Home

kepa

Autor: Borroka garaia da!

Hace unos días leía en las redes que un líder de EH Bildu perteneciente a EA y defensor de la ertzaintza como cuerpo policial legítimo de los y las vascas se mostraba contrariado por la aparición reciente de pintadas en denuncia de la muerte del preso político Kepa del Hoyo en las cárceles de exterminio españolas. Supongo que no será el único. Alegaba que llenar de pintadas las paredes no atrae a la sociedad vasca para apoyar la lucha en favor de los derechos de las personas presas.

Hace unas horas, aún con la muerte de Kepa muy presente y la hospitalización del también preso político Juan Mari Etxabarri, la ertzaintza (que por cierto es una máquina de crear presos y presas) entraba en el recinto festivo de las fiestas de Gasteiz con el objetivo de arrancar y llevarse fotografías de presos y presas políticas de varias de las txoznas. Sin salir de Gasteiz, hace poco también se conocía que la ertzaintza aplicaba la ley mordaza al medio de comunicación popular Hala Bedi a modo de extorsión.

Hay que decir que han sido muy pocos los regímenes fascistas que han perseguido por ley las meras fotografías de represaliados y represaliadas. Ni siquiera en la Palestina de hoy en día se conoce cosa parecida. Y es que una cosa es encarcelar o matar, pero solo los sistemas y cuerpos policiales más despiadados además torturan o persiguen el recuerdo de la imagen en una fotografía.

Cabe recordar que en nuestro país faltan unos cuantos medios de comunicación que fueron arrasados por políticos, jueces y policías desde Egin, pasando por Egunkaria, hasta Ardi beltza, Gazte Sarea, Basque-red, Apurtu etc… Hoy es el día en el que también decenas de jóvenes tienen que pasar por los juzgados por escribir simples tweets, cosa que tampoco es demasiado conocida ni en los regímenes más represivos.

La libertad de expresión y de prensa en Euskal Herria es pura ciencia ficción desde hace demasiado tiempo. Cualquiera puede ser detenido de forma arbitraria por un simple comentario, por decir cosas que están prohibidas, por escribir algo o recordar a alguien. Y todo siempre en función de una estrategia que solo busca objetivos políticos injustos relacionados con la opresión nacional y social de Euskal Herria.

En este contexto, lo raro sería que no hubiera ninguna pintada. Sería entonces una expresión de derrota por inanición y de aceptación del orden de las paredes mudas como en las dictaduras. Mientras que el monopolio de la información siga estando en manos de la burguesía y del dinero, mientras los entes públicos sean un chiringuito endogámico de burócratas de partido, mientras que no exista libertad de expresión y prensa, y la represión y la amenaza campen a sus anchas, lo preocupante sería que no hubiera una sola pintada en ninguna pared de Euskal Herria.

No conozco a nadie que porque aparezca una frase o una idea escrita en una pared se haga inmune a poder defenderla. Y sí se conoce en cambio que un entorno reivindicativo en todas sus formas es una base en gran medida propicia para dar forma a un contexto donde se potencie la rebeldía si todas las formas de lucha y comunicación van haciendo su trabajo

Sin minusvalorar que atraer más a la sociedad vasca para apoyar la lucha en favor de los derechos de las personas presas nunca está de más, en este caso concreto, a la dispersión se le venció hace mucho tiempo, al menos en el sentido de que una mayoría social la rechaza. Han habido movilizaciones masivas, declaraciones institucionales, iniciativas de todo tipo durante años y años. El problema básico es que eso no es suficiente para que termine. Ya que la acumulación de fuerzas si no hace fuerza no sirve para nada. Hacen falta métodos de presión para conseguirlo. Para quebrar el orden y la normalidad que hace la dispersión cotidiana. Entiendo que esa rotura del orden a escala modesta es la intención entre otras cosas, del que realiza una pintada. La cuestión es cómo elevarlo a escala general y global para hacer imposible por ejemplo que la dispersión se mantenga. Lo que entonces lleva a preguntarme si las reticencias ante unas pintadas lo son por dudas legítimas de cara a conseguir objetivos o por una necesidad de mantener el orden. Mas teniendo en cuenta que la ertzaintza es precisamente uno de los agentes encargados de ello. Del orden injusto, claro está.

