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Unicornio

Carlo Frabetti – La Haine

La verdad solo es digna de ese nombre cuando es “toda la verdad y nada más que la verdad”, como reza la conocida fórmula jurídica con la que se toma juramento a los testigos en los tribunales estadounidenses. Las omisiones, los añadidos y las connotaciones derivadas del contexto pueden distorsionarla verdad hasta hacerla irreconocible.

Hace poco, yendo por la calle, oí este breve diálogo entre un niño de unos siete años y su padre:

-Papá, quiero ver un unicornio.

-En España no hay unicornios, hijo.

Es cierto, en España no hay unicornios (no, un tricornio no equivale a tres unicornios; como mucho, a una cabra y media). Pero decir que en España no hay unicornios en vez de decir que los unicornios no existen, es dar a entender que en otros lugares sí los hay o podría haberlos.

En España no hay presos políticos en la misma medida y por la misma razón que no hay unicornios: porque no existen. Ni han existido nunca. Cuando un objetor de conciencia iba a la cárcel, no lo encarcelaban por sus ideas, sino porque infringía una ley que decía que el servicio militar era obligatorio. Cuando un antifranquista iba a la cárcel por repartir octavillas o ejemplares de Mundo Obrero, no lo encarcelaban por sus ideas, sino por infringir una ley que prohibía difundir esas ideas mediante publicaciones ilegales.

Por definición, alguien que va a la cárcel después de ser juzgado, es porque un juez lo ha declarado culpable de haber cometido un delito y lo ha condenado a prisión. Por lo tanto, solo podría considerarse preso político a alguien que fuera encarcelado sin que ningún juez lo dictaminara; pero en ese caso no cabría hablar de encarcelamiento, sino de secuestro. Por lo tanto, los presos políticos, al igual que los unicornios, no existen. Menos aún que los unicornios, que podrían llegar a existir gracias a la ingeniería genética, mientras que un preso político, si aceptamos la ley que lo encarcela, es una contradictio in terminis, y por lo tanto no existe ni puede existir.Así pues, los canallas que repiten como una jaculatoria que en España no hay presos políticos, intentan hacernos creer que en otros lugares u otras épocas sí los hay o los ha habido, y que aquí no los hay porque vivimos en democracia, amparados por una ley que todos deben cumplir.

Y si aceptamos sus premisas, esos canallas tienen razón; tanta como el dictador del que son herederos. Porque si aceptamos la ley que los encarcela -entendiendo por ley no solo la legislación vigente, sino también a los jueces indignos que la interpretan y al Gobierno corrupto que los manipula- todos los presos son presos comunes. Y viceversa: si no aceptamos a un Gobierno criminal, ni a una judicatura corrompida, ni unas leyes cuyo principal objetivo es defender los privilegios de los ricos, ni un sistema carcelario brutal, todos los presos son presos políticos.

3 thoughts on “En España no hay unicornios

  1. Me suele gustar Frabetti pero en este caso no tanto: aunque hay que cuestionar el sistema represivo en su totalidad, no todos los presos son presos políticos. Un preso por violación no es un preso político, por ejemplo.

    Cuál es la diferencia? Que los presos políticos son producto de luchas políticas, sus “crímenes” se enmarcan en esas luchas, son presos por altruismo. Los presos “sociales” o “comunes” lo son por actividades individualistas y egoístas, algunas más comprensibles y otras más deleznables pero nunca altruistas ni con significado político alguno.

    • La inmensa mayoria aplastante de presos y presas lo son por causas derivadas de la opresión y el capitalismo (pobreza), una gran parte son ademas enfermos (drogodependientes). El significado politico es brutal. Los siguientes en numero lo son los encarcelados por luchar y una infima minoria que no pasa demasiado tiempo en prision son el resto.

      • No te digo que no pero estaría bien si lo apoyaras con datos concretos. En cualquier caso robar en un chalet, algo con lo que puedo simpatizar, no es un delito político ni está motivado por el altruismo, lo mismo que no lo está el tráfico de drogas o el asesinato de un tipo de Amorebieta para robarle la cartera en la Calle Navarra el otro día sin ir más lejos (que hay mucho delincuente muy peligroso también, no me idealices a las hienas).

        Por contra un delito político, sea el de los Jordis gandhianos o sea el de los ETAkides más duros y violentos, se realiza siempre en parámetros de altruismo y generosidad: arriesgando la libertad e incluso la vida por la sociedad. Es completamente distinto.

        No tiene mucho que ver con la motivación del estado en la represión, como parece argumentar Frabetti, ni tampoco relación demasiado directa con la explotación capitalista, sino con la motivación del “delincuente”. Por eso no es lo mismo si yo robo en un supermercado para comer yo que si lo hacen miembros del SAT para repartir la comida y denunciar la explotación: lo segundo es un delito político, lo primero no.

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