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Artículo de colaboración para Borroka garaia da! Autor: Kolitza

Respuesta a jule goikoetxea y teresa larruzea (2)

La semana pasada Jule Goikoetxea y Teresa Larruzea contestaban a mi artículo Marxismo y opresión de género (disponible en Borroka Garaia Da), con una respuesta en el periódico El Salto. El debate completo consta ya de cuatro textos, sumando este último que hoy ofrezco al público, que pueden encontrarse en distintos medios de comunicación. El debate merece la pena, pues se trata de un tema de importancia crucial, que afecta directamente a la mitad de la población mundial y que debemos tomarnos como prioridad absoluta e inmediata en la actividad política militante. Merece alimentar el debate con estas aportaciones, porque para abordar el problema de la manera adecuada, debemos desarrollar una labor sistemática en el ámbito del concepto, que nos ayude a comprender lo más adecuadamente posible las coordenadas del poder al que nos enfrentamos. Entiéndase esta reflexión como una modesta aportación en esa dirección.

1-LAS POSTURAS EN DEBATE

Considero que a estas alturas ha quedado claro que el meollo del debate consiste en la relación estructural entre capitalismo y opresión de género. Para decirlo rápidamente, mis interlocutoras defendían en el primer texto que patriarcado y capitalismo son dos sistemas de dominación en el mismo plano, que generan dos contraposiciones de clase (tesis del feminismo materialista francés). En el segundo texto, mis interlocutoras tratan de conciliar esa tesis con una segunda tesis, que sería la de que el capitalismo es patriarcal, pero sin renunciar a la primera, con lo cual el capitalismo acaba siendo patriarcal, pero además el patriarcado no se agota en el capitalismo, por lo que tenemos un patriarcado capitalista, y un patriarcado a-histórico que no se agota en las relaciones capitalistas. En este punto, las autoras se acercan más a las tesis del feminismo marxista, pero siguen manteniendo su postura anterior, por lo que ya no se sabe muy bien por dónde cogerlas.

Mi tesis general es el siguiente: EL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA tiene unas categorías económicas centrales, que son asexuadas, (ASEXUADAS no quiere decir masculinas), propiedad privada, dinero, mercancía, plusvalor, capital, etc. Estas categorías constituyen un sistema que gobierna y por lo tanto determina, pero no agota el movimiento de la sociedad burguesa. Antes bien, la FORMACIÓN SOCIAL CAPITALISTA, en la que el modo de producción capitalista es hegemónico pero no absoluto, no se agota en estas categorías, sino que constituye la articulación de estas con restos de modos de producción anteriores y simulacros de modos de producción futuros, que cumplen funciones de apuntalamiento del orden burgués, pero que no están organizados mediante las categorías económicas burguesas. El modo de producción capitalista es el hegemónico en la formación social burguesa, pero convive con restos de otros medios de producción, con vestigios de opresiones tradicionales, subsumiendo estas bajo la polarización burguesía-proletariado y creando figuras intermedias de mando y colaboración.

La opresión de género, que tiene a la base una división sexual del trabajo en todos los ámbitos de la vida, que genera distintas figuras opresivas no reducibles a las categorías simples del Capital, depende completamente de su funcionalidad con respecto al capitalismo, con respecto a la burguesía, y es eso lo que la hace a la vez sobrevivir en la sociedad burguesa y ser indestructible dentro de la formación social capitalista. Dentro de la estructura de la formación social, la opresión de la mujer trabajadora brota sistemáticamente allí donde se la golpea, porque es una pieza en un puzzle social general, a menos que el modo de producción capitalista sea superado como modo hegemónico del metabolismo social. La opresión de género (o de la mujer trabajadora tal y como está configurada en la modernidad), ni es capitalista en sí, ni entra en contradicción con las categorías burguesas, y sólo algunas expresiones de ella se pueden caracterizar como ‘patriarcales’, es decir, mediatamente organizados mediante figuras del dominio masculino; mientras que otras expresiones son inmediatamente organizadas bajo el mando capitalista (opresión de género directa de hombres y mujeres burgueses sobre la mujer proletaria). Incluso la aristocracia obrera oprime como estrato de clase a la mujer proletaria, por ejemplo, cuando el trabajador de industria putero se beneficia de que la mujer proletaria necesite prostituirse para sobrevivir, o cuando la mujer funcionaria deja de limpiar su portal o cuidar sus hijos porque una mujer proletaria está dispuesta a hacerlo para conseguir un sueldo cuatro o diez veces inferior.

El fundamento de la dominación de la burguesía sobre el proletariado es económico, y sus leyes categoriales constituyen el modo de producción capitalista. Pero esas leyes están articuladas en una compleja y diversa estructura de poder a la que el marxismo denomina formación social capitalista mundial. En la formación social capitalista distintas modalidades de opresión brotan de la dominación económica y se instauran dentro del proletariado: opresión estatal-política, opresión nacional, opresión imperialista, opresión de género, opresión racial, etc. que constituyen dentro del proletariado distintas subjetividades oprimidas (súbdito del estado, miembro de una nación oprimida, trabajador periférico, mujer, negro, etc…) El conjunto de estas opresiones constituye la estructura general de la dominación burguesa. Este es el verdadero alcance de la dominación burguesa, que descansa sobre la subordinación económica del proletariado, pero no se reduce a ella. La llave para suprimir estas formas opresivas pasa por eliminar la raíz, que es la subordinación económica que deja indefenso al proletariado y de la que brotan distintas formas de subordinación que a la vez retroalimentan la dominación de clase y la hacen más aplastante. Por lo tanto, la vía para solucionar las opresiones específicas pasa por el comunismo revolucionario, entendido como la superación de todos los antagonismos, tal y como es definido ya en el manifiesto comunista. Es este concepto general y no reduccionista del comunismo el que debe ser profundizado y alimentado mediante la investigación teórica y la experiencia práctica.

Jule y Teresa defienden como tesis principal que ‘la ‘’abolición del capital’’ sólo significa la superación del funcionamiento contemporáneo de la ‘’dominación heteropatriarcal’’, no la desaparición del ‘’patriarcado’’. La cuestión es que no existe ese ‘’patriarcado en abstracto’’ que brota especulativamente de la cabeza de las académicas, sino únicamente el patriarcado histórico concreto actual. La cuestión es que este patriarcado histórico concreto actual no explica la totalidad de la opresión de género burguesa por sí mismo, y por último, que reducir como hacen mis interlocutoras el comunismo a ‘’abolición del capital’’ en abstracto entra en contradicción con el programa comunista, que se define como superación de todos los antagonismos y opresiones, superación de toda división de clases, presentes y futuribles, considerando que es la abolición de capital la condición de posibilidad de esto.

La cuestión es que en estas coordenadas, al menos una de mis interlocutoras se ha posicionado en innumerables ocasiones contra el comunismo revolucionario y por la democracia burguesa, por la estatización feminista, etc. y que de eso estamos hablando.

Habiendo dejado clara mi postura desde el inicio, con respecto al texto aparecido en El Salto, considero importante contestar por varios motivos.

1-Bajo mi punto de vista, con respecto a la primera intervención en el Berria, mis interlocutoras aparentan asumir parte de la crítica marxista, aunque sólo con la condición de mantener las categorías burguesas intactas. Estas categorías se presentan ahora mejor recubiertas por una fina capa de economía feminista clásica por un lado, de feminismo materialista francés por otro, que hacen pasar por ‘feminismo marxista’’ (sic) siendo lo más parecido a crítica económica que tienen a mano y pueden asumir sin contradicción con sus tesis políticas interclasistas (o mejor, multiclasistas). Por otro lado, cabe destacar la extraña mezcolanza de Delphy con Scholz, autora de la corriente Krisis-exit, que no forma parte del feminismo materialista ni del marxista como escuela pero es más moldeable. Roswitha analiza el ‘’patriarcado productor de mercancías’’ a partir de un Marx desclasado y sobre todo de Adorno, pero ni forma parte de la tradición marxista, ni forma parte de la estrategia proletaria, ni analiza la opresión de género desde la perspectiva de clase, lo que la hace potencialmente utilizable para el feminismo académico burgués, no revolucionario, no agresivo, y no preocupado por la opresión concreta de la mujer proletaria (sobre este tema, en Scribd puede leerse un interesante artículo que lleva por título: Un marxofeminismo sin clases: la teoría de la disociación del valor de Roswitha Scholz ). En todo caso, no resulta novedoso este uso académico de Roswitha para adornar ‘marxianamente’ tesis burguesas en el campo del feminismo.

2-Este nuevo artículo, excede el marco de debate ‘crítico’ sobre El Capital de Marx y postula ya abiertamente las tesis políticas del feminismo radical burgués o feminismo postmoderno en formato académico. De modo que se desplaza el eje del debate hacia la contraposición extrema entre tesis políticas enfrentadas: la estrategia proletaria (comunismo revolucionario) frente a la reforma democrático burguesa (se le ponga el nombre que se le quiera poner), en las posiciones que ambas mantienen en la cuestión del feminismo. En el debate actual en Euskal Herria entre posiciones políticas, este adopta la forma de un debate entre interseccionalidad y reforma (interclasismo eufemísticamente unilateralizado en parcelas: independentismo, feminismo, sindicalismo, etc… absorbidas por el proyecto demócrata reformista), y lucha de clases y revolución comunista (como totalidad que aúna y a la vez supera la visión unilateral y desclasada que fomenta la teoría de la interseccionalidad).

Cabe señalar, por lo demás, la significativa emergencia de nuevas expresiones políticas proletarias a partir de los sectores más desfavorecidos del país que están demandando superar el estrecho marco del feminismo interclasista académico.

Por último, cabe señalar que en el campo político, ni hay ni puede haber ningún feminismo marxista. Sólo es una escuela académica (Vogel, Ferguson, etc… que no debe confundirse con el feminismo autonomista académico italiano, Federici, Fortunati, etc…), escuela marxista a la que dicho sea de paso, mis interlocutoras no pertenecen, como es público y notorio. El feminismo, o es comunista (que pretende la superación de todos los antagonismos y comprende que la llave pasa por abolir la subordinación económica del proletariado) y revolucionario (que combate a la burguesía y a sus figuras de colaboración de clase; el marido burgués, el policía, el encargado de fábrica, la feminista académica, la tertuliana de televisión, el político profesional) o no es nada. El feminismo, o pone en el centro a la mujer proletaria, condición que comparten el 90 por cien de las mujeres del planeta, o se convierte en una ideología burguesa para atenazarla en formas más sutiles y poderosas con la excusa de emancipar formalmente a una minoría de mujeres privilegiadas.

Y el proletariado consciente entero combatirá esta traición reformista a la mujer proletaria con todos sus medios, pues es su tarea defender con cariño y respeto a sus hermanas proletarias y ayudarlas con todos los medios a su alcance en la lucha por su autoemancipación.

((Nota: el texto tiene una extensión y registro que hacen de él un material teórico para el trabajo en colectivo. Hasta aquí ya se ha dicho lo fundamental, quien quiera profundizar puede continuar leyendo. Con este texto doy por finalizada mi interlocución, pues no tengo más interés en seguir con este debate que el de generar esta herramienta y volcar sobre ella mi limitado conocimiento sobre el asunto en cuestión. El/La lector/a puede elegir leer las partes en negrita si quiere hacerse una idea general de los principales puntos de crítica)).

2- LA DISPUTA TEÓRICA: LAS CATEGORÍAS PARA EL ANÁLISIS DE LA OPRESIÓN DE GÉNERO

Desde el método dialéctico, se considera ‘’ciencia rigurosa’’ (J. G y T. L insisten en este concepto) la que se elabora mediante las categorías perfectamente delimitadas (determinadas formalmente en sus límites) y en establecidas en secuencia con el orden adecuado, de lo abstracto y simple a lo concreto y rico en determinaciones. Las categorías son configuraciones (bestimmungen) analíticas, que permiten analizar la realidad concreta. Si la categoría o configuración analítica es confusa, los análisis son igualmente confusos, e inmediatamente erróneos. (Ver E. Dussel, kategorie). Esto acaba arrojando como resultado que el orden de las categorías no sea el adecuado, y que algunas aparezcan en niveles de abstracción que no les corresponden, con lo que la comprensión del todo y de sus partes queda seriamente comprometida.

Antes de empezar, es preciso aclarar que ni Marx ni el marxismo como ciencia política del proletariado tienen a día de hoy un marco teórico totalmente desarrollado para abordar la cuestión de género. Eso es una realidad y la admitimos con rotundidad. Pero su oponente académico burgués, aun cuando se disfraza de teoría radical diseminada en cientos de escuelas, se encuentra aún más lejos de este propósito, pues trata de analizar la opresión de género desde las categorías burguesas mistificadas sobre las que esta opresión se edifica y adquiere su actual configuración. De este modo, la actualidad de la opresión de género aparece siempre invisible a los ojos del análisis mediante las categorías burguesas, que siempre critica figuras del pasado, de la configuración que tenía hace cuatro décadas, cuando no de forma ahistórica, etc…

Por lo demás, resulta irritante leer expresiones como ‘’Marx era un pensador androcéntrico’’, no porque sean falsas, sino por la suficiencia moral y la supuesta superioridad epistémica desde la que se escriben. ¡Marx era un pensador androcéntrico! … Pues sí, como todos y todas las pensadoras de su época. Mis interlocutoras y yo somos igualmente androcéntricas, y quienes nos lean en el futuro podrán pronunciarse sobre esta verdad hoy oculta en manto de ideología. La cuestión es que Marx escribía allá por 1844 eso de que ‘’la emancipación de la mujer es la medida natural de la emancipación general’’ (La Sagrada Familia); Marx era un pensador muy próximo al feminismo de su época, muy relacionado con activistas y pensadoras feministas, sobre todo del entorno parisino, en el que se discutieron la mayoría de las principales tesis políticas que hoy masticamos y remasticamos y creemos estar descubriendo de nuevo.

’La acusación de haber atribuido la producción de mercancías exclusivamente a los hombres ya la hemos desmentido’’(J. G. y T. L. 10 de enero) ‘’ El valor de la fuerza de trabajo se mide mediante el tiempo que requiere la producción de las mercancías que el trabajador necesita (casa, ropa, comida, etc.), donde “trabajo” es aquello que hacen los hombres (sic),’’ (J. G. y T. L. 29 de diciembre)-

Hacer carambolas para ocultar la contradicción, es el estilo permanente del texto que comentamos hoy. Porque la impunidad con la que monopolizan el tema con la que vienen diciendo sobre el marxismo todo tipo de disparates ha quedado en entredicho. La impunidad teórica supone la decadencia de la ciencia. Escrita queda la flagrante contradicción que tiene su segundo texto con respecto al primero, que no es otra que la contradicción entre un texto escrito con impunidad y un texto escrito frente a una alteridad fundamentada. El publicado en el Berria, más que un texto de ‘crítica’ a El Capital era un texto de intervención ideológica sin preocupación por el razonamiento.

En general, no es ‘’una versión no materialista del feminismo’’ lo que preocupa, como se dice en El Salto, sino la impunidad teórica con la que impone, en colaboración con medios de comunicación, universidades, instituciones educativas burguesas, y partidos de izquierda reformista, sus tesis políticas y opiniones infundadas a las nuevas generaciones del proletariado. En ese sentido, este debate es más que bienvenido, para que la gente tenga posibilidades de contrastar las posturas ahora sí razonadamente expuestas en su potencialidad de explicar el fenómeno de la opresión de género.

En conclusión, mi posición es clara: el marxismo, que tiene a la base el método de la crítica de las categorías económicas burguesas, está mucho más capacitado para abordar la opresión de género burguesa de lo que jamás lo estará la ciencia burguesa, por la sencilla razón de que ésta se construye sobre las categorías económicas burguesas.

-SOBRE LA CATEGORÍA DE SALARIO-

Un claro ejemplo de los errores analíticos a los que conduce el uso de categorías confusas nos lo ofrece la categoría de salario. En ese sentido, si la categoría simple de salario es confusa, no está bien configurada, las categorías más complejas, las de esta o aquella forma de salario (p. e. el salario que se percibe a través del puesto de trabajo, el salario que se percibe vía subsidios, el salario que se percibe vía servicios gratuitos del estado, el salario que percibe indirectamente la familia a través de los miembros que lo cobran directamente en el puesto de trabajo), sólo pueden ser igualmente confusas, o en general no se las presta atención alguna en el análisis.

No digamos el análisis coyuntural de los fenómenos de superficie que observamos en la sociedad, a través de esas categorías, como la subida o bajada de la cantidad que se percibe en las distintas modalidades de salario antedichas; la incorporación o expulsión de ejércitos de reserva femenino, masculino, inmigrante, etc… a la producción de mercancías en la coyuntura capitalista; su correspondiente movimiento de recursos entre las modalidades de percepción del salario general; la determinación de las condiciones de reproducción biológica del proletariado y los recursos asignados a ella; o las distintas modalidades de la división sexual del trabajo según la coyuntura por ramas, por esferas, que varían en contenido pero permanecen en la forma etc… fenómenos todos ellos que tienen que ver con la correcta determinación formal simple del salario como categoría central del poder en el modo de producción capitalista, y no como mero accesorio explicativo reducido a la categoría de sueldo (trabajo pagado en apariencia).

