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Autor: Borroka garaia da!

Recientemente algunos antiguos y nuevos cargos institucionales de Getxo firmaban un texto en el que se leía que José Antonio Aguirre declaró la República vasca en 1931 cuando él mismo formaba parte del ayuntamiento de dicha localidad a modo de alcalde.

Un hecho cierto, pero no menos cierto es que la declaración nunca superó un carácter autonomista y de vinculación al estado español, algo alejado del derecho de autoderminación de los pueblos y muy alejado de la independencia, ya que lo que Aguirre realmente promulgó fue literalmente «la República vasca vinculada en federación con la República española». La intención era pues el gobierno autonomista a través del derecho de las provincias vascas a «la propia gobernación y a convocar sus Juntas generales», nunca en ningún caso llamando al ejercicio al derecho a decidir de la nación vasca (autodeterminación) y descartada por tanto la opción de la independencia.

No fue algo casual su firma porque encaja muy bien con toda la trayectoria de dependencia hacia el estado español de aquel dirigente del PNV.

El mismo año, 1931, dos meses después de la declaración, fue elegido diputado a las cortes españolas constituyentes y como alcalde de Getxo presidió la comisión de alcaldes para la aprobación de estatutos de autonomía como fórmulas jurídicas de vertebración del estado español. Sería reelegido varias veces diputado español.

Y llegó la guerra del 36. El día 1 de octubre, las cortes españolas aprueban el estatuto de autonomía y días más tarde José Antonio Aguirre es nombrado lehendakari del gobierno autónomo.

No es que los republicanos españoles no tenían razón frente al fascismo criminal que la tenían, ni que no mereciesen ayuda de los vascos, que la merecían. Pero esa ayuda nunca fue desde la independencia sino desde la subordinación de la nación vasca con un lehendakari que pedía limosnas estatutarias negociadas con el estado español. Una guerra que por los pelos no posicionó al PNV con el bando católico-fascista.

El PNV de Aguirre ya llevaba tiempo hasta las trancas supeditado de Madrid y el gobierno central haciendo caso omiso ante las demandas de independencia de las bases abertzales. Así que los gudaris independentistas fueron enviados a una guerra que fuera cual fuese el resultado iba a seguir atando Euskal Herria a la legalidad española debido a la estrategia nefasta y autonomista de Aguirre.

Y llegó la derrota que todos y todas conocemos, y la rendición del ejército vasco comandado por Aguirre en Santoña mientras los batallones de EAE-ANV continuaron la guerra en otros frentes.

Con el tiempo el nacionalismo vasco lo perdió todo. Todo menos la dependencia de Aguirre al estado español. Ya no existía ningún lazo ni posible razón en la posguerra para mantener tal dependencia. No había nada que impidiera la declaración de independencia aunque fuera pre-constituyente y desde el exilio, en espera del levantamiento frente a la dictadura. Pero no, Aguirre y el PNV no hicieron nada. Salvo una cosa: expulsar a los representantes comunistas del gobierno (?) vasco (1948).

Diez años más tarde y en adelante, poner a caldo a la reconstitución de la resistencia vasca.

Aguirre se destacaría en la colaboración con la recien creada agencia de inteligencia de EEUU (CIA, 1947). Por lo que mientras Aguirre y los suyos jugaban a cartas con los yankees, los yankees veían con buenos ojos el “faro de occidente” frente al comunismo que suponía el franquismo. Un franquismo que también a instancias de EEUU llevó a cabo la reforma franquista en la que también participaría el PNV haciendo que las migajas estatutarias continuaran hasta hoy, 2016.

¡Toma república vasca!

2 thoughts on “José Antonio Aguirre, historia de un dependentista vasco

  1. Aguirre, un excelente representante del autonomismo tramposo del partido de Sota. Desde 1930, con la segunda traición de Bergara (la primera fue la de Maroto en 1839) el nacionalismo se contaminó de sotismo. Un retrovirus que ha mantenido siempre. Aguirre fue elegido como el primer líder de la línea de meandros, que llega hasta hoy. Y conoce tantos personajes, colabos del prietismo, el felipismo y ahora del sanchismo. Todo sea por evitar los “peligrosos” atajos, que llevan a la independencia.
    El carota de Egibar (carota por dentro y por fuera) lo ha dicho otra vez: “No hay atajos”. Desde luego ellos no tienen prisa. Mas de ochenta y cinco años de vueltas y revueltas, buscando la manera de mantenerse en el poder y evitar la independencia y los “atajos” que llevan a la libertad. Y mintiendo sin pudor a los electores y a los pobres viejecitos del bartzoki. “No corráis que es peor….para nosotros”

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