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Autor: Borroka garaia da!

Mucho se ha hablado y se está hablando sobre el relato de lo acontecido en este país en relación al conflicto político. Sin embargo, resulta curioso que así sea cuando ese conflicto sigue vigente en casi todas sus expresiones y las expectativas de futuro están plenamente abiertas. Para bien o para mal. No siendo nada descartable un recrudecimiento tanto del mismo conflicto como de sus consecuencias por la sencilla razón de que éste no ha desaparecido. Si algo nos enseña la historia es que no existe nada irreversible y todo permanece en movimiento. Aunque suene a perogrullada, solo la finalización del conflicto evitará todas sus consecuencias ya que la permanencia de éste ejecuta la lucha de contrarios automáticamente. Que se puede expresar de diferentes formas pero que siempre estará latente.

La irrupción en el debate político de la batalla del relato está íntimamente ligada a una distorsión. O diciéndolo más directamente, a una manipulación. Que ETA es el origen del conflicto y la lucha armada practicada ha sido su hilo conductor. Por lo tanto, desde esa lógica, una vez finalizada la lucha armada de ETA hay que construir el relato ya que “la violencia” ha terminado y se ha abierto el camino hacia “la paz”. Esta falsedad irresponsablemente es compartida por la clase política e intelectual de este país por activa o por pasiva casi sin fisuras.

La batalla del relato ayuda por una parte a los estados ya que éstos tienen que construir dialécticamente el finiquito del conflicto que en su interesada y falsa opinión reside justo en que no ha existido tal conflicto político sino una suerte de “terroristas” enfrentados “al estado de derecho”. El problema para ellos reside en que deben ocultar la historia objetiva de este país para que cuele tal versión y eso no puede aguantar indefinidamente. Para el autonomismo las intenciones serían muy parecidas solo que poniendo el acento en el ocultamiento del colaboracionismo político y sus vertientes violentas, dejando en segundo plano la existencia de un conflicto político y dando legitimidad al entramado jurídico-político. Para el soberanismo de izquierda supone una oportunidad de poner encima de la mesa un conjunto de verdades objetivas negadas desde la irracionalidad pero poco más.

Y es que el relato siempre lo escriben los vencedores y hasta que no pierdan, la historia no pueden escribirla los pueblos. No del todo al menos. Y es que no puede haber una finalización del conflicto sin vencedores ni vencidos cuando la raíz de éste es que los derechos de Euskal Herria están pisoteados. Son los que los pisotean los vencedores y que nadie tenga dudas que el verse obligados a dejar de hacerlo será una derrota para ellos, que en principio no tendría que ser así , porque nadie tiene derecho a pisotear, pero el terreno de juego es ese y no otro.

De esta manera, la batalla del relato, no sería más que una extensión de la lucha de contrarios y ciertamente algo irreconciliable entre las partes donde el consenso de darse solo significará la hegemonía de un bando.

El bando que actualmente impone su relato cuenta con una ventaja casi insuperable: Que es imposible construir un relato a fondo. Para eso tiene un conjunto de leyes represivas donde está prohibido y perseguido precisamente contar todo el relato, exponer todas las razones y hablar abiertamente de ello.

Se puede hablar de que se han levantado barricadas y se han apedreado sucursales, pero los activistas que lo han realizado no podrán contar su relato. Se podrá hablar de las acciones de ETA pero a ETA se le prohibirá estar en una mesa para que comparta su relato a no ser que coincida con el de la clase política, en ese caso se podrá hacer entrevistas hasta en El Mundo. Con mucha suerte, quizás se hable de partes de la represión pero el que ha puesto la bolsa estará comiendo pipas en su casa y nadie le llamará.

El resultado de todo ello es que el relato, de darse uno, será el resultado del interés de la clase hegemónica en el poder y contará con la imposibilidad de poder levantar uno antagónico porque ya sea por activa o por pasiva nadie lo hará ni podrá hacerlo. Eso si, para los que pretenden borrar del relato lo no asimilable, el terreno es perfecto.

