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Autor: Borroka garaia da!

La teoría de la evolución de Darwin, o más bien, ciertas interpretaciones de ella, sirvieron para que algunos sectores europeos encontraran la justificación “científica” para el expansionismo imperialista, el racismo, el patriarcado y también para la preponderancia de la burguesía frente a una naciente clase obrera esclava del capitalismo industrial del siglo XIX. Se basaban en la supuesta supervivencia y dominación del más fuerte en la evolución, pese a que Darwin no hablara del “más fuerte” sino del “más apto” o adaptable. Esta manipulación de los legitimadores del capitalismo fue contestada y enfrentada afirmando que el más apto no tiene porque ser el más fuerte y que las especies que tienen más posibilidades para la supervivencia son las colaborativas para asegurar su devenir. El «todos contra todos» era el poso que iba dejando desde el inicio el capitalismo y frente a ello se le oponía la solidaridad y ayuda mutua. Del choque de esa situación surgirían los primeros movimientos sociales y populares así como los sindicatos en Europa. El desarrollo de éstos dejó atrás el “socialismo utópico” y fue dando cuerpo al pensamiento revolucionario y todas sus escuelas entre acuerdos y desacuerdos. Y en la cuna del capitalismo, en Londres, de 1864 hasta 1876 se reúne lo que sería conocida como primera internacional.

Hoy en día la teoría de la evolución de Darwin no es un todo que explique la evolución. En la síntesis evolutiva moderna se integran diversas teorías y descubrimientos importantes y se unifican varias ramas de conocimiento biológico. En la síntesis actual, aún en discusión, está muy ampliado el concepto de selección natural y se incluyen apartados totalmente desconocidos para Darwin como el ADN o la genética. Tampoco se puede extrapolar la historia y desarrollo de la sociedad humana a la investigación evolutiva biológica, pues es la lucha de clases y de los pueblos el factor motor.

En cualquier caso frente a esas interpretaciones capitalistas de la evolución fueron enfrentadas otras como la ayuda mutua y pese a que todas aquellas interpretaciones desde un punto de vista científico sean obsoletas existe una que guarda una verdad y que además transciende el plano meramente científico llegando al ético: La ayuda mutua como eje de una sociedad libre, igualitaria y solidaria. La defensa de lo común y todas las partes que lo componen.

Nos gusta repetir que “lo personal es político” pero somos o estamos rodeados de personas rotas sin atención ni ayuda. Es la red asistencial del sistema, ONGs de dudosa financiación, grupos religiosos y asociaciones pro-gubernamentales de todo tipo los que dominan el tablero, a parte de algunos hacer negocio de ello. La lucha revolucionaria en este país hace demasiado tiempo que no está en contacto con los y las marginales (incluso se usa esa palabra a nivel político contra el adversario), con los más necesitados, que cada día son más, y en general con la clase trabajadora más castigada. Por recordar; el binomio independencia/socialismo surgió para ellas. No para monumentos de bigotudos o barbudos, ni bonitas fotos de cartel electoral.

Si el sistema es el que gestiona (mal) las necesidades más vitales, la gente se quedará con el sistema. Si el movimiento revolucionario baja al barro y se llena de mierda hasta arriba, teniendo en cuenta además que verdaderamente este movimiento revolucionario está para velar por los y las desposeídas, las cosas pueden empezar a cambiar. Periko Solabarria no era de los imprescindibles porque fuera un activista que estaba en todas las manifas, sino porque estaba con lo más profundo del pueblo trabajador y necesitado de Euskal Herria.

Hoy el asistencialismo burgués tiene cogida la bandera que un día se quedó tirada en el suelo y hay que arrebatársela, en nuestro caso (y al contrario que el asistencialismo sistémico o cualquier planteamiento derechista, que parten de objetivos en realidad en contra del pueblo trabajador), de una manera genuina pues la patria vasca, esa que decimos querer liberar para los y las de abajo, está precisamente compuesta por ellos y ellas.

La necesidad de construir lazos comunes colaborativos entre iguales sin intermediarios ni delegaciones ni especialistas escindidos de nuestra propia realidad se hace necesaria y acuciante. La profundización y teorización del pisar barro, de volver a las profundidades del pueblo trabajador más castigado y marginal debe ser el principio de una linea política ascendente revolucionaria sin la cual jamás uniremos a un pueblo trabajador vasco hoy escindido de sí mismo ni ganaremos el corazón de este pueblo para algo que merezca la pena. Así que frente a la falsedad del estado de bienestar capitalista, frente a la mentira del “auzolan” gubernamental y el oasis vasco y con independencia total y soberana de las estructuras institucionales burguesas podemos estar en una posición donde se puede y se deben dar pasos para hacer real y material el concepto de ayuda mutua con una traducción política de todo ello y también una nueva forma de militancia que viva y conviva con el sufrimiento de cada vez más gente. No como UNICEF, sino como algo que luche por transcender. Ni que decir tiene que entre otras cosas para hacerlo de una forma profunda y sistemática, va a hacer falta estructuras revolucionarias hoy inexistentes. Ciertamente esto no engloba una estrategia revolucionaria completa de liberación nacional y social pero al mismo tiempo no disponer de ella pone en evidencia demasiadas cosas.