El salario no paga el trabajo en ningún caso. El salario es la parte de la producción social (previamente apropiada totalmente por la burguesía sin intercambio alguno) que ésta destina a la reproducción de la fuerza de trabajo, de la clase trabajadora. Una parte de ese salario general se percibe bajo la apariencia de ‘’intercambio por trabajo’’ en el sueldo. Otras partes se perciben mediante otros mecanismos indirectos. Que este salario general se distribuya de esta o aquella forma, o se dosifique para generar oposiciones (y explotarlas) entre la clase obrera de centro y periferia, entre la clase obrera masculina y femenina, entre la aristocracia obrera y el proletariado, o entre la clase obrera autóctona e inmigrante, son cuestiones de gran relevancia política pero determinadas por la forma general, y solo explicables mediante la comprensión de ésta. Por lo tanto, secundarias en el orden de las categorías, y secundarias en la dinámica del poder real, que se ventila entre el salario en general, y la ganancia en general. Esta forma general del salario, es determinada en todo momento por las necesidades de la producción de plusvalía, de la producción de poder para la burguesía. Es decir, el principio de explicación es la proporción entre la reproducción y la producción, entre lo destinado a la clase obrera (salario) y lo destinado a la burguesía (ganancia), y todo bajo la dirección de la burguesía. De ahí el estratégico concepto de salario relativo (ver R. Luxemburg, Introducción a la economía política, cap. V; Marx, Trabajo asalariado y capital; o Rosdolsky, Génesis y estructura del Capital de Marx).

Esto ya se ha dicho, de otra manera, en mi anterior respuesta, y se ha dicho miles de veces en los últimos 150 años, pero mis interlocutoras insisten, e insistirán por lo que se ve, en hablar de ‘’trabajo pagado’’ etc… Valga la siguiente cita: ‘’Se ha hablado exclusivamente de trabajo asalariado y trabajo no asalariado o trabajo por el que se cobra versus trabajo por el que no se cobra. (…) Afirmar que estamos legitimando la teoría de la intercambiabilidad (sic.) del trabajo por el salario por decir que existen trabajos por los que no se percibe salario alguno tiene tanto sentido como (…)’’ (J.G y T. L en El Salto. El subrayado es mío.) ‘’Los hombres apenas trabajan sin cobrar (…)’’ (En el Berria)

Decir que existen trabajos por los que no se percibe salario alguno (como sinónimo de trabajo por el que no se cobra) es decir que existen trabajos por los que si se percibe, trabajos pagados (salario tal y como lo entiende la conciencia burguesa). Eso es legitimar el salario como categoría burguesa, y con ello ocultar que el salario es en el puesto de trabajo apariencia de remuneración. Que la apariencia de remuneración (o salario directo) tiene consecuencias reales de oposición dentro de la clase obrera, sobre todo en lo que respecta a su cantidad (consecuencias de las que nos ocuparemos más tarde) no invalida lo fundamental: que el salario entendido como trabajo remunerado, el sueldo, es una categoría burguesa, que es en realidad apariencia de remuneración, y que sólo es la forma mistificada en la que la dominación y apropiación absoluta de la burguesía se disfraza de intercambio.

Por otra parte, puede también cobrarse, en concepto de sueldo, la apropiación de plusvalía, la ganancia. Ese es el caso, por ejemplo, del sueldo de los ejecutivos del banco, del Rey, etc… de modo que el sueldo, que aparenta remuneración de trabajo, no es más que una forma aparente que esconde categorías económicas reales de las dos clases antagónicas. Pero en ningún caso remunera realmente trabajo. O bien es medio de apropiación de plusvalía, o bien es medio de acceso a una parte del salario general, para acceder a los bienes de consumo reproductivo. En el orden de la producción, la burguesía se apropia de la totalidad de la reproducción y de la producción que desarrolla la clase obrera.

Por lo tanto, las tareas ‘’invisibilizadas’’ (id est no mercantilizadas) de las mujeres deben de ser explicadas desde una categoría de salario muy diferente a la que mis interlocutoras emplean, que es totalmente errónea y no es capaz de explicar nada, pues se ciñe a la parte del salario que se cobra directamente en el puesto de trabajo, sin analizar las consecuencias del salario indirecto, con el agravante de que mis interlocutoras todavía creen que la razón de fondo del salario directo es que paga trabajo. Esto lo dejamos para el final.

-SOBRE LAS CATEGORÍAS DE MUJER EN GENERAL, DE MUJER BURGUESA Y DE MUJER PROLETARIA, Y SU RELACION CON LA FORMA DE ENTENDER EL FEMINISMO-

Valga otro ejemplo de confusión categorial. Mis interlocutoras hacen la siguiente afirmación:

‘’ ¿O acaso los marineros de Ondarru no conforman una clase (sic) por el hecho de que exploten (sic) (ellos y su patrón) aún más a sus compañeros racializados? La mujer burguesa se va de copas mientras la señora latinoamericana cuida de sus hijxs, está claro (es decir, se desfamiliariza (sic) a partir de la comodificación o explotación (sic) ajena porque tiene los medios para ello), pero también la violan en el baño del bar, se mete los dedos para vomitar su exquisita comida, tiene más dificultades para avanzar en su carrera y la dejan de contratar (¡¡sic!!) porque ya no está tan buena o porque está embarazada. Y no por ser burguesa, sino por ser mujer.’’ (J. G. y T. L en El Salto)

Empecemos por el final porque este fragmento da para mucho. La categoría ‘’mujer burguesa’’ es tan confusa que al final de la frase acaba dejando ‘’de ser contratada’’. En realidad, la mujer burguesa no es contratada ni deja de ser contratada, es ella quien contrata o deja de contratar a la mujer proletaria por estar embarazada o por servir de reclamo en un bar de copas ‘’si está tan buena’’ y cumple el perfil comercial. La contradicción en la categoría es clarísima, y deja en evidencia el hecho de que la categoría ‘’mujer en general’’ no es capaz de explicar un hecho de opresión de género, como lo es el ‘’no ser contratada por estar embarazada o por no estar tan buena’’. Luego la categoría de mujer en general tiene menor poder de explicación que la categoría mujer proletaria, y es por lo tanto más superficial. La categoría de mujer proletaria explica este fenómeno y todo el conjunto de fenómenos de opresión de género, en la medida en que es la mujer proletaria quien los sufre todos, a diferencia de la categoría de mujer burguesa, que apenas explica alguno, y la de mujer en general, que es la ocultación sistemática por mixtura de la mujer en esencia (mujer proletaria) y la mujer en apariencia o por accidente (mujer burguesa).

La categoría de mujer en general surge espontáneamente en la mentalidad de los agentes de la producción como reflejo-mercantil-totalizante de la producción capitalista y oculta el contenido de género (proletario) en la forma (interclasista) de la generalidad social vacía, aplicada al género. Las generalidades vacías sociedad y mujer esconden respectivamente al proletariado y a la mujer proletaria como singularidades concretas, reales.

Prosigamos. Muy al contrario de lo que defienden mis interlocutoras, la mujer burguesa no tiene más límite en su carrera que el tamaño de su bolsillo. Ana Botín, Angela Merkel o Sandra Ortega son claros ejemplos de ello. Y esto es tanto más cierto cuanto más avanzado está el modo de producción capitalista, cuanto más subsumidas están las pervivencias de modos de producción anteriores sobre la base de la producción de plusvalía.

La mujer burguesa es violada en el bar, se dice, y esto es muy grave y debe ser denunciado. En eso estamos de acuerdo. Dicho esto: ¿Por qué se pide a la mujer proletaria que se preocupe por la mujer burguesa cuando esta sufre las consecuencias de lo que ella misma fomenta? ¿Cabe esperar acaso que la mujer burguesa haga lo contrario, renuncie a su patrimonio económico, edificado sobre la violación sistemática de generaciones de proletarias? ¿Es que acaso no existe principio de responsabilidad para la mujer burguesa, que se aprovecha económicamente de la opresión sobre el cuerpo de la mujer proletaria, que la sexualiza hasta el extremo, que la convierte en máquina reproductiva, en máquina ideológica de placer, que fomenta el machismo entre los hombres y la xenofobia sexual sobre las mujeres inmigrantes desde sus partidos de clase, desde las instituciones del estado, desde las empresas del sector, desde la educación obligatoria, desde los medios de comunicación?

Analógicamente: ¿Deberíamos de preocuparnos los proletarios de que los empresarios enferman al respirar los óxidos de nitrógeno que su industria pesada produce, que todos respiramos también por imposición suya? ¿Ese es el problema del ecologismo? Sí, pero del ecologismo burgués reformista. ¿Ese es el problema del feminismo? Sí, pero del feminismo burgués reformista. Burgués porque se centra en la mujer burguesa, reformista porque sólo le preocupa modernizar a la mujer burguesa y a sus satélites: la mujer funcionaria, la mujer pequeñoburguesa, etc.

Pero aquí no se trata de si es o no violada la mujer burguesa, sino de si lo es con impunidad, como la que tiene el violador al violar a una mujer proletaria, impunidad que desaparece cuando el violador agrede a la mujer burguesa. Entonces, todo el peso del estado y de la ley cae sobre el violador, cuando no el peso del guardaespaldas que le parte el cráneo al susodicho por intentarlo. La mujer proletaria como mucho tiene un guardaespaldas llamado proxeneta, que le rompe el cráneo a ella si no se deja violar. Es de esta impunidad por indefensión y por consenso social, de este privilegio, del que estamos hablando. Analógicamente, el joven proletario puede pegar a otro joven proletario, y también pegar, si lo planea bien, a Rajoy en la cara (ya lo hemos visto). Entonces vemos que la impunidad del primer acto desaparece cuando se convierte en un acto contra la burguesía.

La cuestión es de óptica teórica, de óptica de clase: ¿Por qué se afana el feminismo académico en buscar el resquicio lógico por el que defender la existencia de una opresión de género en la mujer burguesa y homogeneizarla con la mujer proletaria, en disolver la esencia en la apariencia? ¿Por qué no dedica al menos la misma atención a las miles de violaciones diarias que en los puticlubs y en las esquinas de prostitución de este país sufren miles de mujeres proletarias? ¿Por qué no saquea, asalta y clausura esos puticlubs el feminismo radical burgués? Sería un acto proporcional, en relación al fervor con que denuncia la violación jurídica (la única reconocida como violación por la autoridad estatal) particular de mujeres blancas de clase media. ¿Espera el feminismo radical burgués que el asalto político a la estructura permanente de violaciones lo hagan los jueces y la policía? ¿Para cuándo ese acto de justicia de clase? ¿Por qué llega incluso a legitimar esas violaciones mercantilizadas a las proletarias porque son ‘’libremente’’ escogidas por mujeres que realmente no tienen opción, mientras le preocupa que la mujer burguesa sea violada en el bar sin que medie intercambio económico alguno? ¿Por qué invierte tanto tiempo en mostrar el sufrimiento esporádico autoimpuesto de las de arriba, y tan poco en mostrar el sufrimiento permanente de las que limpian despachos, de las que son violadas para sobrevivir, de las que no pueden divorciarse porque no tienen dinero?

Yo creo que aquí hay una serie de cuestiones de gran importancia que hay que hacer visibles inmediatamente. El infierno diario de la mujer proletaria debe ser la prioridad en la agenda.

Pero hasta que no exista una poderosa organización comunista controlada por el proletariado, en la que la mujer proletaria tenga poder e independencia de actuación, no será abolida la real estructura de la violación sistemática, el femicidio y el acoso sexual estructural. Estas no serán combatidas por el estado burgués, por la academia burguesa o por los partidos burgueses nunca, más vale hacerse a la idea.

La mujer burguesa no dejará de sufrir en su cuerpo el acoso sexual hasta que la mujer proletaria deje de sufrir la opresión sexual estructural, derivada de las relaciones capitalistas, hasta que se elimine la raíz económica, biopolítica, capitalista, que produce y reproduce la violencia sexual contra las mujeres proletarias. El machismo, como efecto patriarcal subsumido por el capital, fomentado por la burguesía entera, no se combate con fórmulas ideológicas, con educación moralista contra el hombre en general, se combate con la revolución proletaria, con la supresión de la forma de medio de producción de placer y de reproducción que la mujer proletaria adopta en la sociedad burguesa.

El violador o el acosador no son inmediatamente el hombre proletario en general, el hombre negro en general (como en USA), etc. La figura real y concreta del violador, del agresor sexual, la produce y coloca en los barrios permanentemente toda la burguesía a través de su dinámica del poder, la implanta en las calles a través de un proceso de socialización de géneros, porque la necesita para subordinar a la mujer trabajadora a una disciplina sexual, que según la coyuntura puede ser reproductiva o anticonceptiva, represiva o promiscua, pero siempre subordinada a las necesidades coyunturales del capital. La burguesía necesita esta figura como necesita a la policía para subordinar políticamente a todo el proletariado. El principio de responsabilidad POLÍTICA se aplica, por lo tanto, a la burguesía COMO CLASE ENTERA por producir esta figura patriarcal moderna. Por otro lado, la responsabilidad política se debe aplicar también al hombre proletario SINGULAR, en la medida en que elija representar esa figura de colaboración de clase y cometa una agresión, tal y como se aplica al proletario traidor que se convierte en antidisturbios. El hombre proletario que combate la figura del violador, del marido autoritario, etc… es aliado de clase de la mujer proletaria, no enemigo de clase. Lo contrario es racismo, producido en la universidad y los medios de comunicación para escindir políticamente al proletariado, similar al racismo contra el hombre negro violador en USA. Por lo tanto , el proletariado está dividido en distintas subjetividades oprimidas, pero no, el proletariado no debe organizarse separadamente para combatir consigo mismo, sino para superar la totalidad diversa de la dominación enfrentando a la burguesía bajo el programa comunista, haciéndose cargo de todas las subjetividades oprimidas que alberga, no sólo de la dominación de clase en sentido ‘abstracto’.

A diferencia de lo que plantea el feminismo radical burgués, para la perspectiva proletaria, el agente opresor general que actúa coordinadamente a escala social produciendo instancias de opresión de la mujer trabajadora, una de las cuales es la instancia patriarcal, es la burguesía entera, y la figura de colaboración de clase, es el violador, el marido, el putero, el acosador, el feminicida. Aunque ambas deben de ser combatidas, la primera debe combatirse como causa, la segunda como consecuencia. Pero no debe olvidarse que la opresión sexual es sólo una gota en el mar de la opresión de género capitalista, salvo riesgo de tapar el todo con la parte.

Por último, la mujer burguesa vomita su exquisita comida en la medida en que su cuerpo es renta corporal, capital rentista, un medio por el que apropiarse de gigantescas sumas de dinero, de trabajo ajeno por lo tanto, Y ESTO NO ES OPRESIÓN, ES MEDIO DE DOMINACIÓN, similar a la guerra para dominar al otro, que también tiene riesgo y sacrificio para el señor feudal: Beyonce, Jennifer López o Madonna, vomitan su ‘’exquisita’’ comida porque deben cuidar sus rentas, su acumulación de riqueza por cuenta ajena, que depende de su cuerpo-capital, sin importarles lo más mínimo que de este modo, por esta conducta egoísta, destrozan la vida a miles de mujeres proletarias adolescentes. Su Cuerpo es Capital Rentista, no cuerpo dominado, sino medio de dominación. El culo de Jennifer López, por ejemplo, está asegurado, como se asegura una empresa, por 4.5 millones de euros. Al igual que el petróleo, pone en marcha gigantescas masas de trabajo, de periodistas, de fotógrafos, de publicistas, de comentaristas, de comerciantes de imagen, de cuya producción de plusvalía se apropia por delante en forma de renta: y esa imagen idealizada, que no bella en sí, del canon estético es a su vez la configuración de los intereses de la industria mediática, textil, cosmética, pornográfica, etc… que van generando, a través del movimiento objetivo de las relaciones económicas y del ansia subjetiva de ganancia, el ideal y el canon estético cultural burgués por imperativo social. Las relaciones económicas que están a la base, el ansia de ganancia y la dominación económica de estas industrias, determinan la idea que la sociedad tiene de la ‘’belleza’’ femenina.

Lo que debería de preocuparnos en esa cacería de ganancias de ‘lo estético burgués’ es una vez más la mujer proletaria, que imita a la rica cuando no tiene nada que ganar, y mucho que perder. Lo que debería de preocuparnos es la mujer proletaria que olvida en qué consiste la belleza real, la belleza de una sonrisa auténtica, de la solidaridad, del afecto entre personas, de la dignidad y rebeldía frente al aplastamiento, del cuerpo libre y sano, y no un cuerpo externamente deformado, mutilado, enflaquecido, depilado e internamente destruido por el ciego movimiento que las categorías económicas trazan en la superficie de la sociedad.