Además, todo ello dentro de la contradicción insuperable de que mientras se construye el relato, el conflicto sigue y páginas nuevas en blanco esperan a ser ineludiblemente rellenadas.

El resultado de la mezcla de estas condiciones es que el cocktail seguramente sabrá a mentira y a cierre en falso cuando no a un cuento.

4 thoughts on “La batalla del relato

  1. La Ley de Amnistía de 1977 reconocía “intencionalidad polìtica” a las actividades de ETA…Luego ya se sabe. Hemos perdido la batalla dialéctica. No hemos sabido aprovechar este reconocimiento. Y hemos perdido terreno, poco a poco. Empezando por “nuestros” medios de comunicación de masas.

  2. El relato siempre será una lucha de contrarios mientras no se llegue a la meta final. Esta es la realidad de la que tenemos que partir.

    El Pueblo Trabajador Vasco sabe bien que ETA inicia en solitario su camino en Euskal Herria , que recupera la conciencia de nuestra identidad (nacional de clase) que marca la línea del único proyecto definitivo (hasta hoy) para E.H.

    Por eso la AMNISTIA, que supone la razón del pueblo trabajador en su lucha de resistencia. Es la única salida política consecuente con la lealtad a nuestra identidad como pueblo; un pueblo trabajador que, consecuente éticamente, ha luchado contra toda dominación. ¿Desde cuando la libertad es un delito?

    Y sería necesario aclarar definitivamente que, fué el estado español, siguiendo histórica línea de dominación (fascismo) atentó y mató durante 10 años a ciudadanos ( desde Batarrita…) persiguiendo y queriendo eliminar a quienes surgieron como “organización política” y comenzaron la resistencia armada para sobrevivir a finales de los sesenta.

    El pueblo trabajador ha reconocido y reconocerá sus errores puntuales graves , sus ignorancias y sus pasos atrás, nunca su razón de ser . Los revolucionarios conocen más que nadie la necesidad de la verdad. ¿Alguien podría dudarlo?

    Ni perdonar ni pedir perdón. Lo digo desde el total respeto a todos (nuestros y contrarios) y la total intransigencia a toda idea de dominación . Y el respeto que se merece el pueblo trabajador no se mendiga, se arranca luchando. ¿No fue así?

  3. Kaixo lagunok:

    La acción colectiva humana y su desarrollo en el transcurso del tiempo astronómico, son los dos componentes básicos de lo que podríamos denominar como “relato” o la “narrativa”. En ambos factores se encuentra implícito el concepto de movimiento y, por lo tanto, la de espacio. Es en este punto, en el que el “tiempo” adquiere una cualidad distinta al tiempo astronómico para convertirse en “tiempo histórico” ya que en él se conjugan e incardinar el tiempo, el espacio y la acción humana.

    Por lo tanto, sin la acción humana, sin el tiempo histórico, no puede “construirse” ningún relato, ni ninguna narrativa. Utilizo el término “construir” consciente ya que ese es el objetivo principal de quien se sitúa fuera de los parámetros analíticos definidos por la ciencia historiográfica, uno de cuyos puntales, por no decir el único, lo constituye la teoría científica del materialismo histórico. El relato, la narrativa (que puede adoptar diversas formas literarias que no es momento para analizarlos aquí) construyen el pasado, mientras que la ciencia histórica trata de reconstruirla, mediante la aplicación de unas bases teóricas y metodológicas, cuyos resultados, expuestos en forma de argumentación y explicación, son objetivamente verificables.

    Aquélla, la narrativa, puede adquirir una cualidad cuando menos ambivalente, en la medida en que puede ser utilizada por el poder constituido, como instrumento de adoctrinamiento, como instrumento de imposición ideológica con el fin de ocultar o manipular la realidad y la historia, con la intención de perpetuar la alienación nacional y social de los oprimidos. Por contra, también puede adquirir un valor épico de elevación de los valores y modelos de lucha de liberación ante la opresión y explotación ejercida por los mencionados poderes instituidos.