No hace falta que los políticos se manchen con spray. Sería suficiente para empezar que no pacten o intenten pactar ni cambien cromos con formaciones que aplican la ley mordaza, crean más presos y presas y retiran sus fotos. Sería al menos un método de presión y así no estarían tan relajados para hacer o deshacer mientras la represión y dispersión se mantiene.

8 thoughts on “Cuando el dedo señala la luna ¿Hacia dónde hay que mirar?

  1. Mostraba su incomodidad por las pintadas? Qué vale más: la vida de un luchador o cualquier estúpida fantasía que se pueda tener sobre “paz”, “turismolandia” o “la Arcadia vasca”, qué vale más: la vida de un patriota o los sepulcros encalados? Si le molesta que haya pintadas, qué pensaría ese acomodado cuando, ardían las ciudades cuando pasaban este tipo de cosas

    Nos han engañado pero bien. Demasiado.

  2. Quien es esa persona de EA que ha dicho eso? Se le debería expulsar de EHBildu? Esa persona sí que retrae a la gente, desmoviliza…

    • El problema no es quien de ehbildu lo haya dicho,el problema radica en que ehbildu y sortu son coaliciones y partidos que hacen el juego al capitalismo porque su ideología es pequeño burguesa y socialdemócrata,y algunos todavía seguís mirando el dedo…

      • En que se diferencia la ideologia pequeño burguesa y la socialdemócrata? Es por precisar, que tal y como lo escribes parece que ese dedo debe de ser meñique.

        • Preciso,porque son pequeñoburgueses y de ideología socialdemócrata,te gusta más marxista-meñiquista?

        • En qué se diferencia lo pequeño-burgués de lo social-demócrata? No es mala pregunta, aunque yo diría que lo pequeño-burgués es más un interés (de clase, por supuesto) y una actitud que una ideología, al menos en el sentido más común de la palabra. El pequeño-burgués tiene como interés principal su negocio y el entorno (“mercado” pero también “res publica”) en el que éste se desarrolla. Quizá le puede parecer bien o indiferente que haya cierto “socialismo” (Reinischekapitalismus, estado de bienestar, etc.) si eso favorece o al menos no daña su interés socio-económico pero no suele ser muy entusiasta de ello, sobre todo lo segundo, porque quiere que haya competencia en la clase obrera por los puestos de trabajo y los salarios. Es contradictorio en cualquier caso: el estado de bienestar favorece la paz social (que el pequeño-burgués desea) pero “daña” a la competencia laboral-salarial (que también desea) y además restringe su capacidad de vender servicios. Por lo tanto la tendencia general contraria pero con contradicciones. Por contra la intervención estatal en las grandes empresas, cierta planificación estatal, etc. (Reinischekapitalismus) no le molesta mucho siempre y cuando sus ideólogos le convenzan de que funciona (lo no suele ser el caso hoy día, desde que el Thatcherismo se puso “de moda” pero sí que lo fue en otras épocas).

          Lo social-demócrata, definido como “Bersteinismo”, converge intencionalmente con lo pequeño-burgués desde el momento en que Berstein y cía. conceden que debe existir un espacio legal y de mercado para la pequeña y mediana empresa. Es decir: desde el momento en que se abandona la idea de lucha de clases como conflicto irresoluble en parámetros capitalistas o burgueses, como conflicto que sólo puede ser resuelto mediante la ruptura revolucionaria radical, mediante la colectivización y el comunismo, o al menos el estado socialista transicional teorizado por algunos en el concepto de “dictadura del proletariado”.

