enfrentar los problemas que sufre la población. Para lo que sí sirven las acciones de esta suerte de movimiento político, es para ensalzar egos, utilizar comunicacionalmente muy bien acciones infértiles que luego son mostradas como grandes logros ante los ojos del mismísimo presidente, con una lógica que raya en lo cuantitativo, pero poco aporta a lo cualitativo de la construcción comunal.

Hay que buscar nuevos métodos de trabajo ante la crisis y ante el avance de la política clientelar y reformista. Toca, entonces, cambiar por ejemplo reuniones tan extensas en el tiempo y poco resolutivas para los problemas, asambleas que solo sirven para la disputa de poder individual, pero no para empoderar a la gente de las acciones necesarias para enfrentar las dificultades que existen en el territorio. Nos debe llamar la calle de nuevo, grandes movilizaciones del poder comunal convocado por sí mismo y con sus estructuras nacionales a la cabeza para exigirle al poder constituido, como un todo, la seriedad y la puesta en marcha de planteamientos consensuados y necesarios en el momento que nos encontramos. Debe ser pues la comuna una ventana abierta para mostrar cómo se han resuelto problemas de vialidad, de almacenamiento de alimentos, de producción de alimentos y otros bienes, de electrificación e iluminación de comunidades, de resolución de problemáticas de servicios públicos, de construcción de viviendas, de implementación de la autogestión y ahorro comunal para hacerse independientes del Estado, de implementación de nuevos mecanismos de trueque y monedas comunales y por allí se va una gran lista de logros de las comunas.

Por lo tanto la comuna, o las comunas unidas, deben en este momento quizás pasar por un momento de autoformación, evaluación, introspección de sus acciones y métodos, construir planes aterrizados en la realidad más concreta, empoderar a su gente y movilizarse contra la burocracia, contra la corrupción, contra la desidia, contra la politiquería. Debe ser bandera de las luchas de la gente, motorizar un movimiento comunicacional que haga dar cuenta que el poder comunal de Chávez está vivo y peleando, que la comuna resuelve, tiene la mirada puesta en un futuro cercano sin temor a los retos tecnológicos que están presentes hoy, y que se avecinan con más fuerza mañana. Debemos, más bien, como comuneros y comuneras, abrazar la tecnología cada vez más y hacerla práctica en nuestros procesos cotidianos. Es urgente poner al Ministerio de las Comunas a bailar al son que el territorio ponga y no al contrario. Pero para ello hay que ser serios(as) en nuestros planteamientos, coherentes, unidos(as). Debemos construir un plan que vaya directo a los problemas que afectan a la gente hoy en día.

Debemos, pues, decirle al presidente que aquello que hace cinco años Hugo Chávez le pidió que cuidara como su vida misma, tiene una serie de planteamientos que no solo son materiales, sino de orden transversal en la Revolución, planteamientos jurídicos, metodológicos. No es crear un poder más del Estado constituido, es que el Estado constituido burgués sea atravesado por una lanza revolucionaria en todo su inmenso cuerpo burocrático y corrupto, que de una vez por todas se entienda las palabras de Chávez en cuanto a esa estrategia programática.

No se trata de un Ministerio, o un Poder, se trata de que cada acción que haga cualquier ente del gobierno en algún territorio del país debe ir relacionada de una u otra manera al crecimiento del poder comunal, asegurando cada vez más el empoderamiento de la gente organizada de esa herramienta, procurando así la transferencia de competencias, el pase del testigo al pueblo, la eliminación de procesos burocráticos. En fin, garantizar así el objetivo estratégico de todo este proceso histórico que no es menor cosa que hacer una REVOLUCION SOCIALISTA CON LA GENTE, POR LA GENTE Y PARA LA GENTE.

 

UTZI ERANTZUN BAT - DEJA UN RESPUESTA