En conclusión, si algo deja en evidencia esta secuencia espontanea del razonamiento de mis interlocutoras sobre la mujer burguesa, es que la mujer biológica, cuanto más burguesa es, menos mujer es en sentido social, en el sentido de sujeto oprimido, de opresión de género, y más agente de opresión de género se vuelve, subiéndose sobre los hombros de la mujer proletaria. Recubrir esta realidad de clase con la postulación de un patriarcado abstracto en una oposición no menos abstracta de hombre-mujer es idealismo puro, totalmente desprovisto de realidad concreta. Si algo merece ser calificado de monoteísmo, es esta forma idealista de generar categorías confusas unilaterales que no dan cuenta de la realidad concreta, de la realidad de clase. Es lo que pasa cuando se confunden los planos de clase y género. Contraatacar diciendo que diferenciar planos o niveles de abstracción es ‘reduccionismo’ no merece mayor atención, porque es otro tópico académico rotundamente falso. Es decir, analizar el factor patriarcal como un elemento concreto, históricamente determinado, sólo es posible desde el punto de vista proletario, desde la óptica de la mujer proletaria, pero desde el uso de las categorías simples correctamente determinadas (valor, dinero, mercancía, plusvalor, salario, clase, etc… y por último género, subsumido por la dinámica de clase, QUE NO REDUCIDO A ELLA). Vale decir, el patriarcado como opresión funcional a la subordinación hegemónica, la subordinación a la burguesía. En el modo de producción capitalista, el género femenino, como modalidad de opresión específica, es un atributo del proletariado, de una parte del proletariado, y lo es cada vez más en la medida en que el modo de producción capitalista va convirtiéndose en la totalidad de la formación social burguesa.

En ese sentido la pregunta por la reforma no es la pregunta por una mejora universal aunque limitada, sino la trampa de la mejora parcial PARA QUIÉN, y EN DETRIMENTO DE QUIÉN. Para qué estrato de clase, en detrimento de qué estrato de clase, y esto vale igualmente para la cuestión feminista. La mejora en el nivel adquisitivo de la aristocracia obrera es una mejora en detrimento del proletariado periférico (opresión imperialista); la mejora de la aristocracia obrera autóctona, que p. e. circula por grandes autopistas lo es en detrimento de los inmigrantes proletarios que las construyen, limpian, y mueren atropellados (opresión racial); la mejora de la mujer de clase media, por ejemplo de la investigadora, o de la mujer parlamentaria, lo es en detrimento de la mujer proletaria invisibilizada que tiene que limpiar su despacho, el pasillo por el que transita y las aulas en los que divulga la ciencia y la cosmovisión burguesa del mundo, y tiene que hacerlo por ser mujer proletaria (opresión de género). En este último ejemplo es evidente que la mujer burguesa, o la mujer de clase media, forma ya parte de una división sexual del trabajo por géneros en la cual aparece como agente privilegiado y opresor desgenerizado, que ensucia lo que otras tienen que limpiar percibiendo un sueldo cuatro veces inferior. Pero el feminismo no trata de que las mujeres estén en la universidad diciendo lo permitido por la policía, lo financiado por el estado y lo vedado por la lógica, mientras sus compañeras proletarizadas y ‘’generizadas’’ les limpian lo que ensucian desde la sombra, sino de que, como dijo aquél, ‘’cualquier cocinera debería de poder hacerse cargo del gobierno’’.

El feminismo no es una lucha de las mujeres en general contra los hombres. El feminismo es una lucha innegociable del proletariado contra la burguesía, en el que la mujer proletaria tiene el papel protagónico y su aliado inmediato es el hombre proletario.

El feminismo trata de que las cocineras, pasando por las estudiantes, las limpiadoras, las teleoperadoras, las cajeras, las mujeres proletarias maltratadas, las mujeres inmigrantes, las vagabundas, las prostitutas esclavizadas, las pensionistas… encuentren su posibilidad de emancipación real en la autoorganización de clase, en el enfrentamiento con la burguesía y en la construcción del comunismo. Ellas tienen la última palabra, para la cual estos análisis sólo son una herramienta. Y todo el proletariado debe cargar con la responsabilidad de actuar y de no depositar sobre sus hombros el peso, la carga, de no reactivar la división sexual del trabajo político incluso en la estrategia comunista. Las mujeres proletarias tienen no sólo derecho, sino necesidad a organizarse por sí mismas, pero todo el proletariado tiene la obligación de asumir la lucha por la emancipación de la mujer proletaria, como parte innegociable del programa y de la estrategia comunista.

Aprendamos de los estudiantes en la UPV apoyando la huelga de las limpiadoras, desde la solidaridad de clase.

-SOBRE CLASES, PRIVILEGIOS Y EXPLOTACIÓN-

Sigamos con la cita de mis interlocutoras sobre los marineros de ondarru. Estas utilizan dos veces la categoría de ‘’explotación’’. El sentido en el que lo hacen es claramente confuso. Primero explotación sería sinónimo de privilegio (según se desprende del texto) que tendrían los marineros blancos frente a los racializados. Después explotación se define explícitamente como sinónimo de comodificación (mercantilización). Es decir, la mujer burguesa ‘’explotaría’’ a la mujer latinoamericana por tenerla limpiándole la casa mientras se va de copas.

Por último, los marineros de ondarru serían una ‘’clase’’ por el hecho de que ‘’explotan’’ (es decir tienen privilegios) frente a sus compañeros de trabajo ‘racializados’’. No queda claro si la clase son los ‘’blancos’’ o los ‘’marineros blancos’’. En cualquiera de todas las posibilidades, las clases se les multiplican a mis interlocutoras.

’Todas las clases son concretas, entiéndase, reuniones de lo múltiple, con especificidades y relaciones de poder internas, es decir, todas las clases están divididas, y esto es absolutamente crucial para no homogeneizarlas ni esencializarlas’’ (J.G y T. L en El Salto)

Que las clases no sean concretas, que aparezcan en la superficie social como abstracciones puras, es una trivialidad que nadie defendería. La cuestión es: ¿Qué es una clase? ¿Todas las clases están divididas…sí, pero, divididas en qué? ¿En clases nuevamente? ¿Cuántas clases hay entonces? ¿Tantas como relaciones de poder internas? ¿Internas a qué? ¿Los marineros de ondarru son una clase? ¿Los policías son una clase? Todas estas preguntas y muchas más surgen de golpe. Y surgen porque la categoría de clase es de lo más confusa e indeterminada.

Esa confusión descansa sobre la forzada sinonimia entre privilegio y explotación. El concepto de explotación, intrínsecamente unido al de clase en la ciencia proletaria, tiene un significado muy específico: la explotación es la modalidad específica de subordinación que genera ACUMULACIÓN de poder, APROPIACIÓN DE EXCEDENTE. Si no hay acumulación, no hay explotación, aunque pueda haber privilegio. La burguesía no es clase por tener privilegios, sino por dominar el conjunto de la estructura de privilegios, y lo hace porque acumula, mediante las formas del valor, la propiedad privada del poder social. El mecanismo económico en que se expresa esto es la explotación de trabajo ajeno. Por lo tanto, la explotación, como fuente de acumulación, y no de privilegio estanco, es una y única: explotación de trabajo ajeno, y el acumulador, uno y único, el burgués, sea del color o género que sea.

Atacar la unicidad del concepto de clase, multiplicando las clases, identificando una clase en cada opresión, en cada privilegio, es diluir la lucha de clases y abonar el terreno para el interclasismo, id est para la reforma burguesa. Las clases que en su antagonismo, en su relación contradictoria, rigen el movimiento de la sociedad moderna son la burguesía y el proletariado, y entre ellas se estructuran, de forma cambiante, figuras de colaboración, estratos de clase, modalidades de opresión, formas mistificadas, etc… en una gran mascarada que a la vez cambia de forma y permanece en contenido, pero que siempre alimenta y apuntala el orden social burgués y su específica polaridad de clase: Burguesía y Proletariado.

El marinero blanco no acumula, luego no explota al marinero ‘’racializado’’, el patrón explota a ambos, o en todo caso el armador. El marinero blanco puede tener mejor remuneración, ciertos privilegios con respecto a su compañero ‘’racializado’’, o puede que no, en todo caso todo depende de lo que convenga al armador, incluso echar a la calle al marinero blanco si el marinero negro está dispuesto (id est obligado) a trabajar más por menos. En cualquier caso el marinero blanco no constituye una clase, sino según en qué caso una figura privilegiada dentro de la misma clase obrera, asalariada, en el barco.

La mujer burguesa no constituye una clase aparte de la mujer latinoamericana proletaria porque esta le limpie la casa. También una funcionaria trabajadora, sin ser burguesa, puede privilegiarse de que una mujer proletaria necesita limpiarle la casa para sobrevivir. La mujer burguesa es de otra clase porque acumula, no mediante el trabajo mercantil simple de la mujer latinoamericana en su casa, sino mediante el trabajo productor de plusvalía en la empresa fuera de casa. Esa acumulación de poder la convierte en miembro de la clase dominante, igual que al armador, a diferencia del marinero blanco o la mujer de la aristocracia obrera.

En la formación social capitalista sólo hay dos clases; que por supuesto están divididas, en las que por supuesto hay relaciones de poder internas. Pero estas divisiones y relaciones de poder internas lo son siempre y cuando y en la medida en que son funciones de la estructura real de clase, de la dominación de la burguesía sobre el proletariado. Por lo tanto, su análisis no puede ser la excusa para desdibujar la dominación de clase y su fundamento de poder, que es la plusvalía, salvo riesgo de perder el principio de explicación del todo históricamente determinado.

-SOBRE LA CATEGORÍA DE REPRODUCCIÓN Y LA CATEGORÍA DE PATRIARCADO-

‘’Que en la reproducción hombres y mujeres tienen las tareas divididas es absolutamente falso’’ (J. G y T. L en El Salto)

Falso es lo que no se corresponde con la realidad, no lo que no se corresponde con la representación que el feminismo burgués académico se ha hecho de ella. Como venimos diciendo, toda la reproducción consiste en las tareas de metabolismo proletario (auto-reproducción proletaria) que desarrollan hombres y mujeres, dentro y fuera del puesto de trabajo, bajo la forma del salario y fuera de ella. Con eso ya negamos rotundamente la cita idealista de aquí arriba.

Toda la producción por su parte, es exclusivamente producción de excedente, de lo que sobra de la auto-reproducción del proletariado; producción que (esta sí) se produce exclusivamente en el puesto de trabajo, y que va a acumulándose bajo la forma de medios de producción, de avance técnico, que se contraponen cada vez más bestialmente al proletariado. No todo lo que se hace en el puesto de trabajo es trabajo productivo, sino únicamente el que, en forma de excedente, está destinado a la acumulación, por eso recibe el nombre de ‘plusvalía’ (o plustrabajo). Tanto los medios productivos (el capital objetivado), como el proletariado (el capital subjetivo), son las dos grandes formas de propiedad del capital, de la burguesía, propietaria del conjunto de actividades productivas y reproductivas, de medios técnicos, recursos, planeta y poblaciones, gracias a la acumulación productiva.

’Una cuestión estructural e innegociable: la dominación masculina.’’ (J. G. y T. L.) (Y en otra parte): ‘’ (…) Intolerable en términos políticos: negar la existencia del patriarcado’’.

En realidad, lo que mis interlocutoras no están dispuestas a tolerar es que se niegue su particular y unilateral concepto ahistórico de patriarcado, el cual definen como dominación masculina abstracta y general. Muy al contrario, lo que el marxismo defiende es que el patriarcado ahístorico no existe, ni mucho menos algo así como la dominación de los hombres por las mujeres en general, sino la opresión de las mujeres por distintos agentes opresivos, entre los cuales destaca siempre la clase hegemónica que varía según el modo de producción que hegemonice la formación social. El patriarcado entendido como modo de producción que divide la sociedad en clases productivas, es un fenómeno pretérito, es decir, la división en clases que coincide con la división en géneros: masculino y femenino. Dicho sea de paso constituye, según Engels, en términos históricos, la gran derrota de la mujer y coincide con el nacimiento de la propiedad privada.

Sin embargo el elemento patriarcal, de opresión de género de la mujer (por ser mujer), heredado de formaciones sociales anteriores, permanece y es subsumido por la formación social burguesa en el interior del proletariado. La opresión de la mujer se transforma en opresión de la mujer trabajadora, y el agente dominante es ahora la burguesía entera. En calidad de mediador privilegiado, como venimos diciendo, distintas figuras disciplinarias de esta división sexual del trabajo hacen labores directas de opresión y subordinación de la mujer proletaria, entre las cuales cabe destacar ciertas figuras masculinas como el violador, el feminicida, el marido autoritario, etc…

Pero vayamos por partes. La reproducción está dividida en:

1-El conjunto de actividades que son subsumidas por la esfera mercantilizada de la vida, a las que se les llama formalmente trabajo, y

2-El conjunto de actividades no mercantilizadas (no sólo las domésticas, o las actividades de crianza, sino también las actividades disciplinarias de estudio en escuelas, universidades, en centros de formación para el trabajo, en las actividades disciplinarias de búsqueda de puesto de trabajo, de obediencia al estado, en actividades extra-domésticas de autoproducción como pequeñas reparaciones, autotransporte, autoproducción de alimentos, incluso la okupación aislada y auto-habilitación de vivienda fuera de la estrategia revolucionaria, actividades políticas y sindicales internas al sistema, actividades culturales, actividades de consumo, etc…) En ninguno de los dos ámbitos de la vida, esfera de mercado y esfera no mercantil, trabaja la clase obrera para sí misma en última instancia, como ya ha sido demostrado hace varias generaciones. Pero cuantos más recursos y actividades se destinen a la reproducción mayor es la participación de la clase obrera en el producto social. De ahí el antagonismo interno, reformista, sindical, del modo de producción capitalista.

Además, en los dos ámbitos de la reproducción, mercantil y no mercantil, existe una división del trabajo por géneros, edades, etc… en la esfera no mercantil, que es el ejemplo que nos ocupa, es evidente que existe una división sexual de tareas en el ámbito del consumo, del espacio doméstico, de las actividades políticas y sindicales, los jóvenes tienen una gigantesca labor disciplinaria en la institución escolar, universidades, etc… todo ello trabajo ‘’formalmente sin sueldo’’ o ‘’gratuito’’ de reproducción de la fuerza de trabajo (tanto hombres como mujeres). (Para un estudio sistemático de la economía política de la clase obrera, véase Lebowitz, Más allá del Capital de Marx, quien trata rigurosamente los conceptos de producción, reproducción, etc…).

Las cosas son más complejas que los binomios doméstico-laboral, privado-público, tal y como lo plantea el idealismo abstracto del feminismo académico. La contraposición reproducción/esfera doméstica y producción/esfera mercantil resulta absolutamente reduccionista. Desde tal patrón de interpretación es ininteligible el principio de división sexual del trabajo, que no tiene nada que ver con un aspecto cuantitativo, sino cualitativo, y que no sólo se aplica dos ámbitos de la vida, sino a la totalidad temporal del proletariado.

En el siguiente párrafo de mis interlocutoras la confusión entre las categorías de producción y reproducción es evidente:

’Por lo que no, la división sexual del trabajo no se da en la esfera de la producción y la de la reproducción, la división sexual del trabajo se da en la relación entre la producción y la responsabilidad reproductiva y en la interioridad de la esfera productiva. Es decir, que lo que se da es una doble socialización de las mujeres en donde lo que hacen en ambas esferas está siempre subordinado a lo que hacen los hombres. Y eso ya lo comprobamos cuando decimos que no es sólo que las mujeres trabajen en las dos esferas, es decir, que trabajen más (sic), sino que además sus sueldos son inferiores en lo que a la producción de plusvalía se respecta.’’(J. G y T. L en el Salto)

Se identifica aquí confusamente producción con todo lo que se hace en el puesto de trabajo. Y reproducción con lo que se hace fuera. Además, se dice que lo que hacen está siempre subordinado a lo que hacen los hombres. En realidad debería decirse que está siempre infravalorado a lo que hacen los hombres, y subordinado a ciertas figuras opresivas, que no a los hombres en general, figuras de entre las cuales destaca la burguesía que es la que se apropia del todo. Se dice además que las mujeres trabajan en las dos esferas (confusamente separadas), y que eso hace que trabajen más.

En realidad, si desgarramos el velo aparente del ‘’trabajo remunerado’’, ambos géneros trabajan de forma similar en cantidad, la división sexual del trabajo no es cuestión de cantidad, sino de cualidad, y esto es lo que hace que sea aún más lacerante, más opresiva, pues subordina política y vitalmente a la mujer proletaria, no es una mera cuestión de que esta tenga que trabajar ‘’más’’. La determinación cuantitativa sólo afecta, de hecho, a la diferencia de sueldos dentro del puesto de trabajo, que ronda un 20 por ciento, pero esto no privilegia en nada a los hombres, ya que la familia en conjunto percibe un salario familiar menor, sino más bien a la burguesía.

