Mientras tanto

Autor: Borroka garaia da!

Una de las cosas que más me gustaba de la izquierda abertzale era la transparencia a la hora de explicar cualquier cosa relacionada con su accionar. Algo que estaba impreso en la práctica totalidad de la militancia y en las diversas organizaciones. La gente podía estar de acuerdo o en desacuerdo con cualquier acción o planteamiento pero sabía claramente porqué ocurría y qué se intentaba. Es decir, que se sabía a dónde se iba. Los intercambios y debates por tanto eran cristalinos. Jamás había una doble agenda ni dobles intenciones. Cualquier militante estaba cualificado para explicar lo que pasaba ante cualquier tipo de pregunta de cualquiera.

En retrospectiva pienso que esa sana característica se perdió, lo cual ha generado una serie de consecuencias que se siguen agolpando en el presente y en el peor de los casos continuarán haciéndolo hacía el futuro.

Es difícil para la mayoría de militantes de base llegar a visualizar este proceso porque donde se origina no es en las bases. Unas bases que hemos estado unidas como uña y carne en los peores contextos de criminalización, marginalización y ataque generalizado hasta llegar a una situación como la actual en  la que la desconfianza (y cosas peores) dan asco.

Creo que una parte de las estructuras dirigentes a las que hay que reconocer sin matices su entrega y compromiso, al igual que al resto de la izquierda abertzale, cometieron un gravísimo error. Esto es , tener un plan de actuación preconcebido que sea interiorizado por el grueso del movimiento en etapas pero forjado de manera totalmente ajena a él. Un arriba-abajo llevado al extremo. Por lo que durante años y años, más allá de que la estrategia en sí no haya dado resultados, lo peor es que el resultado ha sido la fragmentación emocional y ruptura real de la izquierda abertzale como masa social y movimiento donde actualmente reina la desconfianza, cuando no la abierta enemistad. Lo que no consiguió el estado …

Pienso que el problema no es una simple cuestión de conspiraciones sino que es un recorrido natural que se ve favorecido cuando la militancia en general hace más uso de la fe que de la crítica y la autocrítica. Y hemos hecho demasiado uso de la fe. Y lo que se gana en cohesión con ello se pierde por otra parte y finalmente acaba igualmente afectando a la cohesión.

Durante muchísimos y largos años la militancia ha sido espectadora de responsables, dirigentes y periódico, en los que de acuerdo tácito se entendía que lo expresado respondía a aquello acordado, y nuestra fe, unida a la falta de crítica y autocritica hizo el resto para que planteamientos que en realidad no respondían a una situación que pudiera generar unidad acabara creando una lamentable situación en la que ninguna operación mediática puede salvar ya. Quien basa la razón en la aritmética, es o un burócrata o un escaso de materia gris. Una situación en la que mucha gente tiene miedo a decir lo que piensa. Una situación en que las espinas se van clavando y no la ilusión, aunque se siga y se calle. Una situación que no se puede resolver con cuatro lemas y mantras del nuevo tiempo. Mucho menos a puñetazos.

Fue un claro error buscar la socialdemocratización hegemónica completa a rodillo de la izquierda abertzale, porque sencillamente la izquierda abertzale es muchísimo más que eso. Una realidad objetiva que cuanto antes sea reconocida podrá poner las bases para subsanar el destrozo y tejer lazos, si al menos no pueden ser estratégicos que lo sean de respeto independientemente de la dureza inherente del debate político. Mientras tanto Euskal Herria sigue en orden, los estados tranquilos y la burguesía vasca haciendo negocio.

Pero aún más error que ese error, es que el socialismo revolucionario abertzale no haya estado a la altura, una altura que se tendrá que recobrar con nuevas y altas empresas para que ese “mientras tanto” deje de serlo.