    No afirmo que exista una incompatibilidad intrínseca entre lo que puede denominarse como relato o narrativa y la historiografía. Sin embargo, sí afirmo que debe de existir una coherencia de aquellas con esta última. Entender esto es fundamental, especialmente si pretendemos abordar este análisis desde posiciones sociopolíticas y culturales de izquierda revolucionaria, que nos obliga a trabajar, en todos los planos de nuestra realidad, para eliminar los múltiples elementos y factores que hacen posible nuestra alienación como clase trabajadora y pueblo diferenciado.

    Esta coherencia y compatibilidad entre el relato y la historiografía, es la base sobre la cual debemos desarrollar nuestra memoria colectiva nacional y de clase; memoria colectiva que se ha visto brutalmente agredida y refutada en los últimos años por manifiestos como el del 17 de diciembre de 2011, en la que un sector de la IA (junto a otros partidos de corte liberal y socialdemócrata) realizaba un llamamiento a la “reconciliación”; o declaraciones como la del Kursaal del 26 de febrero de 2012, implicando deshonestamente al conjunto de los militantes de la izquierda abertzale, en una valoración, más moral que política, sobre nuestra trayectoria histórica y actividad resistente; o la participación en representación de la IA en actos surrealistas de recuerdo y “hermanamiento” entre memorias e intereses de clase antagónicos, como los celebrados, por ejemplo, en Donostia (auspiciados por Euskal Memoria) cuando en realidad (en esto coincido con Mari) “el relato siempre será una lucha de contrarios [lucha de clases] mientras no se llegue a la meta final. Esta es la realidad de la que tenemos que partir”.

    En consecuencia, el conjunto de la IA debería de replantearse la estrategia que se quiere desarrollar, en torno a la “batalla del relato”, yo diría que la batalla historiográfica, esto es, en torno a la consecución de la hegemonía de la explicación del conflicto socio-político que se desarrolla en Euskal Herria, para lo cual es necesario tener en cuenta las siguientes bases:

    (1) El arco cronológico a considerar no puede iniciarse en el año 1960, tal como ha sido aceptado por la actual dirección de la IA, en razón a intereses coyunturales y tácticos, pero de enormes consecuencias estratégicas e historiográficas. El conflicto no comienza con la constitución de la organización armada, sino que ella es consecuencia directa de la existencia de una dictadura totalitaria de clase y genocida. La legitimidad de origen del movimiento de liberación nacional vasco contemporáneo, se sitúa en la lucha de resistencia contra el régimen franquista y se sustenta en el tiempo en la perpetuación de las estructuras del Estado totalitario y la persistencia de la explotación de clase que lo determinó.

    (2) El instrumento teórico-científico para el análisis del pasado-presente, debe basarse en las aportaciones del materialismo histórico. Esto exige, entre otras cosas, huir de esquemas de trabajo unipersonales, auspiciando e impulsando, a su vez, espacios de reflexión en la que la interdisciplinariedad sea el criterio rector para su desarrollo.

    (3) Las valoraciones éticas y morales están históricamente condicionadas por los intereses socio-políticos de las clases sociales que las articulan, no son únicas ni unidimensionales y, en cualquier caso, estas valoraciones son propias de cada colectivo, definido por su propia posición de clase y, en ciertas circunstancias, por su propia identidad. El mensaje de la “reconciliación”, la consigna de la unidad y la solidaridad en el “dolor”, la “desgracia”, etc. (sin ninguna base o imbricación con los intereses y posiciones antes aludidas), incluso en el “relato”, es la antítesis discursiva de la existencia de la lucha de contrarios, esto es, de la dialéctica marxista, y por ende, de toda posibilidad de transformación o cambio socio-económico y político futuros.

    (4) …

  4. Pingback-a: Los dos demonios en Euskal Herria | Borroka Garaia da!

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