¿En qué consiste esta división sexual cualitativa del trabajo?:

1-En primer lugar, la opresión de género en la división sexual del trabajo consiste en que es una división sexual IMPUESTA por imperativo social, que consta, como decíamos, de figuras disciplinarias para obligar a ella. El marido autoritario, el violador, el baboso acosador, no son sólo figuras privilegiadas, sino que lo son en la medida en que cumplen funciones disciplinarias para hacer a la mujer proletaria sumisa a la reproducción biológica y a la producción de placer. Mejor dicho, para extirpar el control que la mujer tiene sobre su capacidad reproductiva biológica y su capacidad de producir placer (esto ya lo ha documentado ampliamente el feminismo autonomista italiano), y ponerla en manos de agentes externos, en concreto, de la burguesía y sus figuras de colaboración de clase. El marido autoritario es también una figura de control e imposición para que la mujer desempeñe tareas domésticas, pero también lo es el periodista o el publicista en la televisión, que socializan a la mujer trabajadora en una división sexual del trabajo con programas, anuncios, etc., también lo es la profesora o el profesor a servicio del estado en la escuela, que disciplina a una forma de ser y a una serie de actividades a la mujer trabajadora, también los son las figuras standard proletarias de la madre y el padre, que controlan a sus hijas (e hijos) proletarias y las encarrilan hacia una serie de actividades y conductas, también lo es la feminista académica que empuja a las mujeres proletarias a especializarse en feminismo, dejando otra serie de actividades políticas que les incumben en manos de los hombres proletarios, etc… En general, las figuras disciplinarias que imponen una división sexual del trabajo, entendida como totalidad reproductiva de la clase obrera, son muy abundantes y escurridizas, y exige un trabajo sistemático elaborar un mapa general de estas figuras, clasificarlas, etc… para ver el proceso en su totalidad, que arroja como resultado el confinamiento de las actividades de las mujeres proletarias en una serie de ramas de actividad concretas. Dentro y fuera del puesto de trabajo, esta división sexual de las actividades proletarias, que en la medida en que no está encaminadas a derrocar el poder enemigo y a construir el poder propio, son actividades meramente reproductivas, cuando no productivas del poder enemigo (plusvalía), en general digo que esta división sexual del trabajo atraviesa por completo la vida, la totalidad del proletariado.

2-Mis interlocutoras tienen razón, no es que las hagan las mujeres porque son inferiores, es que son consideradas INFERIORES porque las desempeñan las mujeres. PERO, hay que explicar correctamente la causa, ya que por la misma razón, son consideradas inferiores las tareas que desempeñan los inmigrantes, las tareas que desempeñan los proletarios frente a las que desempeña la aristocracia obrera, las tareas que desempeña el estudiante frente a las que desempeña el trabajador en el puesto de trabajo, la tareas del trabajo manual frente a las del trabajo intelectual, etc… la devaluación de tareas en las subjetividades oprimidas, dentro del proletariado, permite a la burguesía 1-generar oposiciones y rivalidades dentro del proletariado, y sobre todo, 2-abaratar la producción de personas que realizan esas actividades (abaratar el salario que adquiere la forma de la aparente remuneración de marras) en la pugna sindical reformista, cuando no imponer esas actividades a través del estado, de la academia o de los medios de comunicación sin necesidad de regularlas por contrato mercantil (obligatoriedad de la escuela, obligatoriedad de las tareas domésticas, etc…). No es que la burguesía pague menos o nada por un trabajo, es que bajo esa apariencia la burguesía gasta menos en la producción de proletarios que vuelven al día siguiente al puesto de trabajo, y para eso utiliza la constitución de subjetividades inferiores, que deben por lo tanto hacer ciertas tareas sin remuneración aparente, o con remuneración inferior. Cuando esto sucede, no es que la burguesía deje de remunerar a quienes las realizan, sino que en vez de hacerlo un burgués en su empresa, lo hace la burguesía entera a través del estado (salario indirecto) pero compartiendo gastos y abaratándolos, o incluso el mismo burgués a través de un sueldo que alcanza para toda una familia, según la coyuntura y las leyes que el estado burgués (la burguesía colectiva) le imponga al burgués particular.

La devaluación de la feminidad está inextricablemente unida en la sociedad burguesa a la necesidad permanente que la producción de plusvalía tiene de generar subjetitividades inferiores en la clase obrera, para poder abaratar lo máximo posible la reproducción. El feminismo académico ha descubierto este fenómeno, pero con su tosca categoría de salario no ha sabido explicarlo. En su versión más idealista, lo ha atribuido a un patriarcado cultural, en su versión más materialista, lo ha atribuido a un supuesto sexo de las categorías económicas burguesas, a un capitalismo patriarcal (por ejemplo R. Scholz pero también muchas otras feministas de notable interés teórico).

Decía también que la división sexual del trabajo no es cuantitativa, porque es muy difícil afirmar tal cosa. ¿Quién trabaja más, el hombre que pasa 8 o 10 horas en la mina, o la mujer que hace las tareas domésticas? ¿Quién descansa más, quién se cansa más, quién realiza actividades durante más segundos al día, etc? ¿A qué llamamos trabajo? ¿Entonces por qué razón la mujer proletaria tiene mayor esperanza de vida que el hombre proletario en todos los países capitalistas? ¿Cómo puede ser? Pero todas estas preguntas son otras tantas formulaciones en el horizonte estrechamente burgués de la categoría de trabajo, que esconden la verdadera y terrible dimensión de la subordinación cualitativa de la mujer proletaria en la sociedad burguesa. Incluso si se consiguiese demostrar cuantitativamente que la mujer proletaria en general desempeña más tareas reproductivas que el hombre proletario, el fundamento de la opresión no dejaría de ser cualitativo.

Ahora, en ese sentido, el feminismo radical burgués de los 70, 80 y 90 sí que ha conseguido incorporar de nuevo al mercado laboral a las mujeres, con lo cual ha conseguido que donde antes uno era explotado, ahora lo sean dos, y en ese intento, por ser reformista y no haber apostado por la revolución comunista, ha aumentado considerablemente el número de tareas que las mujeres proletarias se ven obligadas a realizar sin haber tocado lo más mínimo la subordinación cualitativa de la mujer trabajadora. Este esquema general del derecho femenino al trabajo dentro del capitalismo ha emancipado a un pequeño número de mujeres de clase media en detrimento de una aplastante mayoría de mujeres proletarias, que ahora se ven obligadas a hacer mayor cantidad de tareas. Si en algún momento la mujer proletaria ha estado cuantitativamente más atareada que el hombre proletario, ese momento es el actual, en el que la mujer proletaria debe cuidar los hijos, limpiar la casa, etc… y además limpiar los portales de todo el vecindario, vender ropa en el Zara o trabajar de teleoperadora para que el salario familiar llegue a fin de mes.

3-El descubrimiento por parte de la economía feminista (Betsy Warrior, Marilyn Waring, etc), a través de la categoría confusa de trabajo remunerado, de las actividades ‘’invisibilizadas’’ de las mujeres en el ámbito doméstico, que inmediatamente fueron mal clasificadas como ‘’trabajo no remunerado’’ supone un gran descubrimiento, que situado en su correcta posición, nos da la pista del auténtico alcance de la dominación burguesa, que extiende sus ramas a toda la actividad metabólica social, a toda la vida del proletariado, al control y gobierno directo e indirecto de todas las actividades, y al aprovechamiento del todo, no sólo de la parte, aunque todo ellotenga a la base la violencia muda de las relaciones económicas, la dinámica de la plusvalía. Supone también una clave importante porque deja en evidencia el estatuto cultural que en el capitalismo tiene la mujer proletaria desde un punto de vista económico: es decir, como sujeto incapaz de hacer ‘’lo más importante’’, etc… como sujeto devaluado. Pero ‘’lo más importante’’ no es para la cultura burguesa meramente la producción de mercancías, es también ‘’ocuparse’’ de los problemas familiares tomando las decisiones, defender a la familia en el barrio, etc. Igualmente, lo más importante no es para la conciencia espontánea burguesa el hospital o la escuela, sino la fábrica.

Las actividades metabólicas no mercantiles que desempeña la mujer proletaria no son invisibles, pues todo el mundo sabe y ve que las hacen. No son mercantiles, pues no adquieren la forma de contrato. Son actividades consideradas inferiores, y a causa de esto, generan SUBORDINACIÓN social y política.

Subordinadas porque ya desde Aristóteles (ver La Política, 1.2- De la esclavitud) y mucho antes se considera que quien desarrolla actividades menos importantes, quien no tiene capacidades superiores, se subordina políticamente a quien las tiene, y esto está tan arraigado sino más en la sociedad burguesa. La fina línea que va desde la actividad devaluada al sujeto subordinado es la clave de explicación de toda división del trabajo, incluida la sexual. La síntesis del conjunto de actividades subordinadas es la burguesía, que se tiene a sí misma por el sujeto dominante, por el único que hace funcionar el todo con su magia de la producción, última destinataria por tanto de toda subordinación capitalista. Esta justificación cultural tiene su base material en la medida en que toda la estructura de subordinaciones está objetivada y cosificada en el dinero, en el capital, que es la propiedad privada del todo real y efectivamente bajo el control de la burguesía.

’Tanto las condiciones patriarcales como las antiguas (y también feudales) se disgregan con el desarrollo del comercio, del lujo, del dinero, del valor de cambio, en la misma medida en que a la par va creciendo la sociedad moderna.’’ (K. Marx, Grundrisse. El subrayado es mío.) Es decir, se disgregan no de golpe, sino como proceso. Ahora bien, habría que añadir, que aunque pierden centralidad y se separan en sus elementos (disgregación), no desaparecen, sino que los elementos que pueden ser subsumidos por la nueva forma que adquiere el metabolismo social, el valor, permanecen y mutan de forma.

En conclusión, podemos decir que la división sexual del trabajo, y la opresión de género sobre la mujer trabajadora, no consisten ni en trabajo invisible ni en trabajo no remunerado, sino en tareas cualitativamente OBLIGATORIAS, DEVALUADAS CULTURALMENTE Y SUBORDINADAS POLÍTICAMENTE a agentes de opresión de género. Éstas se dividen a su vez: en el ámbito no mercantilizado de la vida, en una serie de actividades infravaloradas y subordinadas al hombre proletario, siempre y cuando este adopte ciertas figuras de colaboración de clase (marido autoritario, acosador sexual, etc…) y cuyo último beneficiario es, a través de ellas, la clase burguesa. En el ámbito mercantilizado de la vida, en una devaluación de los trabajos feminizados, y en una subordinación directa a la burguesía.

La burguesía aparece como agente indirecto de opresión de género, a través de sus figuras de colaboración patriarcal de clase (algunas de las cuales son desempeñadas también por mujeres de clase media), en la calle, en casa, en la política y en las instituciones culturales. Y en el puesto de trabajo, la burguesía aparece como agente directo de opresión de género.

El fundamento de ambas modalidades de opresión de género descansa exclusivamente sobre la atomización de la mujer proletaria, la competencia de proletari@s entre sí y la dominación económica que se ejerce sobre la mujer proletaria a través de las categorías económicas. Es decir, la opresión de género en la moderna sociedad burguesa tiene su fundamento en la condición de clase de las mujeres proletarias, y no en la forma de legitimación más o menos evidente que adquiere esta en las leyes, el estado, o la teoría académica.

La única salida para la mujer proletaria consiste en el proceso revolucionario por la construcción del comunismo y en el enfrentamiento con la burguesía entera y sus figuras de colaboración.

3- A MODO DE CONCLUSIÓN: ALGUNAS CONSECUENCIAS EN LA PRÁCTICA POLÍTICA

1-La opresión de la mujer proletaria no experimenta mejora, sino sólo mutación de formas, con la reforma dentro del capitalismo. Por lo que el feminismo sólo puede realizarse mediante el proceso revolucionario del proletariado. Esto no significa que la mejora llega al final, como trata de hacernos creer el reformismo, sino que el modo de mejorar la situación de la mujer proletaria consiste en la estrategia proletaria, en ir construyendo paso a paso un poder propio y una organización con autonomía de clase frente a la burguesía, que posibilite abordar de raíz la opresión de género e ir haciéndonos cargo del problema sin necesidad de recurrir al estado, a la academia, a los medios de comunicación burgueses, o a la legalidad burguesas, que son otras tantas expresiones de colaboración con la estructura de la dominación burguesa.

2-Para superar la opresión de género, el aliado político de la mujer proletaria, de la mujer real y concreta, no es la mujer burguesa, ni la mujer privilegiada, sino el proletariado organizado en el proceso revolucionario y consciente de su tarea histórica. El proletariado masculino tiene de hecho la obligación de asumir como propia la lucha por la emancipación de sus hermanas proletarias y apoyar en todo a estas, como parte innegociable del programa comunista. La parte del proletariado masculino que elija cumplir con las figuras de disciplinamiento, opresión y privilegio, es colaboradora y traidora de clase, traidora al comunismo y traidora a sus hermanas proletarias. Pero en todo caso, el sujeto feminista es el proletariado conscientemente organizado bajo el programa comunista, en el cual la mujer proletaria debe tener siempre autonomía organizativa y la última palabra en las cuestiones que le atañen. En ningún caso puede el sujeto feminista ser la organización interclasista de mujeres, ya que las mujeres burguesas son agentes activos formales de opresión de género, a diferencia de los hombres proletarios, que sólo lo son en la medida en que aceptan la colaboración de clase cumpliendo con las figuras disciplinarias y privilegiadas.

3-El objetivo inmediato de la lucha feminista es la mujer proletaria, cuya situación de opresión descansa sobre la situación de subordinación económica y atomización social en la que se encuentra, por lo que la superación real de tales condiciones de opresión pasan por la abolición del trabajo asalariado y la construcción de poderosas redes de solidaridad de clase que no dejen desamparada a ninguna mujer maltratada, a ninguna mujer que sufra una agresión, a ninguna mujer que se vea obligada a vender su cuerpo para sobrevivir.

4La mujer maltratada no necesita ser fruto de escándalo social y mediático como venimos viendo durante toda una década sin que se le ofrezca más consuelo que un proceso judicial (en el mejor de los casos), sino solidaridad de clase, autodefensa colectiva y sobre todo, asistencia colectiva. Redes de viviendas comunitarias bajo control proletario para que las mujeres tengan amparo, redes de autodefensa feminista proletaria (como ya se vienen ensayando, pero no limitadas al espacio festivo), presión social y socialización comunista en los barrios para contrarrestar la socialización patriarcal de los hombres proletarios, etc… autoorganización proletaria, no juridización y estatización de la intervención feminista.

5-El aborto no es un derecho legal que reivindicar, es un derecho material que tiene condiciones materiales. La decisión última es de la mujer proletaria, pero que la mujer proletaria tenga las condiciones materiales para tomarla es la manera de plantear el problema de raíz, no una mera reivindicación legal de un derecho abstracto. Redes de crianza colectiva, como parte del proceso revolucionario, redes de asistencia alimenticia, de amparo a los hijos e hijas de las mujeres proletarias, construirlas mediante la organización de clase. Tener hijos e hijas debe ser un regalo para la madre y para las nuevas criaturas, no un castigo. Así lo ha planteado el comunismo históricamente, y es un paso atrás convertir al aborto en un derecho legal reformista, desprovisto de su contexto, que es el derecho material a tener hijos e hijas, y a tener garantizado que esta crianza la va a asumir una colectividad.

6Construcción y alimentación permanente de la teoría comunista, y en particular, de sus aspectos feministas, destinar recursos colectivos a ello como prioridad inmediata, considerando inmediata y urgente dar cauce y pensar teóricamente la situación infernal de la mujer proletaria.

7-Desenmascarar al feminismo burgués como marco teórico de subordinación de la mujer proletaria y de enmascaramiento de las categorías económicas y políticas que la tienen postrada.

8-Organización para denunciar y dar respuesta a la opresión de género burguesa allí donde ocurre. Acabar con la impunidad de este tipo de opresión que pasa desapercibida bajo la violencia muda de las relaciones económicas, y hacerlo desde la organización de clase.

Estas, y otras muchas formas de actuación, históricamente conocidas, son las que contraponen un feminismo comunista, integrante del proceso revolucionario, frente a un feminismo abstracto, reformista, unilateral, interclasista, académico, estatista y en definitiva, burgués.

41 thoughts on “Feminismo proletario y comunismo revolucionario

  1. “El feminismo es una lucha innegociable del proletariado contra la burguesía, en el que la mujer proletaria tiene el papel protagónico y su aliado inmediato es el hombre proletario.” Kolitza

    ¿Y tu como aliado hombre proletario les dictas su forma de lucha? Pregunto

    “las autoras se acercan más a las tesis del feminismo marxista, pero siguen manteniendo su postura anterior, por lo que ya no se sabe muy bien por dónde cogerlas.” Kolitza

    • Dar tu opinión razonada en un foro público = dictar. Ok, mensaje captado.
      Seguramente preferirías que todos escribieramos como tú, ataques irreflexivos.