Trabajar con la gente a la que pocos o nadie se acerca, es imperativo, pero no es gratificante ni a veces seguro. El barrio se cobra su cuota de sangre y tarde o temprano te la hará pagar. Es un trabajo duro donde ves el resultado de toda la ingeniería social desarrollada desde hace años en su más básica y pura expresión. La gente ha sido machacada y condicionada para odiarse y para sacar tajada, y eso no se cambia solo con techo, luz, agua y comida. La pedagogía es limitada y genera desconfianza cuando no precede de un curro constante, eficaz y muy poco agradecido. [1] Pero es la barrera que debe ser hecha pedazos para cambiar las lógicas imperantes desde su raíz.

Pero antes de tratar la gente que al menos tiene vida aunque esté machacada, hablemos de las que no la tienen. Del último peldaño de la clase trabajadora vasca.

Se calcula que son decenas de miles en Euskal Herria, aunque cuesta encontrar los datos. No a demasiada gente le importa. La mayoría lo son prácticamente en solitario, el 99% son mujeres. Viven en la más absoluta de las sombras donde no existen ya los días de la semana ni tiene ninguna importancia la hora que sea.

La vida pasa a desdibujarse, desaparece, pues todas las horas se encadenan hasta cumplir 24 y así día tras día, semana tras semana, año tras año con la misma función. Sin apoyo social, sin ayuda digna de las instituciones, con incomprensión, pues es prácticamente imposible saber lo que significa sin vivirlo. Son las cuidadoras no profesionales 24/7 encadenadas al hogar, presas no encarceladas, del cuidado permanente. La única luz y faro en la oscuridad de la persona generalmente mayor, dependiente y enferma, que no puede valerse por sí misma para nada o casi nada. Tampoco se les puede sacar ya plusvalía, por eso el estado y la patronal dispondrán de centros para recluirles a cambio de miles de euros y poder sacar ganancia si es posible y cuando no se pueda dar el caso o la familiar interprete que sus seres queridos no son vegetales, tendrá a todo un sistema capitalista el cual sin el patriarcado no podría funcionar que precisamente gracias a ese patriarcado romperá y encadenará la vida de esa mujer trabajadora de forma gratuita hasta el desenlace final de la situación que no es otro más que la muerte de la persona que cuida.

El tiempo se les escapa, a menudo sin obtener otra recompensa que una sonrisa en algunos casos solo en instantes de lucidez pasajeros. Voluntad de hierro y paciencia llevada al extremo donde hasta los vínculos familiares y lazos más fuertes de amor se ponen a prueba.

Es el mundo que vivimos, el de la ley del débil, donde se intenta hundir a la fuerte. Sin embargo, las personas indefensas estarán protegidas por ella día y noche. Pues bien. Existen posibilidades para paliar esta situación, de poder dar respiros vitales que no pueden esperar a un mañana revolucionario triunfante. Esto requiere miles de personas organizadas dispuestas a ofrecer compañía a la persona cuidada para así poder liberar tiempo a la cuidadora. Puede ser muy flexible. Aunque solo una persona pueda aportar una hora a la semana, muchas personas pueden ir creando una marea de ayuda mutua. Cierto que requerirá formación y de mucha seriedad pero en cualquier caso esta “simple” dinámica, en mi opinión prioritaria en este ámbito, puede arrastrar a nivel nacional a un gran número de voluntades. Pienso que podemos llegar a un contexto en el que las tareas de ayuda mutua en múltiples frentes sean parte del paisaje natural y que en la agenda de toda persona consciente de este país tenga su espacio, tanto para la militancia tradicional como para cualquier persona. Entre otras muchas cosas, por eso es necesario la configuración de nuevas estructuras revolucionarias para dinamizarlo y donde la independencia de clase se haga real como embrión ético de la Euskal Herria socialista.

2 thoughts on “Ayuda mutua, de lo abstracto a lo real

  1. Pingback-a: Ayuda mutua, de lo abstracto a lo real y los riesgos de la militancia | Kutxiko txoko txikitxutik (KTT)

  2. Uno de los límites más profundos de las luchas real y radicalmente anti-sistema o anticapitalistas, se encuentra en todas esas ideologías que han puesto como valor absoluto y total o totalizante la lucha de los trabajadores en el sistema productivo sobre todas las demás.

    Mientras que la cuestión que se subleva aquí, que podríamos definir de la soledad sistémica, es mucho más general (y en muchos casos más graves) que todas las demás. Nacional o anti-colonial inclusive, en nuestro caso, con encima españoles y gabachos.
    Sobre todo en las naciones metropolitanas, como Euskalherria.
    Donde las lucas de los trabajadores, evidentemente esenciales, se puedan desarrollar como lucha obrera general, en todos los ejes del dominio delincuente del Capital.

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