          Yo no voy a decir que los social-demócratas no tuvieran algo de razón en su día, porque visto con perspectiva histórica es evidente que las clases obreras del centro capitalista no estaban maduras para ir más lejos y esto se evidenció ya en la Revolución Alemana de 1918. Esto, combinado con las concesiones keynesianas/fordistas, tanto como reacción a la “amenaza” bolchevique, como al sindicalismo y a la propia desintegración social en especial a partir de la crisis de 1929, llevó a la forja de un capitalismo con toques social-demócratas muy importantes que duró unas pocas décadas “doradas”. Si usamos las estadísticas estadounidenses, se aprecia en ese período una concesión cuantitativa clave de 10 puntos porcentuales (40% frente al 30% anterior) de redistribución de la riqueza (que además era creciente gracias a la explotación colonial) hacia la clase trabajadora. Sin embargo esto fue revertido radicalmente por el Neoliberalismo y desde Thatcher se ha perdido todo eso y otro tanto más, o sea: que el reparto de la riqueza actual es incluso peor, mucho peor, que antes de la crisis del 29. Esta transición se palió con la burbuja crediticia pero ésta ya reventó hace una década y es imposible de restaurar. Mientras tanto la social-democracia lo único que hizo fue apuntarse al carro del Neoliberalismo, degradándose aún más en puro centro progre-liberal pequeño-burgués pero con base mayormente proletaria, por supuesto, para lo cual necesita un cierto discurso “obrerista” pero que por supuesto no afecte a sus verdaderos objetivos liberales mercenarios (“no es posible”, “es demasiado radical”, “es utópico”, “se hace lo que se puede”, etc.)

          Ha existido y existe aún una social-democracia más “radical” pero sólo muy moderadamente más radical. Sería el caso histórico de la Suecia de Palme, o de la Venezuela y países afines (“bolivarianos”), incluida la Nicaragua sandinista (el FSLN es miembro de la IS social-demócrata/social-liberal), o de elementos tipo Podemos o el corbynismo seguramente (aunque está por ver que harían si llegaran al poder). Suelen estar muy acosadas por el régimen burgués a pesar de su indudable moderación y pragmatismo capitalista-reformista y, en mi opinión, eso es porque el Capital en su estadio actual simplemente no tolera reformas progresistas, al contrario que sí que lo hizo en el pasado, cuando se sentía más amenazado y era fordista (Ford era pro-nazi pero también pagaba buenos salarios y aceptaba de motu propio mejoras en las condiciones laborales, algo muy propio de esa época del “capitalismo generoso” aunque disciplinario). Al no tolerarse reforma alguna (excepto las propias de la reacción tardo-capitalista extremista neoliberal, es decir: las contrarias a los intereses de los y las trabajadoras), las socialdemocracias pierden sentido: la moderada porque se les ve de lejos que no son socialistas ni de casualidad, pero la “radical” también porque son impotentes en su “buenismo” de trabajar dentro del sistema sin rupturas drásticas precisamente cuando lo único posible ya es una ruptura radical revolucionaria (se vea o no, es lo que hay).

          Soy de la opinión de que mucha gente que está apostando por socialdemocracia “radical” acabarán dándose cuenta de que no pueden seguir siendo reformistas, que esa senda no lleva a ningún lado que no sea extremadamente frustrante, que no les van a dejar hacer prácticamente nada, y se volverán en consecuencia radicales de verdad. Pero también habrá muchos otros que se conformarán con el posibilismo imposible, que volverán a decir “no es posible”, “es utópico”, “es demasiado radical”, “hacemos lo que podemos” (es decir: prácticamente nada) y tenderán a apoltronarse en sus cargos y aspirarán a entrar en los circuitos de las puertas giratorias con las que el Capital premia a sus buenos lacayos. La única duda que me queda es si tendrán tiempo de hacer todos estos giros y piruetas o la realidad simplemente les superará, porque a mi entender las cosas se están moviendo cada día más rápido y el punto de no retorno está a la vuelta de la esquina.

UTZI ERANTZUN BAT - DEJA UN RESPUESTA