      Lo de la última cita no lo has entendido. Me refiero a que las autoras muestran una postura ambigua entre dos escuelas teóricas del feminismo (feminismo materialista francés y feminismo marxista), siendo dos escuelas que defienden dos concepciones irreconciliables de clase y que discuten entre ellas en oposición abierta. Por si no te ha quedado claro yo no estoy de acuerdo con ninguna de esas dos escuelas, sólo señalo que utilizar a las dos no tiene consistencia alguna.

      Yo pongo al servicio de las mujeres proletarias una herramienta teórica que me ha costado mucho tiempo y esfuerzo. Y ellas la usarán como mejor les parezca.

      No voy a contestar a más insolencias. Los comunistas no tenemos que justificarnos por hacer aportaciones al feminismo proletario.

      Saludos.

      • Primero-¿Dónde ves tu la insolencia? Sugieres, te pronuncias… dictas, ¿Con que no estas de acuerdo?

        Segundo-Tranquilo, no tiene nada que ver con mi compresión lectora, tal vez no te cite adecuadamente;
        “por lo que ya no se sabe muy bien por dónde cogerlas.” Kolitza

        Me preocupa de sobremanera esas faltas de respeto constantes, siendo sabedor de lxs seguidorxs que tienes por estos lares, en tus respuestas a las que tu denominas tus “interlocutoras”. Respeto tus argumentos, razonados o no,, pero no así tus formas, bajo ningún pretexto. Creo que reproduces unas actitudes que contrarrestan algunas de tus afirmaciones.

        Dicho lo cual, simplemente me gustaría que reflexionáramos a la hora de realizar estos aportes teóricos, que es lo que buscamos con ello, a quien va dirigido y , sobre todo, como y por que.

        Lo de ataques irreflexivos, insolencias y demás impertinencias…bueno, que pase… pero que los comunistas no tenemos que justificarnos por hacer aportaciones al feminismo proletario, discutible. y mucho.

        Besarkada bat.

        • Pero vamos a ver.
          ¿Qué faltas de respeto constantes? Decir eso sin demostrarlo es una insolencia. Aquí el/la único/a que falta al respeto constantemente eres tu, sugiriendo que no debería de existir libertad de expresión con ciertos temas, como hiciste el otro día en otro post, Para mi la LIBERTAD DE CRÍTICA Y AUTOCRÍTICA es indiscutible, sobre todos los temas que afectan al programa comunista, y quienes la atacan no son más que burócratas, o enemigos del comunismo. ¿Tu a cual de las dos familias perteneces? Las ideas se confrontan entre sí cuando no hay impunidad teórica ni represión de la parte minorizada. Las ideas que he publicado aquí son muy difíciles de exponer en medios de comunicación, universidades, etc… de los centros imperialistas, porque son ideas comunistas, y son además en su mayoría ideas elaboradas por mujeres de la periferia, hay muy poco de cosecha propia.

          https://www.lahaine.org/mundo.php/feminismo-proletario

          Lo que es una falta de respeto es decir que ‘dicto’ cuando he dicho una y mil veces qe esto es una herramienta y que las mujeres comunistas tienen y tendrán siempre la última palabra.

          Sólo faltaba que venga alguien como tu a sugerir continuamente todo tipo de cuestiones ad hominem para acallar unas ideas totalmente reprimidas en Euskal Herria por la dictadura ideológica de la burguesía. Te devuelvo el consejo: piensa a ver qué te propones con estos ataques personales.

          Por lo demás, he discutido respetuosamente a mis interlocutoras en un tono muy similar al que ellas han empleado conmigo- Ellas no han tenido inconveniente en calificar de ‘monoteísmo’ al feminismo proletario. Lo han intentado defender, pues bienvenida sea su calificación. Yo he tratado de demostrar que su argumentación es inconsistente. Pues bienvenido sea. ¿Yo no puedo calificar tranquilamente de burguesa a su concepción feminista? He definido claramente por qué motivo lo hago, e. d. porque se desarrolla a partir de las categorías burguesas: y he explicado porque me parece irrenunciable esa calificación. Mi discusión con ellas no es entre camaradas, sino entre dos posiciones antagónicas de clase. No pienso responder en tono amistoso, mis compañeras de viaje son otras.

          En lo personal no tengo nada en su contra, pero estamos políticamente enfrentadas.

          Lo lamentable es que no tengas nada que añadir con el contenido y te dediques a atacarme personalmente, que si como digo las cosas, que si para qué escribo… Tu sol@ te retratas.

          Los comunistas no tenemos que justificarnos por hacer aportaciones al feminismo proletario, porque es un campo de lucha para todos los comunistas. Lo que digáis los y las feministas postmodernas nos da igual. No se cuando os vais a dar cuenta que el diálogo no va con vosotr@s. ¿Os creéis el centro del mundo? ¿El centro del feminismo? ¿Eso os ha hecho creer la ola mediática en la que os han introducido los últimos 20 años?
          Los comunistas sólo rendimos cuentas ante nuestras compañeras. Con anónimos de internet me parece absurdo discutir sobre cómo debería de restringir mi libertad de crítica.

          Ahorrate el abrazo y el falso buen rollo. Me basta con servir de algo a aquellas a las que respeto y aprecio. No escribo para caeros bien a tod@s, creía que a estas alturas ya estaba claro.

    • Algunas sugerencias de lectura respecto al tema en cuestion:

      Gilles Dauve. Federici contra Marx. (2015)
      Traduccion:Agintea Hausten

      Click to access Dauv%C3%A9+2015+Federici+contra+Marx.pdf

      Nxu Zänä, Contra la Teoría Queer (desde una perspectiva indígena)

      Click to access Nxu_Z%C3%A4n%C3%A4_Contra_la_Teor%C3%ADa_Queer.pdf

      Séverine Denieul. La ofensiva de los Estudios de Género. Reflexiones sobre la cuestión queer

      Click to access Denieul+2009+Queer.pdf

      —————–

      • Muchas gracias Petriko, muy buenos textos. El de Gilles Dauve ya lo conocía, pero los otros dos no, y en de Séverine Denieul es muy bueno.

  2. El infierno diario de la mujer proletaria debe ser la prioridad en la agenda. Sí, pero en la agenda de quién, de quiénes?
    De quienes comulgan con todo un armazón teórico, de quienes tratan de sobrevivir cada día… de quiénes?
    En otras palabras: ¿en qué consiste la organización de clase? ¿En qué la solidaridad real? ¿Y entre cuántas, cómo, para qué?
    Ah y se nos olvida la lidido: ¿existirá en la sociedad comunista del futuro? ¿Habrá armonía entre los sexos? ¿Pura solidaridad acaso?
    Bravo por el empleo de las categorías de Marx, en serio: impecable. Ahora toca indagar en los aspectos concretos de la solidaridad de clase (y de base) real

  3. El feminismo no puede ser la liberación de las mujeres trabajadoras (que no son ni de lejos el 90% de la humanidad) sino el Socialismo Científico, aunque el autor parece alejarse de éste al no contemplar el patriarcado como base de la sociedad clasista (y por tanto de la burguesa) y relegarlo a vestigios de anteriores modos de producción, sin relacionarlo con la opresión por sexo (pues el género se deriva de una realidad material) dentro del proletariado y negando que existe un beneficio material en favor de los hombres dentro de éste.

    Lo demás guay.

  4. Ahora que te vuelvo a leer Kurgan.

    ”respeto tus argumentos…pero no así tus formas”…”Sugieres, te pronuncias, dictas….”…”faltas de respeto constantes”…”creo que reproduces unas actitudes”…”me gustaría que reflexionaramos…qué es lo que buscamos, a quién va dirigido, cómo, porqué….”…” lo de que no tenemos que justificarnos, discutible, y mucho…”…”Y tu… les dictas su formas de lucha? pregunto.”…

    Ante la falta de argumentos: ATAQUES EMOCIONALES, desestabilizar al interlocutor, etc. PSICOLOGÍA CONTRARREVOLUCIONARIA de manual. Consciente o inconsciente, lo mismo da. Ante la incapacidad de convencer, ‘psicologismo’ y policía de las emociones, de los gestos, de los detalles. Hay miles como tu haciendo esa infatigable tarea de censura y desestabilización por todo el país.

    Agur.

    • Desde tu anonimato,y mas allá de tu LIBERTAD DE CRITICA ( por cierto, te invito a que indiques donde sugiero que no debería de existir libertad de expresión con ciertos temas):

      “Que se actúe con responsabilidad y se abandone la pretensión de que las mujeres de la academia, que representan a un estrato privilegiado de las mujeres trabajadoras, sean la voz y las representantes de la opinión de las mujeres en general (y con ello de las mujeres proletarias, que son la mayoría aplastante de las mujeres en nuestra sociedad, y que sufren las consecuencias de la opresión de género de forma extremadamente diferente a las mujeres investigadoras bien posicionadas en la universidad”” kolitza.

      ¿Esto es demostrable? ¿Puedes argumentar dichas afirmaciones?

      “En lo personal no tengo nada en su contra, pero estamos políticamente enfrentadas.”kolitza

      Pues menos mal.

      Agur

      • Mira, si lo que intentas es demostrar que pinchando en el lugar adecuado el autor reproduce ciertas actitudes que el movimiento feminista criminaliza sobre otros temas igual de o más prioritarios para su clase en un contexto de lucha que ciertas maneras de expresión totalmente tergiversables si se tiene mala leche y poca intención de porte), lo que estás haciendo es un flaco favor a la teoría revolucionaria y a sus militantes.

        Kolitza pretende aportar lo que buenamente pueda (que no es poco) a un debate necesario, en un contexto en el que las luchas revolucionarias se acallan constantemente por oleadas de ideas reformistas lideradas por la élite académica (QUE EVIDENTEMENTE ES DEMOSTRABLE, BASTA CON ABRIR LOS OJOS: ver quién tiene acceso a las universidades, y sobre todo al conocimiento que éstas generan, la forma en cómo lo hacen y el objetivo que tienen).

        Y precisamente el debate está abierto a cualquiera que quiera participar de la teoría revolucionaria, incluso de los que quieran eliminarla, siempre y cuando no se desvíe hacia luchas de egos baratas como pretendes hacer tu, que solo nos dividen en posturas totalmente vacías y mucho más fáciles de exponer públicamente, por una parte por la seguridad que aporta el ser anónimo en la red, y por otra, por que la otra manera de aportar al debate exige de un mínimo de compromiso y de ganas de aprender y aportar.

        Y personalmente, hay gente que agradece mucho estos aportes, que consideramos esenciales en la construcción de las nuevas teorías revolucionarias con las que avanzamos en nuestros pueblos, ciudades, barrios… llevándolas a la práctica y comprobando, a veces con alegría, otras con frustración, los resultados obtenidos, deseando aprender de los errores para futuras victorias.

        Y lo que menos conviene es que gente como tú desvíe la atención con críticas baratas, vacías de contenido, de fácil resonancia entre los sectores menos formados, pero sin intención de construir, solo de señalar con el dedo cómo hasta los que tienen cosas interesantes que decir pueden tener “fallos” que ves desde tu lupa.

        Y sí, evidentemente lo que haces es censurar, con esa facilidad que tienes de criminalizar y hablar de faltas de respeto y poniendo en cuestión constantemente quién tiene o no derecho a hablar de ciertos temas, como si alguien lo tuviera sobre otra gente. Por que esas críticas vacías calan, y solo sirven para cerrar las puertas a nuevas ideas, centrándose en formalismos.

        Por que la crítica es necesaria, pero acompañada de un constructo . Si no se convierte en una batalla de egos absurda y desquiciante, que acaba desgastando.

        Te invito a que dejes de lado los ataques fáciles y te centres, si realmente quieres aportar algo a la gente que está pendiente del debate, en aportar argumentos con cuerpo, con contenido, que nos hagan reflexionar, que permitan enriquecer, y no obstaculizar, la construcción de una teoría aplicable (y no académica-elitista) al movimiento revolucionario, que al fin y al cabo es el único que lucha por un cambio real del sistema heteropatriarcal que se plantea destruir.

        Ánimo Kolitza, lxs que luchamos día a día estamos contigo, deseando que salgan más como tú que aporten tanto a la lucha, ya que en nuestros barrios estos debates están latentes gracias a vosotrxs, y se trasladan a la práctica, día a día, construyendo y creando nuevos sujetos revolucionarios.

      • ” te invito a que indiques donde sugiero que no debería de existir libertad de expresión con ciertos temas” Kurgan

        En este texto:

        “¿Y tu como aliado hombre proletario les dictas su forma de lucha? Pregunto” Kurgan

        En, “Sobre monoteismo, capitalismo y patriarcado”:

        “Eta zure galderari erantzunez,Marxen lanari kritika edo ekarpen bat ikuspegi feminista batetik eta emakumeengandik egiten denean, gizonek agian ixildu beharko genuke.”

        Igual si hubieses cambiado de nombre, para variar, podías haber pasado desapercibido. Pero a algunos, y digo algunos porque hombre afirmas ser, se os cala bastante facil y se ve que solo teneis por intencion evitar que se siga escribiendo sobre estos temas, siempre y cuando no se defienda la posicion oficial de la academia o del feminismo radical burgues. Y lo has indicado y encima manipulado con expresiones como “dictar”, para introducir bajo esa concepcion todo aporte que vaya en contra de “las mujeres”, o al menos las mujeres que representan la estrategia burguesa que tu defiendes, puesto que entre “las mujeres” hay mujeres que no necesitan de tu defensa “como hombre” y que aceptan y encima agradecen aportes como los de Kolitza. Igual porque esas mujeres ya saben que sus aliadas no son las mujeres burguesas, cosa que tu parece que quieres evitar y les dictas, porque asi es como tu lo concibes, si pueden trabajar con un aporte hecho por un hombre o no. Las opciones eran sencillas: o hacer una critica al articulo, o hacer el ridiculo.

        • Ez dut zertan izenik aldatu behar Orratz, gizona naiz, eta arrazoia duzu “que entre “las mujeres” hay mujeres que no necesitan de tu defensa “como hombre” y que aceptan y encima agradecen aportes como los de Kolitza”. Orratz
          Nik ere eskertzen ditut Kolitzaren iruzkin eta tesi gehienak, baina marxismoari kritika bat egiten denean ikuspegi feminista batetik(ni ere ez nago ados Jule G. eta Teresa L, planteatzen duten tesiekin, nahiz eta argudiatuak egon, bidez batez argi gera dadin behingoz) nere ustez, emakume marxista batek erantzun beharko lukeela. Zuei etzaizuela ondo iruditzen, ba osondo, zuek ere anonimoak zarete eta horretaz baliatzen zarete. Ta egileen lana mesprezatzea burges akademikoak direlako, pues bastante barato, que algunos pensáis que estáis en una trinchera en Petrogrado.

          PD: Ez dut nire aipuetan aipatzen duzun zentsura hori ikusten.

          • Kritika hau Kolitzak egin ordez emakume marxista batek egin beharko balu, orduan zergatik ez duzu ihardespen hori eztabaidaren hasierara eramaten, eta zergatik ez duzu galdatzen “Kapitalari kritika feminista” emakume marxista batek edo batzuek egin dezaten? Ezen Larruzea ez dakit, baina Goikoetxea ez a marxista. Horra koherentzia.

  5. Estando de acuerdo en líneas generales con tu crítica y tu defensa de una estrategia comunista integral contra todo tipo de opresión, no termino de entender tu postura sobre cómo deben organizarse las mujeres dentro de la organización revolucionaria:
    “Pero en todo caso, el sujeto feminista es el proletariado conscientemente organizado bajo el programa comunista, en el cual la mujer proletaria debe tener siempre autonomía organizativa y la última palabra en las cuestiones que le atañen.”
    Es decir, si bien se comparten mismos intereses (de clase), ¿por qué debería tener la mujer la última palabra, en cuestiones que le atañen específicamente? Me parece en cierta medida caer en el esencialismo y tomar decisiones en función del género en vez de en función de la teoría revolucionaria correcta.

    besarkada bat

    • No lo tengo claro, creo que en parte tienes razón, pero que hay elementos tácticos de peso que hay que incluir en la ecuación. Pero es una cuestión que no tengo clara. Saludos.

    • Un posible planteamiento organizativo sería el de forma-movimiento, donde las mujeres cuentan con su propia organización autónoma de combate pero respondiendo a una estrategia comunista previamente acordada entre las distintas partes de ese movimiento. En términos prácticos creo que es lo más adecuado, tanto en el plano operativo, como político así como represivo.

  6. al final vuelta a lo mismo: en vez de proponer en que podemos estar de acuerdo, marcar la diferencia para parecer unico y por lo tanto mas sabio; mejor. Capitalismo neoliberal de manual, y de paso casualidad- o no- algo que solo los hombres sabeis hacer. La complejizacion del conflicto no niega lo anteriormente dicho, le suma aristas. Si para algunos eso es desvio ideologico de acuerdo, pero en la practica se traduce en inoperacia y no en sumar sino en dividir con la escusa del “pero” y la “diferencia. 3 millones de habitantes y el sector mas convativo de esta guisa… el enemigo se descojona.

    • Eztabaidaren garrantzia ez da soilik teorikoa eta are gutxiago personalista (ondotxo dakizun bezala), ez kolitzaren partetik behintzat. Uste dut nahiko argi geratu dela eztabaida osoan zehar kolitzaren testuek funtzio argigarria dutela praxiari begira, eta uste dut ere arriskutsua dela “independentismoaren” egoera beherakorra mahai-gainean dauden eztabaida teorikoei egoztea, hauen funtzio erabat praxistikoa denean. Bestetik, kezkagarria da testuaren gaineko alusio bat bera ere ez burutu izana iruzkin “kritikoen” artean, hasieratik jule, teresa zein kolitzak mahai gaineratu dutena kontzeptu teoriko-politikoen inguruko eztabaida denean. Beraz, eta errepikatzen naiz, kritikarik balego uste dut artikuluaren objektua (eduki teorikoa) kritikatu edo behintzat iruzkindu beharko liratezkeela (dudan jarriko nuke ea anonimoak artikulua irakurri duen ere). Eztabaida generalitateen ingurura lekualdatzeak (non inongo riguorositaterik gabe edonork esan dezakeen sudur puntan jartzen zaiona, iruzkintzen gabiltzan testuarekin zerikusi zuzena izan ala ez) ezintasun teorikoa eta arduragabekeria praktikoa adierazten ditu nire iritziz. Azkenik, azken urteetan euskal herrian garatzen ari diren eztabaidei garrantzia kendu eta gutxiesteak ere arduragabekeria handiaren erakusle direlakoan nago.

  7. “…Mi discusión con ellas no es entre camaradas, sino entre dos posiciones antagónicas de clase. No pienso responder en tono amistoso, mis compañeras de viaje son otras.”

    Y quienes? Unicamente las que utilizan el instrumento que tu les otorgas? Porque comunismo revolucionario es el tuyo y ninguno mas? Porque tu manejo de la teoria politica te lleva a esa deduccion en la cual no tienes de quien/ni que aprender? Porque toda dominacion a analizar debe pasar por las categorias que tu manejas y sino el debate no va con nosotras porque no somos comunistas? Ostia igual te pasas un pelin no?

    Por supuesto que no tienes que caer bien a todo el mundo ni escribir para ello. Pero si hablas en nombre del comunismo revolucionario, que menos que algo de humildad ademas de analisis economicista. Por aquello de crear clase para si y esas cosas… Digo no vaya a ser que por mucha razon que tengas no te haga nadie ni puto caso, y de refilon, por ejemplo alimentes la dominacion del intelectual sobre la masa (muy burgues el tema).

    Claro pero si de lo que se trata es de tener mas razon que nadie y que te aplaudamos, oye chapo. Cuando hagais la revolucion los comunistas de tu palo nos abisais a la gente comun, que hablamos de opresiones insignificantes y no debemos de ser ni siquiera masa para hacer bulto.

    • Uste dut gehiago erantzunik ez duzula merezi, testuan ageri den ordena kategorialaren kritika litzateke abordatu beharrekoa, ez kolitzaren ahotan kontextutik ateratako (eta beraz intentzio txarrez eginiko) esaldi solteen gaineko nahasmen ariketa. Berriro diot, uste dut testua ez duzula irakurri eta irakurtzekotan ezer gutxi duzula bere gainean esateko. Ikasteko gogo gutxi somatzen da batzuen partetik…

    • Mis compañeras de viaje son las comunistas. Los comunistas se proponen desde 1848 explícitamente llevar al proletariado a la toma del poder y derrocar el poder de la burguesía (revolución) y desde 1848 definen el comunismo como ”superación de toda opresión y de todas las clases” teniendo como fundamento la superación de la subordinación económica del proletariado. Lo tienes primero en el manifiesto comunista y luego en cualquier documento político de cualquier organización comunista revolucionaria. Desde entonces miles de organizaciones comunistas de distintas tendencias han hecho suyo este programa en diversas escalas geográficas. Las posiciones políticas que no comparten estos objetivos o que los modifican no son comunistas. Las tesis políticas de mis interlocutoras no son comunistas. NO TODO VALE por mucho que Ernesto Laclau diga lo contrario.

      Decir que la forma en que defino el comunismo es mía no es más que ignorancia histórica o un mero ataque personal (o las dos). Perdona si te parece arrogante decírtelo pero las cosas son como son. Si hablas, puedes quedar mal (a menos que escribas como ‘anonimoa’, eh?) Así puedes intentar perjudicar mi imagen, ponerme a caldo, sin correr el mismo riesgo. ¿Crees que me importa? ¿Crees que escribo aquí para que tu me aplaudas? ¿Crees que no estoy preparado para recibir ataques como el tuyo en lugar de críticas?

      Os retratáis con vuestra batería de ataques en segunda persona, sois incapaces de discutir razonadamente el texto, y no porque tenga demasiada calidad, sino porque la única estrategia que os queda es desestabilizar emocionalmente a quien se atreva a poner en duda vuestra hegemonía del concepto de feminismo, y lo hacéis en todos los espacios y de todas las maneras posibles. NO TENÉIS RAZÓN. Acostumbraos a que se discutan vuestras posiciones, que no pasa nada, es muy sano.

      Por otra parte, si te piensas que todo lo que he escrito ahí arriba me lo he inventado y que no he aprendido casi todo de otras personas es que ya no se ni qué decirte. Me parece grotesco que me digas esas cosas. ¿Tan inteligente me crees? ¿Te has fijado en que el texto tiene referencias? Hay muchas ideas que he tomado prestadas de otr@s sin referencia. Incluso he aprendido leyendo a mis interlocutoras, eso no quiere decir que el diálogo con ellas sea entre camaradas o tenga que ser amistoso, porque representamos dos posiciones políticas enfrentadas. Sigo aprendiendo mucho de mucha gente, pero de gente como tu que no sabe más que intentar hacer daño creo que poco se puede aprender. Espero que las siguientes generaciones se parezcan más a nosotras y menos a vosotras.

      Por cierto, yo ya era comunista antes de ponerme a leer. Y soy una persona bastante común, vulgar y empobrecida, así que déjate de historietas sobre intelectuales.

  8. Mi ama fue una gran reformista. Luchó duro para que su hija tuviese autonomia economica, una de las pocas veces que realmente se enfrentó a mi padre fue para que este pagase la universidad de la hija mayor en lugar de reservar el escaso sueldo para El Primogenito. Sus consejos a mi hermana eran: 1 no te cases, 2 si lo haces no tengas hijos y 3 si los tienes nunca dejes tu trabajo. Evidentemente nunca leyó El Capital, pero tenia muy clara la diferencia entre el trabajo productivo y reproductivo y lo que esto podía suponer para su hija, ella lo vivió en sus carnes.

    • Testuaren objektua ez da auzi indibidualen (etikoen) gainean edifikatzen, eta beraz erreformismoa ez da pertsona bat indibidualki bere ekintzengatik epaitzen, partearen gaineko hausnarketa burutzen duen korronte teorikoa da kapital harremanaren erreforma burutzen duena. Hemen eztabaidatzen gabiltzana ez da batak edo besteak bere bizitzan burutu dituen ekintzak epaitzea, marko teoriko bakoitzak praktikan dakartzan inplikazioen gainean dihardugu. Norbanako konkretuen ekintza etikoen marko estua gainditzen dugu gizartearen harreman indarren (eta beraz pertsonen harremantzeko moduen) bilakaera aztertu ahal izateko, marko politiko-ekonomiko zein sozial orokorrean interbentzio praxistikoa egitea posibilitatzen diguna. Hau da, jakitea zein den gizarte lehiakor, indibidualizatu zein egoista hau generatzen duen harreman markoa, berau elkartasun kode orokortu batzuengatik ordezteko. Beraz, ez jarri kolitzaren ahotan esan ez duenik edo bere esaldi solteak kontextutik aterata, kritikak fundamentua behar baitu eraikitzailea izan dadin. Azkenik, intuizioak egia ezagutzera hurbil gaitzake, baina aparientziak (begibistakoak, moral kodifikatu honetan) gauzen mugimendu erreala estaltzen duen gizarte harremana da bizitzea egokitu zaiguna, intuitiboki jokatuz gero analisi akastuak burutzeko aukerak biderkatzen direlarik. Lan produktibo (gainbalioa sortzen duena) eta erreproduktiboaren kategoriak ez dira intuitiboki identifikatzen, eztabaidatzen gabiltzan testuak irakurri ezkero agian kategoria horren gaineko argipena aurkituko duzularik. Errespetuaren eta armoniaren inguruan soilik aritzen zaretenen horiek zarete besteei egosten dizkiezuen errespetu faltak zuen iruzkinetan etengabe erreproduzitzen dituzuenak, errealki ezer ez baituzue esateko.

      • Beti nabil neure buruari esaten “ez sartu helduen eztabaidetan”. Ez dut materialismo dialektikoa ulertzeko ez kultura ez gaitasunik. Baina badut zer estateko nire experientziatik: dirua daukanak boterea du, multinazioanalak lantokiaren jabearekiko, lantokiaren jabeak nire aitarekiko eta nire aitak nire amarekiko. Lan erreproduktiboa balorizatzean botere harreman ohietan bereizmen bat kentzen da. Ez doa errora, baina berehala egin daitekeen zerbait da.

    • Aupa mongi,
      Habría sido más fácil todo para tu ama si en el barrio hubiese existido organización de clase para pagar los estudios a tu hermana, para que tu hermana pueda tener hijos sin que suponga un castigo individual, para que tu hermana pudiese tener pareja con quien quisiera sin que eso supusiera un peligro, o para que tu hermana no estuviese obligada por encima de sus proyectos vitales a seguir vendiendo su fuerza de trabajo.
      La inexistencia de esa organización de la solidaridad de clase, obligó a tu madre a refugiarse en los consejos individuales a su hija y a enfrentarse a solas a la autoridad de su marido.

      Mi texto no es para juzgar a tu ama, ni a muchas como ella que contra todo peligro y dificultad hicieron y siguen haciendo espontáneamente de la lucha de las mujeres proletarias una realidad; sino para hacer autocrítica de esa organización comunista de clase, que por no existir, confinó a tu ama y confina a estas mujeres a tener que actuar de esa manera y en solitario en hogares, barrios y pueblos, guiadas moralmente por mujeres que no comparten su situación objetiva, desde la televisión y la academia burguesa.

      Saludos.

      • Desde luego Kolitza, pero no existía. También creo que si el trabajo reproductivo hubiese sido una lucha más del movimiento sindical, valorizándolo igual que se valoriza el trabajo en el metal mediante el convenio, mi padre y mi madre hubiesen podido mirarse a la cara de igual a igual, eliminando una barrera entre miembros de una misma clase y facilitando la lucha conjunta. Por eso, si vuelvo a leer el articulo que inició todo esto, aún después de haber leído todos lo demás, me sigue pareciendo correcto.

  9. “En realidad, la mujer burguesa no es contratada ni deja de ser contratada, es ella quien contrata o deja de contratar a la mujer proletaria por estar embarazada o por servir de reclamo en un bar de copas ‘’si está tan buena’’ y cumple el perfil comercial.”

    Madonna es contratada por una productora (o al menos cuando no produce ella misma su disco), y no deja de ser burguesa por ello. Existen posiciones explotación igualmente burguesas que también pasan por la contratación, por la simple razón de que existen distintos niveles en los que la plusvalía es repartida.

    • Madonna es dueña de la discográfica Maverick, de hoteles, de empresas… Por lo que explota trabajo ajeno. Que a veces la contraten para cantar en no se donde no quiere decir que deje de explotar trabajo ajeno, por lo que es burguesa, si.
      Si pretendías hacer ver que hay gente que es únicamente contratada, que vende su fuerza de trabajo y gana mucho dinero, te diré que no es mucha, que seria el estrato mas alto de claro clase trabajadora, y que por lo general acaban teniendo a alguien que les limpia la casa o cuida de sus hijos (mujeres proletarias en su mayoría), o invierten en viviendas para alquilar, acciones… por lo que valorizan capital. Un burgués de manual

      • Nada que ver, no iba por ahí mi comentario. Lo que pretendía hacer ver es que Madonna ES una burguesa que explota el trabajo ajeno y que (cuando no produce su propio disco), al mismo tiempo, ES también contratada. Es decir, que ser contratado NO es inherentemente contradictorio con ser burgués.

        • Te habré entendido mal. Aun asi, el que explota trabajo ajeno es el burgues y el que vende su fuerza de trabajo para poder vivir es el trabajador, aunque dentro de los trabajadores existen estratos, y puede darse la situación en la que un trabajador del estrato mas alto de la clase trabajadora, la aristocracia obrera, tenga mas capital y patrimonio que un pequeño burgués. En cualquiera de los casos, sus intereses de clase no son los mismos que los del proletariado.

        • Hola Sonia, agradezco tu comentario de crítica al contenido.
          Tienes razón también los burgueses son contratados formalmente bajo la forma del sueldo en ciertas ocasiones. Eso ya lo señalaba yo en el texto, creo (con lo de el rey, los directivos). Pero lo que esconde ese sueldo no es la categoría de salario, sino la de ganancia. La aparie cia de remuneración del trabajo propio no esconde más que la apropiación de gigantescas cantidades de trabajo ajeno.
          De lo que hablábamos es de la opresión de género, de que dejas de ser contratada por estar embarazada, en el sentido de que dejas de percibir el sueldo, ya que si lo que dejas es de apropiarte de plusvalía ajena, eso no es opresión.
          Además, Madonna, que es burguesa, tendrá asegurado su cuerpo de tal manera que si deja de ser contratada por quedarse embarazada cobra una gigantesca indemnización. Porque su cuerpo no es contratado como fuerza de trabajo sino que es comprado como capital (y como cuerpo capital, cuando está embarazada no rinde ganancias, ni siquiera para sí misma). En definitiva, está a resguardo de cualquier opresión por ser burguesa.

          El rey de españa también es contratado pero puede perder su puesto de trabajo si su imagen se deteriora o deja de cumplir los requisitos (eso le pasó al anterior Rey). Lo que utiliza es su imagen, igual que Madonna, como medio de apropiación de plusvalía bajo la forma de contrato. Eso no tiene nada que ver con las opresiones que sufre la clase obrera, que caen bajo la categoría de salario, de subordinación económica, y por ello es aplastada sin impunidad por quedarse embarazada o por perder capacidades productivas. Que es de lo que hablabamos en definitiva.

          Por cierto, Madonna tiene una fortuna de 1.2 billones de euros. Podemos hacer el esfuerzo de pensar la situación y nos daremos cuenta en seguida de que hablar de opresión en esas condiciones se vuelve muy rebuscado.

          Saludos.

          • Hola Kolitza. Gracias por tu respuesta. Estoy de acuerdo con que el comentario de que las personas burguesas no sean contratadas era parte de un argumento sobre si las mujeres burguesas son o no oprimidas, es decir, sobre la ganancia que hay detrás del salario, no de la contratación como tal. Simplemente he querido dejar claro que decir de una mujer burguesa que es contratada no es en sí, como dices en el artículo, una utilización confusa de la categoría “burgués”, porque, exacto, existen contrataciones en las que lo que se contrata no es la fuerza del trabajo, sino una parte de la máquina (el cuerpo de Madonna).

            Sin embargo, sí, más allá de la cuestión sobre el rigor terminológico, la cuestión importante es el análisis. Diría que en lo que a este asunto respecta, como tú bien has identificado, la diferencia está en aquello que consideramos “opresión”. Según entiendo, bajo tu punto de vista, el hecho de que a la mujer burguesa la violen o se la deje de contratar por no estar buena no es suficiente para llamarlo opresión pues, como es sabido, no esconde una relación de apropiación del trabajo ajeno. Pero, evidentemente, también puede llegar a llamarse opresión al hecho de que esa mujer burguesa experimente violencias y dificultades que sus compañeros burgueses hombres no experimentan, aunque no exista una relación de apropiación del trabajo y este sea, a su vez, un sujeto que se apropia del trabajo de otros.

            Por supuesto, Madonna y Merkel nos importan bien poco. Lo que estaríamos debatiendo en última instancia sería, así, si reconocemos o no la existencia de un patriarcado teniendo en cuenta las diferencias tan tan tan abismales dentro de dicha dominación. Diferencias entre la explotación que pueda sufrir un mujer-madre-esposa-proletaria y la discriminación que pueda sufrir Madonna. En el primer caso (el de la mujer proletaria), se trataría de una dominación masculina de carácter capitalista, es decir, de un patriarcado capitalista como forma social que ha reorganizado, complejizado y producido las desigualdades de género precapitalistas recibidas de formaciones sociales anteriores. En el segundo caso (Madonna), se trataría de una dominación masculina no como patriarcado abstracto, idealista e ahistórico, sino como vestigio concreto heredado de otros modos de producción, que, sin embargo, como dices, sería alterado y reproducido por el patriarcado capitalista en tanto que formación hegemónica. La pregunta, es por ello ¿puede llamársele patriarcado a un sistema que afecta a algunos cuerpos como mera discriminación y a otros como un régimen de apropiación del trabajo cuando, además, esta explotación beneficia a aquellas discriminadas?, es decir, ¿se puede caracterizar como sistema a una maquinaria tan contradictoria?

            Diría que el debate sobre si las mujeres conforman o no una clase es otra dimensión de exactamente la misma cuestión: si por el hecho de que las mujeres discriminadas por la dominación masculina se beneficien de la opresión de género de las mujeres proletarias negáramos que esta dominación fuera parte de un mismo sistema, no tendría sentido reconocer a las mujeres como clase. Incluso, como dices en el artículo, podría decirse que si la opresión de género es aquello que sufren las proletarias, es decir, si entendemos “opresión” sólo desde la óptica de la apropiación del plustrabajo, lo “mujer” sería una función socioeconómica, por lo que las mujeres burguesas no serían mujeres. Y por ello, el patriarcado sería exclusivamente un patriarcado capitalista. Me atrevería a decir que esta es tu lectura, discúlpame si me equivoco. Por el contrario, si, a pesar de todas las contradicciones de dicho sistema la dominación masculina que afecta a las proletarias y aquella que afecta a las burguesas fuera conceptuada como sistema, las mujeres conformarían una clase. Me atrevería a decir que esta sería la postura de Jule y Teresa y que tú propones que esta es una postura contradictoria en tanto que no se puede defender al mismo tiempo la afirmación de que el patriarcado es capitalista y la afirmación de que el patriarcado convive con el capitalismo.

            En este punto diría que, aunque exista una confrontación entre las feministas marxistas y las feministas materialistas francesas, si se analiza como “patriarcado” tanto aquello que afecta a Madonna como aquello que afecta a la mujer proletaria, se puede afirmar sin contradicción que el patriarcado capitalista (como patriarcado hegemónico en tanto que emanado del modo de producción hegemónico) convive con vestigios y formas patriarcales heredadas de formaciones sociales anteriores con las que se relaciona de forma coextensiva. Es decir, que ambas manifestaciones de la dominación masculina conforman un tejido social múltiple en donde el vestigio precapitalista del patriarcado es constantemente afectado por las características del patriarcado capitalista y que, por ello, aun beneficiándose la burguesa de la opresión de género que afecta a la mujer proletaria, ambas expresiones operan, paradójicamente, como un mismo sistema.

            Lo que quiero sugerir con todo esto es que, a partir del momento en el que tanto unos y como otros aceptáis que el funcionamiento hegemónico del patriarcado es capitalista, el hecho de que la discriminación de las mujeres burguesas sea o no clasificada como patriarcal es más una cuestión de decisión que de corrección, o como dices, confusión teórica. Una decisión que diría, además, está estrechamente vinculada a la estrategia y a la práctica política: de si es o no concebible el hecho de que, en nombre de una opresión compartida, las mujeres proletarias y las mujeres burguesas compartan momentáneamente frente en favor de una reforma política concreta, teniendo en cuenta que unas viven del trabajo de las otras y que este hecho es la causa del sufrimiento proletario general al mismo tiempo que una de las razones principales por la que el patriarcado se ha intensificado en la modernidad. Diría pues que, en última instancia, es ahí donde está el conflicto, en el debate sobre la coherencia y la estrategia política.

            Saludos.

  10. Un debate muy interesante y, sobre todo, necesario para romper ciertos temás “tabú” en los que el comunismo hegemónico (oportunista hasta la médula) ha renunciado a presentar la batalla por la independencia ideológica del proletariado. No obstante, poniendo en valor y por delante el ingente esfuerzo de Kolitza por dar una respuesta consistente desde el marxismo, me llaman especialmente la atención dos aspectos que me gustaría remarcar a modo de aporte crítico:

    1. La función reaccionaria de la institución familiar parece quedar bastante desdibujada y pierde peso en el análisis frente a la crítica (justa) del individualismo burgués que propicia el feminismo. No me interesa entrar aquí en un debate potencialmente nominalista acerca de si “todo vínculo duradero y fuerte” erigido sobre bases libres (conscientes/revolucionarias) puede llamarse “familia”. Pero ésta, tal y como es objetivamente hoy y por su papel efectivo en la reproducción y disciplinamiento de la fuerza de trabajo, merece ser señalada como la principal fuente de la que emana la opresión que sufre la mitad femenina del proletariado. Me gustaría saber tu opinión al respecto, si tienes a bien contestar a este mensaje.

    2. Creo que es un error conceptual, y una concesión teórica al movimiento femenino burgués (que, por otro lado, con tanta decisión combates), hablar de “feminismo proletario” o “feminismo comunista”. Esta noción carece de una tradición material en la historia del marxismo y del movimiento comunista. Las (y los) comunistas revolucionarias, desde la irrupción masiva del primer feminismo (sufragismo), han batallado por mantener su independencia ideológica y política respecto de sus “hermanas mayores” burguesas. Catalogar, por ejemplo, a Tristán, Kollontai, Zetkin, Armand o Krupskaya de “feministas” (da igual el adjetivo que se les ponga después) es una falsedad histórica propiciada por la historiografía burguesa y el feminismo académico. De hecho, por lo que parece, el enlace que ponías algunos comentarios más arriba sobre “feminismo proletario” es un texto apócrifo de Anuradha Ghandy, una traducción de un escrito sobre ella falsamente atribuido a la maoísta india. En su obra, ella no se define en ningún caso como “feminista proletaria”, sino en todo caso como marxista-leninista-maoísta. En definitiva, el comunismo es inconcebible sin la emancipación de la mujer (y la emancipación de la mujer imposible sin el comunismo). Por eso, considerar que toda doctrina (incluida la marxista) favorable a dicha liberación es “feminista” supone moverse en las coordenadas teóricas de la burguesía y privilegiar éstas por encima de la experiencia histórica del proletariado.

    Léanse este par de puntos críticos en el más cordial de los tonos.

    ¡Salud!

    • Aupa H. R.
      Agradezco tu crítica, no obstante entramos de lleno en hipótesis que yo he formulado aquí, y de entrada te digo que considero incompletas.

      1-Con respecto al primer apunte, considero que desde Engels el análisis marxista se ha centrado quizá excesivamente en la familia como el ámbito en el que reside la opresión de género. Ello ha producido sistemáticamente una reducción y positivización de la subordinación de la mujer proletaria, junto con una adscripción de la opresión de género al patriarcado, lo cual ha complicado mucho el análisis del fenómeno, ya que la opresión de género en la sociedad burguesa es más amplia que la que puede ser atribuida, sin más, a una opresión de la mujer por el hombre en el entorno familiar. Debemos entender por opresión de género de la mujer proletaria toda subordinación a la que se vea sometida por ser mujer, (o lo que no es más que una expresión económica de lo mismo: toda tarea que debe hacer por ser mujer). La definición de este concepto señala inmediatamente como agente de la opresión de género a la burguesía y a su estructura de dominación, a la ley del valor y a la manera en que esta distribuye en ramas y géneros la división social del trabajo en arreglo a sus necesidades internas. Es decir, no es mera subordinación moral al hombre, sino subordinación económica y política a la burguesía. Además, trataba de demostrar que la subordinación económica al hombre proletario era falsa, en la medida en que el análisis es efectuado mediante una categoría errónea del salario, y que esta forma ‘feminista’ de abordar el asunto nos alejaba del auténtico carácter de la opresión de género. La subordinación de la mujer proletaria sería entonces moral y política, no cuantitativa sino cualitativa. Y económica sólo con respecto a la burguesía, doblemente: por ser proletaria, y por ser mujer.

      En ese sentido, mi hipótesis es que la opresión de género es coextensiva a todas las esferas de actividad del proletariado, familia, calle, instituciones disciplinarias, puesto de trabajo,… en la medida en que en todos estos ámbitos se da una división sexual del trabajo como he dicho obligatoria, infravalorativa y generadora de subordinación moral y política hacia la mujer proletaria, y no sólo en la familia.

      Si no existiese división sexual de tareas, no habría la correspondiente expresión cultural de división en géneros (roles). Pero esta existe, y existe en todos los ámbitos. El CARÁCTER de la división sexual de las tareas en la sociedad burguesa (obligatorio, minusvalorativo y subordinador) genera un reflejo cultural correlativo (género subordinado o ‘sexo débil’ en la sociedad burguesa) de las relaciones económicas que están a la base, de tal manera que la mujer proletaria aparece como un sujeto obligado a realizar ciertas tareas, que se consideran inferiores, y por ello tiene menor relevancia moral y política que el hombre proletario. PERO ESTO NO ES IGUAL A LA DIVISIÓN ENTRE TRABAJO DOMÉSTICO Y TRABAJO MERCANTIL. Sino que estas tareas obligatorias, minusvaloradas y subordinadoras existirían en todas las esferas reproductivas y productivas de la sociedad burguesa, dentro y fuera de la forma mercantil, pero determinadas por y desde la producción de plusvalía.

      Por otra parte: ¿Podría existir una división sexual del trabajo no impuesta, no infravalorativa y no generadora de subordinación moral y política? Mi opinión es que sí. Al igual que podría existir un modelo horizontal, no nucelar de familia, etc… Pero esa no es la cuestión, la cuestión no es la división sexual del trabajo, o la familia en general, sino el carácter y forma que estas adquieren en la sociedad burguesa, que deben ser superados mediante la lucha de clases (proletariado contra la burguesía).

      Por otro lado, en la familia proletaria no hay ningún burgués, con lo cual el cuadro queda radicalmente amputado, ya que la familia proletaria no es más que la erupción de superficie de fuerzas económicas de escala social, y su modelo va cambiando a la par que cambian las necesidades de la acumulación de capital. En ese sentido, la relación de poder que se da entre el marido autoritario y su mujer, o sus hijos, no puede ser explicada en la familia por sí misma, sino mediante las funciones sociales que esta figura autoritaria y disciplinaria cumple, que son funciones de intermediación entre el agente de la opresión de género (la burguesía), y la mujer proletaria.

      Es necesario tanto un concepto de opresión de género de la mujer proletaria en la sociedad burguesa como la relación que ésta opresión guarda con la relación patriarcal entre individuos, que sea aplicable a todas las épocas de la sociedad burguesa, y no sólo a su época clásica fordista.

      En ese sentido, la familia como instancia fundamental de la opresión (de género) de la mujer proletaria ha perdido mucho peso en los centros imperialistas. La desarticulación de la familia tradicional burguesa, la construcción de modelos alternativos de familia junto con la atomización creciente del proletariado (des-familiarizado, valga la expresión de mis interlocutoras, pero como un hecho objetivo, no como un ideal subjetivo a conseguir), está desplazando el peso de la balanza hacia la más directa opresión de género entre la burguesía y la mujer porletaria, por un lado, y a través de figuras disciplinarias distintas a la del marido autoritario, que ha quedado algo anticuada. La mujer tenía en los 70 miedo en casa, ahora lo tiene en la calle, en los recintos festivos, etc… cambian las necesidades del capital, cambian las figuras, pero la opresión permanece. Y esta es la razón fundamental por la que estoy haciendo el esfuerzo teórico de superar la explicación tradicional, familiacentrica y patriarcocéntrica de la opresión de género. Porque las necesidades de valorización del capital empujan, por un lado, a la reducción de la reproducción biológica en los centros imperialistas (destrucción progresiva de la familia monógama reproductiva) polarizando la producción de fuerza de trabajo en la periferia, donde esta es más barata (vease a este respecto los trabajos de K. A. Garcia Salmones) y por otro lado, a absorber el ejército de reserva industrial femenino bajo la figura del trabajo asalariado.
      Las mujeres proletarias son requeridas ahora en los centros imperialistas no para tener hijos, sino 1-para cumplir funciones productivas directas en el puesto de trabajo (industria textil, comercio, ingenierías, negocio de la sanidad, investigación, etc…), 2-para cumplir funciones reproductivas asalariadas (como limpieza de los espacios de producción de capital (por ejemplo la universidad), para trabajos reproductivos mercantilizados como los comedores, la sanidad, las guarderías, etc…), 3-para la producción del placer sexual como ideología general (opio del pueblo) de una sociedad hipersexuada y adicta al sexo, (modelo de mujer como objeto sexual anticonceptivo y esterilizado, que se ofrece como fuente de placer sin compromiso moral a sí misma, a las demás mujeres y a los hombres), 4-para desarrollar una falsa conciencia feminista antiproletaria que cancele la posibilidad de un proletariado mixto organizado bajo la bandera del comunismo revolucionario y 5-Para reproducir a la propiedad, o lo que es lo mismo: para reproducir a la burguesía mediante gestación subrogada, etc…

      Las costuras de lo real presente son confusas, complejas y difíciles de explicar recurriendo únicamente a modelos analíticos de figuras del pasado como la familia monógama o la mujer doméstica.

      Explicar la dominación burguesa sobre la mujer proletaria a escala social es totalmente urgente y sólo posible, más allá de la eclosión de superficie de la familia proletaria, mediante las categorías de la crítica de la economía política aplicadas a la sociedad entera. Eso es lo que yo quería traer a primer plano con mis dos intervenciones en este debate.

      2-Considero que hablar de feminismo no debe de ser un problema si no existen concesiones en el programa comunista. Es más, considero que es un problema no ser capaces de realizar ciertas concesiones terminológicas para poder explicar y socializar con mayor aceptabilidad las tesis comunistas. Me parece totalmente erróneo (tácticamente hablando) rechazar de entrada un término por la mera historia efectual que tiene (excepto el de ‘democracia’, ya que consiste en el punto de sutura de todo el revisionismo y de todas las así definidas ‘luchas parciales’, es la gran falsificación política del programa comunista). En el caso del feminismo es evidente que existen círculos militantes muy abundantes que por feminismo entienden la lucha por la emancipación de la mujer proletaria. Para explicar la inextricable unidad entre el programa comunista y la liberación de la mujer proletaria la mejor manera de hacerlo es no empezar la casa por el tejado.

      Puedo estar equivocado, pero soy partidario de hacer concesiones terminológicas para evitar hacer concesiones en el concepto o quedarnos en mera secta con la verdad en el bolsillo. Eso no nos llevaría muy lejos.

      Existe una fina linea entre la concesión terminológica y la concesión política. Espero no haberla traspasado, y si así fuera, comentarios críticos como el tuyo son muy necesarios para poner en guardia los puntos débiles y las lagunas.

      Saludos.

      • Agradezco que te hayas tomado la molestia de contestar. Aunque este debate es muchísimo más extenso e intrincado de lo que este formato me permitirá desarrollar, sí me gustaría responder lo más brevemente posible a algunas de las cuestiones que planteas en tu mensaje:

        1. Estoy plenamente de acuerdo contigo en que la opresión de la mujer existe a una escala social, que abarca todas y cada una de las esferas de la vida. Lo que quería señalar es que, si prescindimos de la institución familiar en el análisis de este fenómeno, el entramado de las relaciones sociales que someten a la mujer deja de ser teóricamente comprensible y la argumentación se convierte en un razonamiento circular. En tu respuesta, el asunto podría resumirse así: “existe (se impone) una división sexual de las tareas que genera un ‘reflejo cultural correlativo’ (género); en el sentido contrario, esta infravaloración del género femenino (la mujer estaría oprimida ‘por ser mujer’) conduce a la división sexual del trabajo”. Pero esta exposición no dista, en última instancia, de la que da el feminismo, pues ninguna de las dos explica la ‘raison de être’ fundamental de esta división sexual del trabajo. Para el feminismo, como criticas con razón, existe un “patriarcado” (lo que introduce un dualismo sistémico teóricamente insostenible) ahistórico en el que los hombres-en-abstracto oprimen a las mujeres-en-abstracto. Pero si, como propones, quitamos a la familia de la explicación teórica fundamental de la opresión de la mujer, ¿qué nos queda, más allá de la constatación empírica de relaciones económicas? Esto, como digo, termina naturalizando la opresión de la mujer y remitiéndola a un esencialismo que el feminismo comparte, según el cual la mujer está oprimida por el mero hecho de serlo.
        Intentaré ilustrar mi posición a través del mismo ejemplo que tú me propones. Dices que la mujer en los 70s tenía miedo en casa, y que ahora lo tiene en la calle o en recintos festivos. Cierto. Y el hecho de que esa posición socialmente subordinada se exprese ahora más allá de las paredes del hogar responde únicamente a su incorporación masiva a la producción social (a mayor participación en ella, mayor presencia en en cualquier esfera de la vida social). No obstante, y he aquí el elemento crucial, esta incorporación se da de forma incompleta, parcial, temporal y, en definitiva, SUBORDINADA al papel que la burguesía le ha asignado en la familia. La mujer no accede a empleos de peor calidad simplemente “por ser mujer”, sino porque “ser mujer”, en el capitalismo, implica antes que nada ser esposa, madre, cuidadora, etc. (motivo por el cual, al dictado de los rigores de la producción de mercancías o de la propia célula familiar, la mujer puede volver a quedar recluida en casa tras un tiempo de trabajo asalariado). Por esto, dado que a la mujer se le ha reservado principalmente (que no exclusivamente) una actividad PRIVADA en el seno de la familia, su participación de la producción SOCIAL se da en condiciones de subordinación. Y es este mismo factor el que explica tanto el carácter general de su posición de inferioridad (desde la familia a cualquier espacio público, pasando por el puesto de trabajo) como la conexión histórica que vincula la secular opresión de la mujer con la anatomía específica de la sociedad capitalista.
        De todos modos, también querría poner en cuestión la idea de que la familia nuclear está poco menos que disolviéndose en favor de otros modelos alternativos. Que sea una forma dúctil (por ejemplo, por el alto índice de separaciones o divorcios) no quiere decir que deje de ser la absolutamente hegemónica (una persona separada o divorciada tiende a recomponer su célula familiar con otra persona, y esa célula resultante sigue cumpliendo su función en la reposición de la fuerza de trabajo; y, de no hacerlo, los escombros de esa familia nuclear se reparten de manera muy significativa: por ejemplo, haciendo cargar en la mayoría de los casos a la mujer con el cuidado de la prole y al hombre con parte sustancial de la manutención).

        2. Si me detenía a criticar la noción de “feminismo proletario” es porque no lo creo una cuestión terminológica, sino más bien una cuestión ideológica con sus respectivas consecuencias políticas. Coincidirás conmigo en que el marxismo extrae su materia prima principal de la propia experiencia de la lucha de clase del proletariado revolucionario. Y esta experiencia histórica refuta materialmente cualquier conciliación con el feminismo, que no sólo ha sido ajeno a cualquier revolución proletaria sino que se le ha OPUESTO. Justificar el uso del concepto de feminismo porque “círculos militantes muy abundantes” lo entienden de manera particular es, en el mejor de los casos, postrarse ante las masas. Y, de hecho, abre la puerta a toda clase de mistificaciones teóricas: por el mismo motivo, ¿deberíamos llamar a la política nacional del proletariado “nacionalismo proletario”? ¿Y a los futuribles paros armados, “sindicalismo comunista”? Sin duda que el argumento esgrimido vale también para estos casos (y otros tantos), pues “círculos militantes muy abundantes” entienden el nacionalismo o el sindicalismo (o el ecologismo, el republicanismo, etc.) de manera subjetivista, queriendo ver en tales realidades una cosa muy distinta de lo que efectivamente son. Además, como digo, esta “concesión” tiene muy marcadas consecuencias políticas, pues nos hablas de un “sujeto feminista” (cuando el marxismo sólo conoce un sujeto: el proletariado revolucionario) que, además, “debe tener siempre autonomía organizativa y la última palabra en las cuestiones que le atañen”. Esto supone prácticamente la liquidación del principio de unicidad de la lucha de clases y su compartimentación en problemáticas específicas que, si bien deben ser atendidas, no pueden “autonomizarse”. Y es que, en lo que a la revolución se refiere, sí hay que empezar la casa por el tejado: la teoría revolucionaria (referencia más elevada para el programa comunista) debe dictar la práctica del proletariado (de TODO el proletariado) y tener “la última palabra” respecto a sus problemáticas generales y particulares, estratégicas y tácticas, ideológicas y políticas.

        Agrdezco de nuevo tu respuesta. ¡Salud!

  11. Hola Sonia,

    En realidad creo que existe una confusión con el hecho de que Madonna deje de ser contratada por quedarse embarazada. Habría sido más sencillo ver la relación interna si hubiesemos puesto como ejemplo a Ada Colau, que no se dedica a vender su cuerpo, pero en la medida en que es una mujer advenediza en los círculos de la pequeña burguesía puede ir con orgullo al puesto de trabajo con su criatura en brazos sin que peligre el plato en la mesa. Lo mismo le pasa a cualquier mujer funcionaria que ha superado su condición proletaria ingresando las filas de la aristocracia obrera. La burguesía femenina tiene privilegios impensables para las proletarias, incluso la aristocracia obrera femenina se situa entre medias. Ya decíamos que la mujer biológica, cuanto menos proletaria es, menos mujer es en sentido social.

    Hemos puesto de ejemplo a madonna porque es el único caso concreto en el que una mujer burguesa deja de ser contratada (hipotéticamente, seguramente ni siquiera es así). Y deja hipotéticamente de ser contratada porque el embarazo afecta directamente al producto, a la mercancía que vende (se cuerpo) como capital rentista, no como fuerza de trabajo. No deja de ser contratada porque sus condiciones de obediencia se devaluan en general, como lo es en el caso de la mujer proletaria. Es en realidad un contrato entre capitales, no un contrato de compra venta de fuerza de trabajo. No es un contrato de trabajo. Los conceptos que esconden las formas de aparición en la circulación simple son lo importante, sin duda.

    La mujer proletaria deja de ser contratada por quedarse embarazada en CUALQUIER trabajo, porque afecta a su disponibilidad, a su subordinación como sujeto, al tiempo y energía de que puede disponer su patrón, etc… y lo que es más importante: eso le impide sobrevivir o le pone en situación de dependencia económica vital, LA SUBORDINA moral y políticamente, la degrada al más bajo estrato del proletariado.

    En defintiiva, que Madonna deje de ser contratatada por quedarse embarazada no tiene nada que ver con una hipotética opresión hacia la mujer: primero no deja de ser contratada por ser mujer, sino porque su capital concreto no rinde rentas (como si un pozo de potróleo se agota), segundo no es opresión, porque perder momentáneamente una fuente de rentas, de apropiación de trabajo ajeno, no es opresión.
    Las pugnas interburguesas no tienen nada que ver con la opresión de quien está ansiosa por buscar la manera de sobrevivir. por lo qeu es totalmente erróneo emplear ese concepto que no nos lleva más que, como tú dices, a un callejón sin salida estratégico, cuando no a la claudicación de todo el proletariado femenino al programa burgués, bajo la escusa del feminismo ‘abstracto’.

    La discriminación de las mujeres en el ámbito de la burguesía es casi un fenómeno del pasado y lo es tanto más cuanto el feminismo burgués reformista aprovecha la lucha diaria de la mujer proletaria bajo las banderas equivocadas, para modernizar a la mujer burguesa y crear en la burguesía, de hecho y de derecho, un género neutro dominante.

    Sucede lo mismo cuando la pequeña burguesía nacional tiene aires de grandeza, pretende convertirse en oligarquía y se construye un concepto de opresión nacional interclasista, que confunde la pugna de negocios entre los estratos de la burguesía con la opresión nacional (política y étnica) que sufre el proletariado. Entonces el proletariado, bajo banderas equivocadas, se pone manos a la obra en una empresa de dudoso carácter cuyo máximo premio es regalar a su pequeña burguesía nacional un gigantesco bono de negocios y rentas llamado estado burgués.

    Lo inconsistente entre el feminismo materialista francés y el feminismo marxista es mezclar o tratar de mezclar el concepto de clase que ambos manejan. El feminismo marxista es radicalmente incompatible con la postulación de una división en clases mujeres-hombres, como hacen mis interlocutoras. Es una aberración teórica. Es en ese sentido en el que mezclan planos para poder hablar de un patriarcado ahistórico, como de fondo, que genera como una clase, de fondo. Pero ya (creo) haber demostrado que mis interlocutoras confunden privilegio y explotación.

    Por otra parte, no debe confundirse opresión con explotación económica. La segunda es el fundamento de la primera. Distintas modalidades de opresión se derivan de la subordinación que se crea a partir de la relación de Capital, y a su vez, alimentan a la relación de Capital. La relación de capital, es la relación productiva entre el trabajo y el capital, que continuamente arroja como resultado la división entre trabajo y capital: la acumulación de poder en unas manos por un lado y la subordinación absoluta en el lado opuesto. La subordinación absoluta y la atomización extrema del proletariado son la condición de posibilidad, en la sociedad burguesa, para que existan distintas modalidades de opresión (de aplastamiento), que no discriminación a secas (entre burgueses se discriminan, en una pugna de poder, de mil maneras, y siempre tratan de hacer equivalencias teóricas para explicar desde sus pugnas de negocios la esencia de las opresiones que en conjunto promueven sobre distintas partes del proletariado).

    La opresión alimenta a la explotación en la medida en que pone en inferioridad a una parte del proletariado, generando figuras disciplinarias que facilitan la dominación de clase (policía, colono, marido autoritario, trabajador racista…), generando oposición y enfrentamientos dentro del proletariado, y sobre todo, devaluando el precio de la fuerza de trabajo (al disminuir el precio de la obediencia al que puede optar una subjetividad devaluada) al generar subjetividades inferiores dentro de sus filas (inmigrantes, mujeres, trabajadores de la periferia, trabajadores manuales, proletarios frente a aristocracia obrera, etc…).

    Por último, he tratado de demostrar que explicar mediante la hipótesis patriarcal la opresión de género de la mujer proletaria es reduccionista y en último término erróneo. Que el agente de la opresión de género en la sociedad burguesa es la burguesía entera, que la opresión de género es una forma social determinada por las necesidades del poder económico burgués, y sólo en algunos ámbitos (la familia, el barrio, el espacio festivo) se ejecuta mediante figuras patriarcales disciplinarias, mientras que en otros (puesto de trabajo) lo hace directamente en la relación de clase.

    Por lo tanto, que el concepto de ‘patriarcado’ no es el concepto que explica la moderna opresión de género, sino que esta se debe expicar inmediatamente desde la crítica de las categorías económicas, y sólo mediatamente mediante el concepto históricamente determinado de la dominación patriarcal en algunos ámbitos (familia nuclear proletaria, barrio, etc..)

    Defiendo que la opresión de género de la mujer proletaria en la sociedad burguesa tiene a la base el carácter obligatorio, minusvalorativo y subordinador (moral y políticamente) de una división del trabajo sexual, que este carácter cumple funciones estructurales en la explotación del trabajo y en las condiciones de valorización del capital, devaluando la obediencia de las mujeres, y que la única manera de destruir el carácter de esa división sexual del trabajo es abolir la forma de valor que tiene a la base el metabolismo social en la sociedad burguesa.

    Saludos.

  12. H. R.:

    Bueno son todas ellas cuestiones complejas. En todo caso no pretendía dar una respuesta completa, sino abordar el modo adecuado de plantearla, que es para mí la ciencia proletaria (el marxismo, si prefieres). El texto que presento arriba está abierto al debate y admito haber hecho algunas concesiones, para empezar, y que el texto tiene lagunas e inconsistencias. Pero no en concreto la que me achacas:
    ”nos hablas de un “sujeto feminista” (cuando el marxismo sólo conoce un sujeto: el proletariado revolucionario) que, además, “debe tener siempre autonomía organizativa y la última palabra en las cuestiones que le atañen”. Esto supone prácticamente la liquidación del principio de unicidad de la lucha de clases y su compartimentación en problemáticas específicas que, si bien deben ser atendidas, no pueden “autonomizarse”. ”

    En realidad puedes leerme más arriba diciendo ”el sujeto feminista es el proletariado conscientemente organizado bajo el programa comunista, en el cual la mujer proletaria debe tener siempre autonomía organizativa y la última palabra en las cuestiones que le atañen.” Es decir, cambiando los nombres, el sujeto de la lucha por la emancipación de la mujer proletaria es el proletariado conscientemente organizado,: LA ORGANIZACIÓN COMUNISTA DEL PROLETARIADO entera. Por tanto nada de autonomizar luchas, para empezar porque sólo hay una lucha, la lucha de clases: en ningún momento he dicho lo contrario. Admitir cierta autonomía ‘organizativa’ dentro de la organización del proletariado (por ejemplo a los marcos de lucha nacionales, o a las mujeres desde un punto de vista táctico) no tiene por qué estar reñido con que sea toda la organización comunista el sujeto de todo el proceso que se resume en la lucha revolucionaria de clases. La táctica puede exigir esta o aquella compartimentación de la organización. Esto no es nuevo en la organización comunista, que las mujeres comunistas se organicen por necesidades tácticas para hacer frente a la absorción de las reivindicaciones de masas de las mujeres proletarias por parte del feminismo burgués. Yo creo que las cosas no son tan sencillas cuando vienen mediatizadas por la táctica y por la correlación de fuerzas de la actualidad inmediata. Lo de que tienen que tener la última palabra no lo tengo claro, creo que es discutible, pero por el momento mantengo mi postura inicial. En todo caso, de todo esto deduzco que no estamos de acuerdo con la concepción organizativa, con la idea que tenemos de lo que es la organización, o si prefieres, el partido.

    Entiendo (corrígeme si me equivoco) que asumes la línea de reconstitución. En todo caso, no me parece adecuado el orden de factores según el cual se recompone la teoría comunista y después se dicta al proletariado este marco teórico y estratégico. La teoría comunista es un continuum dialéctico con la práctica comunista. Considero que el proletariado organizado bajo la pulsión revolucionaria va reconectando en un proceso arduo y complicado con la experiencia historica del movimiento obrero, avanzando en formas de auto-centralización que su propia práctica le va dictando, y a través de ellas con la ciencia proletaria y con el programa comunista (que son las dos expresiones teórica y estratégica, más perfeccionadas del mismo), para actualizarlo, perfeccionarlo y preparar un nuevo asalto. Podemos esperar que esto suceda durante las siguientes décadas. Pero está ya ensayando organizativamente en la práctica desde el primer instante en que se pregunta por el pasado, por el presente y por el futuro del comunismo. Nunca ha sucedido de otra manera. De lo contrario solo sería pura actividad intelectual, desprovista de conexiones de experiencia concreta que la nutra, y de conexiones y del respeto necesario por parte de las masas proletarias espontáneas. Eso sería empezar la casa por el tejado; no un movimiento real, de las masas proletarias que se auto-organizan, auto-centralizan y van perfeccionando su tecnología organizativa, sino un intento cada vez más esteril de conectar una teoría perfeccionada con unas masas totalmente separadas de la teoría comunista, quedando esta sin maniobrabilidad alguna. La teoría sólo se apodera de las masas cuando simultáneamente es capaz de dar solución de las necesidades prácticas y de las preguntas organizativas inmediatas de las masas: vale decir: cuando la teoría es requerida para dar solución a problemas prácticos, organizativos e intelectuales de la actividad espontánea actual de las masas. Es entonces cuando las masas están maduras para elevar su tecnologia organizativa, para autocentralizar sus funciones, para preguntarse por el pasado, y para recomponer la estrategia comunista. Y es entonces cuando la teoría, que es capaz de solucionar problemas inmediatos y tácticos, GANA PARA SÍ EL RESPETO ESRATÉGICO de las masas, que dejan así de ser espontáneas y se autoconstituyen en poder obrero organizado.

    Este es mi punto de vista y vale igualmente para la cuestión de la mujer proletaria. Entiendo tu postura táctica con el feminismo, pero no la comparto, aun estando de acuerdo, creo, en lo que al programa se refiere.

    Sobre la familia y eso lo dejo aquí, en mi última respuesta a sonia doy algunas claves más. Sólo decir que tu forma de plantearlo se parece mucho a la forma en que lo hace el feminismo autónomo italiano (fortunati, federici, etc…), que pone la función reproductiva (biológica) de la mujer, la expropiación del útero, etc… como base de la división sexual del trabajo, y así a la familia en el centro.
    Sigo pensando que la clave de explicación no sólo de la división cualitativa del trabajo entre sexos, sino entre todas las formas de opresión internas al proletariado, es directamente económica, de clase, y a escala social: y que consiste en generar figuras sociales devaluadas (sujetos devaluados dentro del proletariado) cuya obediencia es considerada más barata desde el punto de vista social. De modo que sus tareas son consideradas inferiores porque son mujeres (ya les di la razón a mis interlocutoras anteriormente en este punto) porque lo que interesa a la burguesía es que exista la mujer, con una serie de tareas consideradas inferiores asignadas, porque de este modo la mitad de la población mundial está en condiciones de obediencia más barata bajo su poder de mando, en lo que hace, y en lo que se le mande hacer según la coyuntura. El carácter de la división sexual del trabajo (obligatoria, minusvalorativa y subordinadora), que no la división sexual del trabajo misma, se edifica sobre esta base económica cualitativa. La división seuxal del trabajo misma, en sí no tiene por qué ser opresiva, sino que puede ser organizada bajo control de los productores desde un punto de vista práctico. Por eso me he esforzado en poner el acento en el CARÁCTER de la división seuxal del trabajo a la hora de hablar de opresión de género.

    En todo caso, sólo son hipótesis de trabajo que deben ser dicutidas, replanteadas y desarrolladas para nutrir la teoría comunista y sobre todo para posibilitar enfocar de manera concreta la lucha de clases en toda su amplitud.

    Yo lo dejo aquí ya, saludos!

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